Ante una realidad compleja, con vulnerabilidades de todo tipo, las opciones parecieran cerrarse y, con ello, también las esperanzas. Es lo que vivió Jennifer durante dos años viviendo en la calle, solo esperando lo que el día le entregara.
A sus 23 años, alejada de sus tres hijas, deambuló por las calles de la comuna de Estación Central, perdida por sus problemas de adicción, buscando aplacar el hambre e intentando sobrevivir de alguna manera.
Acogida en una iglesia donde recibía un servicio de alimentación, conoció a una asistente social que le comentó sobre la Residencia de Familia “Cardenal Raúl Silva Henríquez”, de la Fundación Don Bosco.
No fue hasta el embarazo de David, su cuarto hijo, que recapacitó y decidió dar un giro en su vida. “Él abrió mis ojos porque me estaba perdiendo al no estar con mis hijas”.
En estas condiciones llegó Jennifer, junto a sus cuatro hijos, a la casa ubicada en La Florida que, como proyecto de acogida salesiano, inició sus actividades en enero de este año.
Una gran Casa
El 28 de diciembre del año pasado, Fundación Don Bosco se adjudicó la licitación de este proyecto ante el Ministerio de Desarrollo Social. Desde entonces, comenzó con los trabajos para adecuar las instalaciones a las necesidades de las familias que llegarían.
El proyecto de la residencia es un programa piloto, dura un año y su objetivo es la reinserción de familias en situación de calle, para que logren rehacer su vida y reinsertarse en la sociedad.
Richard Avello, trabajador social, encargado de la residencia, comenta que el proyecto no tiene precedentes: “En lo que concierne a los proyectos sociales, es el primero que conozco que tiene por objeto trabajar con la familia”.
Las familias son asistidas por un equipo multidisciplinario que se encarga de otorgarles los recursos personales y de autogestión, siempre orientado a la reinserción.
“El objetivo es que esto les sirva de soporte. No es un espacio de tratamiento, sino de apoyo para armar las redes con las instituciones que están fuera, redes territoriales de la municipalidad, para que la gente vuelva a conectarse”, señala el Director.
“En el espacio de calle, lo primero que pierden son la articulación con las redes y aquí las vuelven a retomar,” agregó.
Familia y equipo multidisciplinario tiene entre manos el desafío de trabajar como una gran familia. Las motivaciones tienen que ver con adoptar rutinas de cualquier grupo familiar, por ejemplo, que los niños vayan al colegio, que las mamás busquen trabajo para generar sus propios recursos y hacerse responsables de sus hijos.
Jennifer y sus cuatro hijos (Cecilia de 8 años, María Jesús de 7, Eduarda de 5 y David de 3 meses) es la primera familia en llegar a la residencia. El ingreso es mediante postulaciones para grupos en situación de calle.
Las hospederías, los albergues, las municipalidades y los hospitales son la primera instancia desde donde postulan. Si cumplen con el perfil, son derivados finalmente a la residencia.
Intervención multidisciplinaria
El equipo multidisciplinario está integrado por el psicólogo, que realiza diagnósticos en los integrantes. La terapeuta ocupacional vela por los procesos internos, cómo y por qué se realizan las cosas, trabajo en conjunto con los educadores que determinan las rutinas del hogar.
El trabajador social ayuda a favorecer la articulación de la familia con las redes territoriales y la adquisición de herramientas para gestiones en el municipio, por ejemplo, inscripción en el consultorio. El propósito es que se apropien nuevamente de la tarea de ser apoderados de sus niños.
El director de la residencia está encargado de la administración y de ser el nexo con el Ministerio, con la dirección central de la Fundación y velar porque se lleve adelante la propuesta.
Nuevas Esperanzas
A partir de su ingreso, Jennifer se plantea nuevas opciones para salir adelante junto a sus hijos. “Mi idea es juntar plata, ahorrar y aprovechar que estoy aquí, con toda la ayuda que me están dando, y optar por el subsidio. Otra opción, cuando termine esto, es arrendar algo bueno con las niñas y seguir trabajando”.
“Mi vida ha sido difícil. Estuve en situación calle dos años sola porque ellas [las hijas] estuvieron con su papá. Estuve en la droga, muy mal. Tuve crisis de pánico al intentar dejarla y después quedé embarazada. Cuando me enteré que estaba embarazada dejé todas las adicciones. Hoy ya no le hago a nada, ni siquiera un cigarro me fumo. Lo primordial para mí es salir adelante. No quiero que mis hijos pasen lo que yo he pasado; no quiero que se críen de la manera que me crié yo. Ellos son mi motivación”.
Por Joaquín Castro, Periodista