Durante la década del 70’, la República Bolivariana de Venezuela tenía fama de ser el país más rico en Sudamérica en términos del Producto Interno Bruto (PIB), con una política muy cercana al libre mercado. Las autoridades venezolanas de la época auguraban un futuro próspero para la nación caribeña, sin embargo, hoy la realidad es totalmente diferente.
De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación en Venezuela supera el 700%. Con tres años de recesión continua y 21 puntos de caída del PIB, la escasez de alimentos y bienes se ha hecho crítica, afectando a la mayoría de la población.
El Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad de los venezolanos (CEDICE) registró en 2015 el cierre de 28 mil empresas. Según el ranking elaborado por la Alianza por los Derechos de Propiedad, las expropiaciones, estatizaciones, violaciones a la propiedad privada, sitúan a Venezuela en una de las últimas posiciones, 125 de 129 países en el mundo y el último de América Latina.
Las condiciones anteriormente descritas pueden entenderse como parte de las razones por las cuales los venezolanos son la primera nación en pedir asilo en países como España o EE.UU., superando incluso a aquellas que atraviesan conflictos bélicos como Siria.
¿Cómo se puede entender que un país con un pasado económico tan próspero llegue a una situación tan crítica en menos de 50 años? ¿Cuál es la causa?
El P. Francisco Méndez, Provincial de los Salesianos en Venezuela, explica: “Educar y evangelizar a los niños y jóvenes se hace una tarea sufrida porque el ambiente invita a pasar por encima de los valores más comunes e imponer una forma de vida basada en la violencia, el descaro, el cinismo y el autoritarismo.
Desgraciadamente, desde las alturas del poder político se incita a ser jóvenes sin ética, sin compromiso, sin país y, contradictoriamente, se acentúa que los jóvenes desarrollen una voluntad ideologizada, acrificados en sus ideales para hacer posible el poder y buen vivir de unos pocos, mantenerse oprimidos, sin futuro por el ideal de una ‘patria’ que es muerte”.
“A nuestros niños y jóvenes se les está ofreciendo (…) el modelaje de vida fácil, vivir de dádivas, el no amor al trabajo, a la no honestidad, la 'normalización’ de la impunidad, el robo en caso de hambre, la organización para delinquir, la expropiación de lo ajeno, sin seguir pasos legales”, sigue añadiendo el provincial.
El P. Francisco es categórico al decir que “el pueblo debe demostrar que aprendió la lección: si quiere mantener la libertad y elegir su propio destino, tiene que salir de este gobierno y de sus intenciones de perpetuidad… Es urgente la determinación de ser actores para crear un nuevo escenario político, que mantenga la libre expresión, demostrando que nuestro pueblo ha crecido en su conciencia política”.
Bajo este contexto, la comunidad salesiana de Venezuela debe lidiar con grandes dificultades y desafíos, contribuyendo en diversos esfuerzos, desde los propios espacios, para ayudar a restablecer la democracia. “Seguimos en pie en nuestros lugares de evangelización y educación; no nos hemos retirado. Sabemos que, desde la escuela, la parroquia, el grupo educativo, etc., hasta los espacios de poder donde se define el futuro de un país, hay mucho trecho, pero son escalones que necesariamente hay que transitar”.
“Una educación o evangelización ajena a la realidad de país sería alienante, en eso estamos claros, por ello, en nuestro proyecto educativo pastoral nos proponemos una actuación que forme personas íntegras y comunidades cristianas que den respuesta a ‘la reconciliación, la cultura de la vida y la solidaridad’, manteniendo la fuerza de la profecía”, señala la autoridad salesiana.
“No abandonemos nunca la posibilidad que nos brinda el Sistema Preventivo en la evangelización y educación, que puede ser la diferencia en estas situaciones de tendencia a la polarización”, puntualizó el Inspector.
Y finaliza: “Crear ambientes sanos en nuestros lugares de acción donde la tolerancia, el reconocimiento de los otros, las relaciones circulares-abiertas y humanizantes, la amistad que rompe cualquier tipo de barreras, y las motivaciones desde la fe, formen un legado
en favor de la cultura del encuentro y de la vida”.
Por Joaquín Castro, Periodista