A través de Fundación Voces Católicas, Carolina Del Oro, profesora universitaria, experta en temas de familia y sociedad, comparte con Boletín Salesiano Chile su mirada y los desafíos para la familia en nuestro país.
¿Cómo describiría a la familia chilena actual?
Describiría a la familia chilena desde dos perspectivas. Por un lado, si uno analiza todas las encuestas de felicidad y bienestar, la gente pone a la familia como factor principal, por lo tanto, sigue siendo un factor básico de nuestra sociedad. Ha cambiado la familia tradicional, pero el vínculo incondicional sigue estando y eso es un punto importante porque desde ahí se puede construir.
En Chile, la familia sigue siendo un pilar fundamental. Por otro lado, estamos mostrando una imagen de matrimonio de familia perfecta. Yo hace mucho tiempo llevo hablando de la familia imperfecta. La gracia de la familia y del matrimonio no es su perfección, sino su vocación. Es la decisión de querer al otro en su debilidad y no solo en su fortaleza. Desde ese punto de vista, hay estereotipos de hombres perfectos, mujeres perfectas, de matrimonios perfectos y familias perfectas. Si le muestras a un joven de 25 años un estereotipo de matrimonio que no tiene conflictos, que no pelea, que tiene una vida sexual increíble, bueno, dice “yo no me atrevo”. Falta decir: “a pesar de toda la imperfección que hemos tenido, de todos los errores, de todos los problemas con los hijos y de todas las incomprensiones, nos queremos”.
Finalmente, hay que decir que la forma de hacer familia en Chile está teniendo graves problemas; más del 70% de los hijos nace fuera del matrimonio; existe una gran cantidad de hogares monoparentales. Los jóvenes no se atreven a hacer familia, a casarse, prefieren convivir, hacer Acuerdo de Unión en Pareja, pero no matrimonio. Ahí yo hago un mea culpa a mi generación, a los que tenemos sobre 50. Creo que le hicimos muy mala prensa a la familia. Hablamos de los hijos como carga, del matrimonio como una atadura y no mostramos el aspecto positivo del amor. No hablamos del hombre y mujer como seres con vocación de amar. Entonces, desde este punto de vista estamos, me parece, con una deuda pendiente. Si hay un problema en la forma de hacer familia es no atreverse a tener un compromiso.
¿Cuáles cree que son los principales desafíos de la familia hoy?
Primer desafío es hablar bien de la familia. Hablar de la familia real, de la familia cotidiana, aquella que tiene problemas, pero en la que de verdad se ama.
El otro gran desafío son políticas públicas que ayuden a la familia, ayudar a que las mujeres puedan trabajar y estar con sus hijos, ayudar a que los hombres se incorporen. Hay que revisar las políticas públicas.
Lo mismo con los medios de comunicación. Me llama la atención, por ejemplo, las teleseries que hay, hablan del amor de fondo y del anhelo, pero muestran soluciones muy contrapuestas. Hay un mensaje social que hay que mirar, sin hacer la crítica que son inmorales porque salen en la cama, sino una cosa mucho más de fondo. El anhelo está, pero no muestra camino y a la gente hay que mostrarle un poco de camino porque uno necesita un mapa para que pueda actuar. Finalmente, muestran soluciones muy epidérmicas y que son poco satisfactorias del
amor humano.
Uno de los cambios importantes que se ha dado en nuestra sociedad es la irrupción de la mujer en el mundo laboral. Actualmente la tasa de ocupación bordea el 50%. ¿Considera que su irrupción cambió la dinámica familiar? ¿Estábamos preparados como sociedad?
Absolutamente. La irrupción de la mujer en el mundo laboral cambió la dinámica familiar. Esto es como cuando se trabajaba en comunidades agrarias, trabajaba el papá, la mamá y el abuelo. Sale el hombre a trabajar y la mujer se hace cargo del hogar. Ahí viene el hombre proveedor y la mujer cuidadora de los hijos. Cambió toda la estructura; hoy sale la mujer a trabajar, situación que no es cuestionable y pasa a ser un dato, un dato muy positivo; la pregunta ahora es quién se hace cargo de los hijos, con quién quedan. Ante eso, no hemos hecho la revolución social que esto requiere; hicimos acomodos menores, sin tomarnos el tema en serio. Esto requiere re mirar el trabajo y la familia y eso no lo estamos haciendo.
Otro cambio importante que se está dando en nuestra sociedad es la masificación de las nuevas tecnologías, llegando a 23,7 millones de teléfonos celulares en nuestro país. ¿Cuál es el rol que los padres deben tener en este tema sobre los contenidos a los cuales se exponen los niños?
Creo que es una amenaza bien compleja, pero como toda amenaza hay dos posibilidades: Dejo que me invada o decido enfrentarla. Pretender volver atrás es imposible.
Los niños son nativos digitales y los adultos son inmigrantes. El problema más grave es que los niños están siendo huérfanos digitales, que no tiene nada que ver con ser nativo o inmigrante. Uno tiene que estar al tanto, saber qué está pasando. En las redes sociales hay unas posibilidades maravillosas, pero el acceso a ello tiene que ser un proceso, y hay estudios que lo avalan. Hoy en día, más que nunca, hay que educar criterios; la palabra “criterio” viene de colador. La cosa es con qué colador reciben esa información los niños. Entonces, si están siendo huérfanos, a qué edad están recibiendo esa información (de las redes sociales) y con qué colador.
Los medios de comunicación han relevado situaciones de violencia escolar en chicas que viralizan sus propias peleas. ¿Qué lectura darle a estos hechos y cómo las familias deben enfrentarlo para prevenirlo?
Habría que considerar que todo ser humano, sobre todo los adolescentes, necesitan ser validados por otro. Eso es parte de la necesidad vital de un adolescente. Lo que está pasando me produce una alerta, porque tenemos que ver cómo se han ido sofisticando las cosas para ser validado por otro.
Por otro lado, es que en esas circunstancias de euforia, positiva o negativa, se tiende a divulgar en las redes sociales cosas de las que después se puede arrepentir. La identidad digital queda; nos vamos a morir, pero ella perdura y aquí los padres tienen una oportunidad para hacerlo ver.
Es por eso que es importante considerar dos cosas: primero, en la vida, frente a momentos de euforia positivos o negativos, es prudente hacer pausas, reflexionar. Es lo que siempre se dice: no tomemos decisiones en caliente y segundo, enseñar a los hijos que esta necesidad de mostrarse, tiene consecuencias negativas porque queda.
¿Alguna recomendación para los padres?
Primero, acordarse de que uno no vive en un tiempo equivocado, uno vive en el tiempo que le corresponde vivir. Esa es una frase muy decidora, porque si yo vivo en el tiempo que me corresponde vivir quiere decir que tengo las capacidades para educar en estos tiempos. Son tiempos complejos, que requieren de ciertas habilidades, pero si se vive ahora es porque tengo las capacidades.
Segundo, tener la certeza vital de que mis hijos son mis hijos y que la naturaleza es muy sabia y da los elementos para saber conducirlos. Hoy hay muchos padres que dicen “no, este hijo no era para mí, no soy capaz de enfrentar esto”. Somos capaces, nuestro interior tiene muchas más capacidades de las que nosotros creemos.
Por último, dedicarse a construir vínculos familiares porque es lo único que permite volver a construir. El vínculo familiar es como los cables de electricidad gordos, que están llenos de “cablecitos” dentro; mientras más “cablecitos” tenga el vínculo familiar, en los momentos difíciles se podrá romper diez cables, pero siempre va a quedar. El problema es cuando se rompen todos y cuando es muy delgado este cable, la probabilidad que se rompa es total. Siempre se puede volver a reconstruir, cuando hay cable, cuando hay vínculo. El problema no es que las relaciones se quiebren, el problema es que no se vuelvan a reconstruir, y lo único que permite la reconstrucción es el vínculo.
Carolina Del Oro, Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha sido consejera del Instituto de la Felicidad de Coca-Cola Chile, directora del Hogar de Cristo. Co-autora de los libros “Familia y Felicidad” y “Confianza y Felicidad”. Distinguida cinco veces por el diario El Mercurio como una de las 100 mujeres líderes de Chile. Miembro de Fundación Voces Católicas; del Comité Ejecutivo del Círculo de Personas y Empresas ICARE y del Directorio del Programa “Educar en familia” de empresas CCU.
[…] “La gracia de la familia y del matrimonio no es su perfección, sino su vocación” […]