Acción de gracias por el don de la santidad de Artémides Zatti

Agradecer a Dios por el don de la santidad de Artémides Zatti y celebrar junto con todos los hermanos salesianos del mundo el gran valor de su vocación: este fue el sentido de la eucarística presidida por el Rector Mayor, P. Ángel Fernández, en la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco (Turín), ante unos 650 salesianos coadjutores llegados de todo el mundo para los actos de canonización de Artémides Zatti.

Concelebraron con el Rector Mayor, entre decenas de salesianos presentes detrás del altar, también dos obispos salesianos de la Patagonia, Mons. Esteban Laxague, obispo de Viedma, ciudad donde vivió y murió Zatti, y Mons. Bernardo Bastres, obispo emérito de Punta Arenas, en Chile; además del P. Pierluigi Cameroni, Postulador General para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana; y P. Leonardo Mancini, Superior de la Circunscripción Especial de Piamonte y Valle de Aosta (ICP). También estuvo presente la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola.

En su homilía, el 10º Sucesor de Don Bosco expresó en primer lugar su “gran alegría por el hecho de que hoy, a lo largo del día, en casi 2000 presencias salesianas, se ofrece una Eucaristía para agradecer a Dios por el don de la santidad de Zatti”.

Luego, articulando su reflexión, tocó dos puntos principales: la presencia del misterio de Dios en la vida de san Artémides Zatti, además de la belleza y del valor de la consagración laical.

Reflexionó sobre el hecho de que la santidad no es una conquista humana, ni un motivo de orgullo, sino la presencia del misterio de Dios que se hace presente entre nosotros. Dar gracias a Dios por la santidad de Artémides Zatti significa ante todo agradecerle porque en su misterio Dios se hizo más cercano en la vida de un hombre bueno, quien trató de amar y servir”.

Invitó a todos a dar gracias a “Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por el misterio de su presencia entre nosotros”.

En el segundo punto de sus palabras, destacó que San Artémides Zatti no fue un sacerdote fallido. Fue un salesiano que, a consecuencia de su enfermedad, fue llevado por Dios a descubrir el gran valor de su vocación de salesiano coadjutor. Así su vida y su vocación nos hablan del gran valor de la consagración de la vida religiosa”.

“Entre nosotros hay unos que son sacerdotes y otros que no lo son. Todos somos salesianos de Don Bosco consagrados y algunos vivimos el ministerio sacerdotal. Por eso creo que en el futuro, nuestra mirada sobre nuestro hermano San Artémides Zatti debe ayudarnos a descubrir la belleza y el gran valor de la consagración laical, añadió.

Finalmente, el P. Ángel retomó el lema de la canonización de Zatti -Creí, Prometí, Sané- y señaló que se trata de un programa de vida “muy sencillo, pero muy profundo y que en su sencillez se expresa una profunda fe en Dios”.

Al final de la celebración, la jornada de fiesta se completó con un momento de ágape fraterno, durante el cual los hermanos de las diversas Regiones salesianas entregaron regalos al Rector Mayor, que a continuación concluyó la velada impartiendo la bendición.

FUENTE: Comunicaciones Salesianos Chile
 

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