El obispo auxiliar de Santiago y Presidente del Área educativa de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Alberto Lorenzelli, presidió la eucaristía con la que inició la segunda jornada del 28.º Congreso Interamericano de Educación Católica este 12 de enero.
“La evangelización en algunos casos requiere de más de una persona para ser efectiva”, comentó el obispo salesiano, a propósito del evangelio del día sobre la sanación del paralítico que le presentan a Jesús en Cafarnaún, ayudado por cuatro personas que lo descuelgan por el techo del lugar donde se encontraba (cf. Mc 2, 1-12).
Superar los obstáculos
“Marcos describe esta escena de una manera muy viva, abundando en detalles sobre los demás evangelios. Algunos autores creen que la casa donde se dio este milagro era la de Pedro”, apuntó Mons. Lorenzelli, recordando que se trata de un “extraordinario milagro donde se puso en evidencia que Jesucristo era Dios, porque tuvo el poder para perdonar pecados y sanar al paralítico”.
Prosiguió: “los que tienen el mayor crédito en esta historia son los cuatro hombres quienes superando todos los obstáculos, lograron poner al hombre enfermo en presencia del sanador”.
En su reflexión, el obispo auxiliar de Santiago ha destacado “la actuación de fe de estos hombres” que “nos dan las pautas para ayudar en la salvación del perdido; nos muestran el valor del trabajo en equipo; el valor de la unidad en un solo objetivo; nos inspiran a hacer lo mismo”. La suya es una “fe que está determinada por un corazón compasivo”.
Apostar por la comunión
“La Iglesia necesita trabajar en comunión si quiere ver la conversión de los que nos rodean”, aseveró el obispo ante los más de 1.200 educadores católicos que se encuentran reunidos en Santo Domingo (República Dominicana), en el Congreso organizado por la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC).
“Aun cuando el camino al Señor esté impedido por una ‘multitud’ de obstáculos, hay que ser perseverantes y osados hasta llevar a los hombres al Señor”, exhortó al final de su homilía Mons. Lorenzelli.
FUENTE: ADN Celam