El cardenal Raúl Silva Henríquez no solo fue un teólogo ejemplar que supo leer pastoralmente los signos de los tiempos, sino que encarnó, vivificó y le dio sentido a su obra como pastor de la Iglesia chilena desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
El cardenal aplicó en sus acciones, enseñanzas, principios, valores, metodologías de discernimiento y una iluminadora manera evangélica de aproximarse a la realidad y cultura del contexto nacional en pos de la dignidad humana y el desarrollo solidario del país.
La Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH) asume el legado del cardenal, el que se traduce en un compromiso por una formación de calidad para la juventud del país, que se despliega mediante una docencia, investigación, innovación y vinculación con el medio que aportan al desarrollo humano integral.
La UCSH considera la educación, juventud y desarrollo humano como tres coordenadas esenciales, distinguibles y complementarias que brotan del dinamismo evangelizador de la Iglesia y del carisma salesiano según el Sistema Preventivo Salesiano propuesto por Don Bosco.
La formación integral es el medio y fin de todo el quehacer universitario, ya que significa la promoción de la dignidad de la persona humana; los jóvenes son los interlocutores predilectos de nuestra misión, centro del trabajo y horizonte del proyecto institucional, y el desarrollo humano significa trabajar por una transformación de las estructuras de injusticia para la construcción de una sociedad solidaria y fraterna.
El sello institucional, además, hunde sus raíces en el ideario del cardenal Raúl Silva Henríquez, que se fundamenta en los cinco principios esenciales del “Sueño de Chile”: respeto, dignidad, solidaridad, amor y fe.
El respeto es la base de la dignidad de toda persona que solidariamente ama y comparte su fe en Cristo. En clara coincidencia espiritual, teológica y filosófica con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y el carisma salesiano; el cardenal encarna sus principios originarios, a saber, Dios como “principio teológico”, pues es la realidad primera, suprema y principio originario de la acción creadora y providente.
Los principios secundarios de la Doctrina Social de la Iglesia hacen referencia directa al “Sueño de Chile”. El significado y unidad refiere al principio de dignidad de la persona como el principio que organiza y determina las estructuras sociales, políticas y económicas en virtud de la promoción y desarrollo integral y solidario de la persona humana.
El otro principio secundario, el del bien común, abarca las condiciones para un verdadero desarrollo humano global, que no es posible alcanzar sin otro principio que es el de la solidaridad, como determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común como una virtud individual y colectiva de corresponsabilidad.
Esta solidaridad se funda en otro principio, que es el del destino universal de los bienes como sentido final, es decir, compartir solidariamente para establecer condiciones dignas para todas las personas, y finalmente, el principio de subsidiariedad, complemento perfecto de la solidaridad y custodio de la justicia y caridad para mejorar las condiciones de vida de todas y todos.
Por Fernando Vergara, vicerrector de Identidad y Desarrollo UCSH