Con María en el rostro

entrevista

VERSIÓN INTERACTIVA

Que al entrar a un lugar lleve una sonrisa y actitud que se parezca a María. Eso nos llevará a amar como ella.

No tengo dudas de que la jovialidad de Silvia Oyarzún, laica comprometida y presidenta nacional de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA), es resultado de su devoción a la Virgen, quien la mantiene activa, agradecida y feliz a sus 76 años de vida.

Viuda, madre de tres hijos, abuela de tres nietos y oriunda de Punta Arenas, conoció el carisma salesiano en la parroquia Cristo Obrero, ubicada en el barrio Prat, a cuadras de su casa. Espiritualidad que se fortaleció una vez que sus hijos ingresaron al Liceo San José e Instituto María Auxiliadora de la ciudad. “Me llama mucho la atención la cordialidad del salesiano. La acogida y alegría que acompaña todo”, expresa.

Lleva dos décadas participando en ADMA y tres años como presidenta, tiempo en el que se ha impregnado de María Auxiliadora, cultivando un amor diferente por ella. “Para mí, la fe en María Auxiliadora es natural, porque sé que Ella está conmigo a cada instante, en cada dificultad o alegría”, comenta.

Nunca imaginó o aspiró a presidir a nivel nacional el grupo. “Es impresionante cómo el Señor te planta un camino y uno no se da ni cuenta”.

Su servicio lo ve como una tarea de mucha responsabilidad. “Tengo que ver por cada integrante que compone la asociación, por cada persona que le tiene amor a María. Debo ser un apoyo para las presidentas locales y coordinadoras zonales”, agrega.

Una fe fortalecida en comunidad

La pandemia y el confinamiento dejaron por meses paralizada a ADMA, hasta que los mismos asociados se dieron cuenta de que la fe no debía decaer. La vida tenía que continuar y seguir adelante con más fuerza.

Silvia expresa que “como asociación mariana, una de sus particularidades es que tiene que rezar por los salesianos, nuestros vecinos y comunidades. En fin, por todo el mundo. Reunirse es muy importante, porque la fe se levanta, apoya y desarrolla en comunidad”.

A pesar de que fueron tiempos difíciles, este grupo de la Familia Salesiana jamás perdió la esperanza y en 2022 retomó sus encuentros presenciales. Ya se han realizado dos instancias zonales, una en Puerto Natales y otra en Puerto Varas.

El Rosario y mucho más

ADMA tiene alrededor de 400 promesados, quienes realizan un apostolado en beneficio de los más necesitados. Silvia pertenece a la comunidad Egidio Viganó, de la parroquia Sagrada Familia de Macul, que atiende, desde hace más de 20 años, el Hogar Miguel Magone, en el que asisten a niños con útiles escolares, regalos de Navidad o ayuda económica que cubra sus necesidades.

Con la pandemia hubo muchos grupos que organizaron comedores abiertos, otros se dedican a atender salas cuna, hogares de niños u hospitales. También participan en la pastoral comunitaria de las parroquias, pertenecen al equipo de liturgia, atienden a enfermos y llevan la comunión a cárceles. “Me gusta recalcar que la gente de ADMA, además del Rosario, desarrolla un abanico muy grande de actividades”.

Con paciencia me explica la importancia que le atribuye a la formación, pues el ser humano debe ir aprendiendo cada día: “Como cristianos y salesianos hay cosas que tenemos que cultivar y que nos hace falta llevar a cabo, para ser más generosos y humildes”.

Recuerda una frase del animador espiritual mundial de ADMA, P. Alejandro Guevara, quien dice que si somos marianos, tenemos que llevarlo reflejado en la cara, a lo que Silvia complementa: “Que el mundo me vea y diga ‘ella es mariana’. Que al entrar a un lugar lleve una sonrisa y actitud que se parezca a María. Eso nos llevará a amar como ella. Es difícil, pero es a lo que estamos llamados”.

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Karina Velarde, periodista

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