“La coincidencia no es una casualidad”, “comprométete a ser parte de la solución y no del problema”, “juntos podemos cambiar el mundo”. Estas afirmaciones suelen ser cotidianas y nos acompañan en el transcurso de nuestra vida. ¿Por qué debemos ser como la levadura y ayudar a crecer el “pan” de la familia humana?
En nuestro diario vivir crecemos y nos formamos en una dinámica relacional. En este marco, resulta significativo reconocer el valor que tienen la comunión y la corresponsabilidad.
Desde la praxis cotidiana, la comunión es importante, porque ayuda a establecer conexiones con otros. Nos permite interactuar, compartir experiencias y nos da la oportunidad de apoyarnos mutuamente.
La corresponsabilidad nos permite entender el compromiso compartido en igualdad, comenzando por lo pequeño, lo de todos los días, para ir asumiendo algo mucho más grande que nos involucre a todos.
No se trata de una moda, sino de seguir aprendiendo a caminar juntos, aceptando las diferencias y riquezas que podemos y debemos aportar en vista al bien de la familia, barrio, comunidad y, por qué no, de la sociedad entera.
Como Familia Salesiana, es propio de nuestra espiritualidad no caer en el desánimo. No debemos desanimarnos en la misión a la que estamos llamados.
Como hijos de Don Bosco, debemos mirar la vida con esperanza, al igual que él, que se esforzó por generar comunión y desarrollar una misión en corresponsabilidad, que expresa concretamente la identidad comunitaria y salesiana.
No siempre resulta fácil. Es bueno comenzar a derribar los muros que nos llevan a sospechar del resto, aquello que no nos hace confiar en sus competencias. Quitar lo que nos impide ofrecer espacios claros de participación y liderazgo.
Debemos preguntarnos: ¿Cuánto de nuestras prácticas habituales tienen algo de desconfianza? ¿En qué medida, desde lo cotidiano, nos ven como signos de comunión y corresponsabilidad?
Los jóvenes no están cerrados a las propuestas y la Iglesia y escuela no están llamadas a cambiar el mundo con magia, sino a incidir, sembrando pequeñas semillas de vida buena y generosidad que lleven a caminar juntos y dejar que el Espíritu Santo haga su obra.
¿Por qué co-incidir?
Mirando la realidad y acogiendo las diversas orientaciones del Magisterio y la congregación, pero, principalmente, escuchando las claves que los jóvenes van comunicando y compartiendo, hemos apostado por un juego de palabras, una expresión que nos haga “clic” y, más allá de la obviedad, nos anime a adentrarnos en su riqueza y profundidad. ¿De qué hablamos? de co-incidir.
Distinguimos las referencias a la “comunión” y a la “corresponsabilidad” para “incidir”, repercutir y causar efectos positivos y significativos en la vida de los jóvenes. Esto nos remite al sentir de Don Bosco, de que “los jóvenes se den cuenta de que se los ama”. En definitiva, es un “volver a los orígenes” para responder a la misión con mayor inteligencia e incidencia pastoral.
El significado
¿Qué implica exactamente coincidir? Podríamos decir que es estar en concordancia o armonía respecto de una idea. No es una apología a la acción de estar de acuerdo, sin más, o de coincidir con algo, desconociendo el fondo del asunto. Es una correspondencia entre dos o más personas en vista a un bien compartido.
Un ejemplo paradigmático lo encontramos en el libro de los Hechos, que describe una comunidad de creyentes marcada por la unión fraterna a través del compartir bienes espirituales y materiales, afectos y sentimientos (Hch 2,42-48). Formados en “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).
Incidir coordinadamente
Siguiendo al Rector Mayor en su Aguinaldo para 2023, es preciso sostener que cada uno de nosotros puede ser como la levadura de la que habla Jesús en el Evangelio; aquella que ayuda a crecer y hacer más grande y sabroso el «pan» de la familia humana. A esto nos referimos cuando hablamos de co-incidir.
En el espíritu de la sinodalidad, ante la necesidad de “caminar juntos”, los miembros de la Familia Salesiana y del vasto movimiento comprometido con la misión, apoyamos a los jóvenes en una verdadera red, para que aprendan a ser buenos y comprometidos cristianos, que se reconozcan parte del Pueblo de Dios que peregrina, además de futuros trabajadores y ciudadanos involucrados con la vida social y política, percibidos en comunión y corresponsabilidad, con el objetivo de transformar su sociedad y mundo.
Una óptica de comprensión absolutamente necesaria para alcanzar niveles de incidencia cada vez mejores es la articulación, el trabajo en red y la coordinación. Por otra parte, aunque estamos acostumbrados a lo inmediato, debemos comprender que en un minuto no se hace pan. Hay un proceso. Debemos respetar el camino y no contentarnos solo con respuestas momentáneas ante un evento.
Reafirmamos la misión de acompañar a los jóvenes en el camino de prepararse para la vida; una comprometida, responsable y que pretenda alcanzar la fraternidad y justicia. En esta tarea cada paso es importante, cada acción, gesto, recurso y tiempo invertido tributa a esa gran meta a la que apuntamos.
Que este co-incidir sea una ruta que compartamos en nuestras familias y comunidades. Que salesianos y laicos lleguemos a ese puerto.
Por Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil