Resignificar y ser luz para otros es el camino a recorrer, ya que solo Dios puede transformar nuestras vidas y las de los más vulnerables.
Hace un par de años que he sido enviado a trabajar en Fundación Don Bosco (FDB), obra social de la Congregación Salesiana que busca acompañar el desarrollo humano de las personas que viven en situación de vulnerabilidad y exclusión, desde la perspectiva eclesial y carisma salesiano.
A través de programas educativos se promueve el ejercicio de los derechos, se aborda un sistema de rehabilitación e integración social que tiene al centro a los jóvenes en situación de pobreza y alta vulnerabilidad.
Las carencias que sufren las personas consideran diversas dimensiones, las que son observadas para implementar cambios que impacten a mediano y largo plazo, pues olvidamos que la pobreza en sí misma es un acto de violencia, que se debe cuestionar y entender no solo como la falta de lo material, sino también como escasez de afecto, amor, oportunidades, sueños, de Dios y de herramientas para enfrentar la vida.
La pobreza es, sobre todo, un problema de derechos humanos, educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda y calidad de vida en general. Como salesianos debemos dar respuesta a las necesidades de los jóvenes que son el grupo humano más delicado de la sociedad y, desde FDB, acompañamos a los niños y niñas a salir de situaciones adversas.
Proponer ante los datos
Una investigación realizada por Radio Bío Bío en 2021 reveló que en los últimos cinco años más de 49 mil jóvenes fueron condenados por delitos de alta gravedad, que van desde robos a homicidios. Además, durante 2022, según consignó el Centro de Estudios del Mineduc, 50.529 estudiantes abandonaron el sistema escolar.
Para enfrentar esta situación, en FDB se cruzan dos enfoques, el control punitivo y el preventivo. El primero busca penalizar el delito, que tiene impacto comunicacional con medidas de corto plazo, pero, como sugieren diversas investigaciones, no es lo más efectivo.
El enfoque preventivo, en cambio, apunta a enfrentar la delincuencia juvenil con una mirada integral, sin embargo, como no genera impacto mediático y sus resultados son a mediano y largo plazo, no es usualmente elegido por la autoridad y sociedad civil, aunque expertos concuerdan en sus efectos positivos.
Basados en el Sistema Preventivo de Don Bosco, buscamos acciones que actúen en la trayectoria de vida de forma temprana, es decir, antes de que se cometa el primer delito, implementando prácticas en el contexto comunitario donde habitan los niños, niñas y adolescentes en alto riesgo, sobre todo cuando están fuera de entes protectores como la escuela. De esta manera, se interviene previo a la influencia de pares y adultos involucrados en delitos en un momento crítico de la formación de la personalidad.
Amor e intervención
Como religioso, constantemente me pregunto sobre las respuestas que damos para aportar más a los niños y jóvenes pobres que han sido excluidos de oportunidades que, como sociedad, debiéramos entregarles ya, dado que la exclusión tensiona sus interacciones y relaciones, creando dolor y resentimiento.
Lograremos terminar la condición de calle de los niños asegurando la resignificación de sus vidas. En cada centro de FDB, los jóvenes reciben apoyo psicológico, cubren sus necesidades básicas y cuentan con asistencia social y judicial, lo que se refuerza con talleres de habilidades y educación, pero, por sobre todo, encuentran un lugar de afecto, protección y seguridad.
Con certeza pienso que quienes hemos conocido y experimentado el amor de Dios en nuestras vidas, podemos ayudar a otros a ser felices, si es que realmente lo estamos. Ser luz para otros es el camino a recorrer, ya que solo Dios puede transformar nuestras vidas y las de los más vulnerables.
Por P. Víctor Mora, presidente Fundación Don Bosco
Que hermosa y noble labor!
Padre Victor siempre cuente con mi apoyo y la difusión de la obra que usted dirige
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