Tras 140 agotadores días de guerra, la Coordinación Salesiana para la respuesta a la emergencia en Ucrania sigue auxiliando a los necesitados a pesar de los signos de “cansancio”. Se trata de bienhechores y voluntarios, quienes de diversas maneras hasta ahora han llevado a cabo la ayuda.
Al igual que los desplazados y refugiados, ellos no pueden permitirse el agotamiento, ya que el compromiso salesiano sigue más activo que nunca y se desarrolla, como siempre, en varios frentes.
Sin contar con la presencia de los grandes medios de comunicación como la televisión, pero sí gracias a la acción convencida y constante que realizan espacios como los boletines institucionales, la Familia Salesiana ha recaudado millones de euros para destinar en caridad, todos debidamente rastreados y destinados a proyectos de beneficencia a favor de la población ucraniana.
El P. George Menamparampil, jefe de Coordinación de Emergencias en Ucrania. De hecho, sostiene que “existe el riesgo de mayores necesidades en las próximas semanas. Por lo tanto, debemos administrar nuestros recursos con cuidado, para que podamos continuar sirviendo a aquellos que han encontrado refugio con nosotros mientras lo necesiten”.
Para responder al riesgo de lasitud de los donantes, la Coordinación continúa compartiendo con todos lo que la Familia Salesiana está haciendo, junto con muchas otras organizaciones y realidades, religiosas y no.
Además de las donaciones económicas enviadas a la Sede Central Salesiana, también es necesario el compromiso espiritual. En ese aspecto, son innumerables las obras y comunidades que siguen orando para pedir el fin de las hostilidades, como India, donde se organizó la iniciativa de un millón de Ave Marías o la Asociación de Superioras Mayores de Religiosas de Corea, que ofreció a una oración regular semanal por Ucrania y Myanmar.
“Necesitamos detenernos, mirar hacia atrás, reflexionar y estar agradecidos. Con la gracia de Dios y el arduo trabajo de muchos de ustedes, hemos logrado cosas maravillosas para nuestros hijos y para sus madres”, concluyó el P. Menamparampil.