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Estamos llamados a fortalecer la Pastoral Juvenil en sus etapas iniciales, para que preadolescentes y adolescentes crezcan de manera integral a la vida adulta.
En los ambientes salesianos, como en las diversas parroquias diocesanas de Chile, los preadolescentes y adolescentes constituyen el grupo mayoritario que participa en la Pastoral Juvenil.
Según la VIII Encuesta Nacional de Juventud de 2018 realizada por el Injuv, el 10% de los jóvenes participa en grupos de Iglesia u otras organizaciones religiosas, el 17,8% en grupos deportivos, y el 16,7% en grupos virtuales.
Agentes educativos y pastorales del mundo escolar y de nuestras parroquias perciben que cada vez están menos presentes en las propuestas que anima la Iglesia, y que la pandemia ha contribuido aún más en ello. Varios ingresan en experiencias asociativas o a grupos de preparación al sacramento de la Confirmación para encontrar reconocimiento, compañía y responder las preguntas vitales que en esta edad empiezan a aflorar. Sin embargo, preocupa que su permanencia sea breve y dejen de participar activamente en la Iglesia.
Signos en el camino que recorremos
La Iglesia chilena y latinoamericana siempre ha apostado por mantener una opción preferencial por los jóvenes. Un signo mayor fue el último sínodo dedicado a ellos, con una conciencia que lo que hagamos en favor de este grupo conformará el futuro al que aspiramos como familia y sociedad.
Los estudios arrojados en preparación y durante el sínodo nos llenaron de entusiasmo, pero también de tristeza al ver las situaciones de vida que los amenazan, aspectos denunciados por el Papa Francisco en su exhortación apostólica “Christus Vivit”.
Los cambios culturales traen riqueza, pero también los afectan cuando ponen en duda valores fundamentales, empobreciendo sus sueños con la falta de recursos materiales y afectivos, con las exigencias de un mundo competitivo y estresante que mantiene a sus padres agotados por lograr los recursos para sobrevivir dignamente.
Es dramático el aumento de algunas adicciones entre los jóvenes, y una cierta anomia proveniente de la relativización de valores y soledad en la que muchos crecen.
Sensibilidad espiritual
Muchos jóvenes llegan a nuestros ambientes sin una formación religiosa mínima, aun cuando reconocen pertenecer a familias de tradición católica. Se sienten animados a responder a una sensibilidad espiritual que empieza a aflorar en su corazón a medida que adquieren mayor autonomía y gozan de un ambiente sano y propuestas de participación atrayentes. Quieren encontrar razones para soñar, vivir y confiar, que los impulse a crecer dejando atrás la niñez.
Sabemos con certeza, desde nuestro carisma salesiano, que cuando ellos tienen a alguien en quien confiar, los acompaña y orienta, brinda espacios de iniciativa y participación, emergen en ellos las mejores potencialidades.
Caminar con esperanza y creatividad
Los desafíos nos invitan a caminar con esperanza y creatividad, fortaleciendo la Pastoral Juvenil en las etapas iniciales, a fin de favorecer procesos formativos más profundos e incidentes en su vida.
Debemos, por ello, estar permanentemente investigando y examinando los procesos de vida que tratan de llevar adelante. Nos preguntamos ¿qué caracteriza el tránsito infanto-juvenil? Lo mismo sobre el paso de adolescente a joven adulto. Requerimos datos nuevos para conocer más de cerca lo que está pasando con este grupo etario.
En las experiencias asociativas cabe preguntarse cuál es la formación que se entrega, ¿qué sucede al interior de la experiencia grupo/comunidad?
Investigación que nos entregue elementos importantes para definir de mejor modo la gestión pastoral y formativa, considerando las dimensiones que el Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana establece como tipo de acompañamiento que importa atender.
Lo recabado será muy útil para fortalecer el proyecto de renovación de la pastoral con preadolescentes y adolescentes, en el que se haga realidad lo que hace años nos invita la Iglesia:
“…Alcanzar y transformar, con la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación” (Evangeli Nuntiandi 19. Pablo VI).
Una pastoral juvenil que acompaña con calidad afectiva y pedagógica, según el estilo de Don Bosco, asegurará procesos más consistentes en el tiempo del paso de los jóvenes a la vida adulta, de manera puedan crecer integralmente. Descubriendo, adhiriendo y siguiendo a Jesús en un espacio que les brinda acogida, consuelo, experiencias solidarias y mentalidad creyente.
Tener presente en la acción pastoral:
> Sensibilizar a los agentes educativo pastorales acerca de la necesidad de desarrollar una propuesta educativa y de Pastoral Juvenil significativa existencialmente.
> Desarrollar y/o actualizar el itinerario formativo que ponga el acento en una formación habilitadora y significativa (ya en las propuestas del PEPSI).
> Dar cobertura y diversificación a la capacitación de jóvenes animadores; atendiendo el llamado del Papa Francisco sobre la formación de jóvenes líderes (Christus Vivit N° 23).
> Capacitar al mundo laico en el “arte del acompañamiento personal” de jóvenes, como lo pide el Papa Francisco (CV 244).
> Pensar las propuestas pastorales en íntima relación con la pastoral familiar. Los preadolescentes y adolescentes, con el paso del tiempo, vivirán en el mundo adulto en una experiencia de familia.
Por Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil
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