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“Sueño decir un día que salesianos de Don Bosco signifique señalar a gente loca, loca de amor por los jóvenes pobres”1. La frase del Rector Mayor hace vibrar la fibra más sensible del corazón de Don Bosco, y del nuestro...
Cuando hablamos de la predilección del carisma salesiano por los jóvenes más pobres no estamos señalando solo un aspecto, un componente o un rasgo importante de nuestra vocación, sino que enunciamos “su sentido y alma más profunda”; el perfume que hace reconocible y atractiva a la misma flor que lo emana.
Un rostro que representa millares
Carlitos tenía ocho años cuando llegó a nuestro Hogar Don Bosco. Era el mayor de cinco hermanos. Vivía en un pueblo del altiplano en situación de pobreza extrema. Su padre aparecía de vez en cuando para exigirle trabajos de la casa y el cuidado de sus hermanitos. Muchas veces, además de castigos físicos, lo hacía dormir a la intemperie con temperaturas bajo cero.
Cuando llegó, casi no hablaba, siempre con miedo, se hacía pis en la cama. El asistente lo trató con inmenso cuidado y respeto; los compañeritos lo querían, le prestaban sus juguetes. Comía muy poco. La revisión médica detectó parásitos intestinales. Se fue restableciendo de a poco. Al principio, escondía en los bolsillos los alimentos que no alcanzaba a consumir. Luego, de mejor ánimo, comenzaba a comer tomado de la mano del asistente salesiano. Carlitos ya era de alguien y alguien le pertenecía… ¡El amor, todo lo puede!
Todos los jóvenes en un sueño
Es llamativo que en el “sueño de los nueve años” de Don Bosco los jóvenes están presentes desde el inicio hasta el final, moviéndose y actuando en la escena, pero sin intervenir nunca en el diálogo. No dicen una palabra. La conversación se desarrolla entre Jesús, María y Juanito Bosco; pero la tensión narrativa concentra magistralmente el interés y preocupación de los tres personajes sobre estos jóvenes, que son los más pobres y en peligro, figurados en los “animales salvajes”.
Jesús le dice a Juan: “Ponte al frente de ellos”. “A estos, tus amigos, deberás ganarlos no con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad. La Virgen le indica: “Este es tu campo, es aquí donde debes trabajar”. “Esto que ves que está sucediendo… tú debes hacerlo con mis hijos”.
¡Sin los jóvenes pobres, abandonados y en peligro –“los animales feroces”– no hay sueño de los nueve años, no hay carisma salesiano!
Un dolor que crece
En nuestro tiempo convulsionado por la pandemia, la realidad que soñó Don Bosco se hace más grande, compleja y urgente. “El cementerio invisible” que deja el Covid-19 está formado por los niños y adolescentes más pobres que crecen sin vida, sin futuro. Se expande la desigualdad educativa. La vulnerabilidad en los sectores populares aumenta considerablemente. La desnutrición infantil, empobrecimiento y desempleo acrecientan el peor de los males: la desesperanza. ¡El corazón de Don Bosco se estrujaría de dolor al constatar semejante catástrofe!
Más que nunca…
La presencia y acción de la Familia Salesiana se ve desafiada a renovarse y multiplicarse. Se trata de “exigirnos una opción radical, preferencial, personal, institucional y estructural en favor de los muchachos y jóvenes más necesitados, pobres y excluidos” 2.
El Capítulo General 20 (CGXX) nos recordó que “hemos contraído como hijos de Don Bosco un compromiso histórico de servicio a los jóvenes pobres” 3.
El mismo Don Bosco nos desafía hoy con esta afirmación: “Todo el mundo nos verá y recibirá con simpatía, mientras nuestras preocupaciones y solicitudes vayan dirigidas a los hijos de los pobres, a los que dentro de la sociedad se encuentran más en peligro. Esta ha de ser para nosotros la satisfacción más grande que nadie podrá arrebatarnos”4 .
Por P. Luis Timossi, SDB, CSFPA
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1- ARTIME Ángel, Propuesta Programática del Rector Mayor, después del Capítulo
General 28.
2- Ídem.
3- CGXX, n.580
4- MB XVII, 272; Cfr. MBXVII, 207