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Luego de tres años de tratamiento contra el cáncer, Sor Lidia Castro espera con ansias su regreso a la misión en África.
Sor Lidia Castro nació en Parral, en 1963, y a los 16 años ingresó al aspirantado luego de descubrir su vocación a la vida religiosa en el Liceo María Auxiliadora de Santiago. Su vida misionera comenzó en 1996, cuando llegó a Zambia, y continuó en Sudáfrica desde 2004.
Confiesa que fue a la misión a empaparse de la cultura, gente, modo de ver y hacer, “descalza”, como ella dice. Uno de los desafíos más importantes que vivió al principio fue su imposibilidad de comunicarse, “la falta de idioma fue difícil y frustrante, pues llegué sin saber inglés. Al inicio me llamaban “Sor Sonrisa”, porque no podía ni siquiera usar las pocas palabras que conocía”, recuerda
Una samaritana entre mujeres
Se enfrentó a la pandemia del sida y a la gran vulnerabilidad que viven mujeres del continente africano desde su infancia a causa de su temprana iniciación sexual. “A los 12 años alguna niña ya es madre y, automáticamente, queda fuera del colegio. Nuestro trabajo consistía en dar charlas a mamás jóvenes y enseñarles lo básico para no ser dejadas atrás y así pudieran encontrar trabajo o iniciar pequeñas empresas”.
También trabajó en la formación inicial y permanente de las Hijas de María Auxiliadora, servicio que desempeñó consciente de la importancia para el Instituto de las futuras generaciones.
En la salud y enfermedad
En 2018 se vio obligada a regresar a Chile por causa de un cáncer de mama. Su retorno fue gestionado por su familia e Inspectoría por la gravedad de su enfermedad. “Para mí fue difícil, pues no esperaba venir para mi tratamiento. Con el tiempo fui sanando, comprendiendo y agradeciendo, porque mis hermanas y familia me querían acá para acompañarme y ayudarme. Creo que eso fue importante y fundamental para que me sanará pronto”.
Durante estos años ha sido parte de las comunidades de El Bosque, Lo Prado y Casa de Salud. Este tiempo de pandemia siempre ha tenido muy presente la situación en África y ha estado comunicada con sus hermanas a través de WhatsApp, llamadas telefónicas o emails.
“Todavía hay personas sin vacunar y hermanas que han fallecido por la situación socioeconómica del país. La pandemia ha sido una experiencia de aprendizaje. De buscar nuevos recursos para comunicar y abrazar a la gente de manera distinta”, comenta.
Si vas para África
En septiembre está programado su regreso a la misión, lo que espera con ansias y emoción. Tiene sus maletas preparadas hace tiempo.
Sabe que la misión en Chile es igual de significativa, porque hay mucha pobreza y trabajo por hacer, pero en su corazón abraza la certeza de que está llamada a la misión “ad gentes”. “Es difícil de explicar, pero es como que a uno le quema tanto por dentro, que uno sabe que aún prestando un servicio en su patria, seguirá quemando”.
Antes de su regreso, invita a los jóvenes a no temerle a la misión o a una experiencia de voluntariado, pues “uno no va solamente a entregar, sino que se enriquece como persona. Lo que traerán de vuelta en sus maletas y corazones será mucho más de lo que podrían haber pensado que llevaban. Porque mientras más damos, más recibimos. ¡Ánimo!, porque se puede”.
Por Karina Velarde, periodista
Felicitaciones!!
Muy bueno el artículo y muy actual
Sor Aurelia
Felicitaciones!!
Muy buen artículo
Todo real