Qué duda cabe que pertenecemos a una generación privilegiada por su sitial dentro del proceso de transformación cultural producto del desarrollo tecnológico y de la participación de las personas y las instituciones en el mundo digital. Estudios y reportes dan cuenta de sociedades cada vez más conectadas a la red, espacio que se constituye en un mundo paralelo donde priman las identidades virtuales y las interacciones entre los usuarios.
Algunos datos que ilustran el nivel de hiperconectividad en buena parte del globo: se registran unos 3 mil millones de usuarios activos en redes sociales, es decir, casi la mitad de los habitantes de la tierra; un 52% de usuarios reconoce ser influido por las redes sociales en sus compras; al año son enviados más de 107 trillones de correos electrónicos; el promedio de tiempo invertido diario en Whatsapp, aplicación para la mensajería, es de unas 5 horas y de Spotify, aplicación para escuchar música, es de casi 4.
Los que hemos decidido subir al tren supersónico de la tecnología tenemos posibilidades que hasta hace algunos años eran impensadas, como pagar en línea todo tipo de cuentas, conversar fluidamente con familiares o amigos en otros países o continentes o comprar productos en China desde la comodidad del hogar. El boom de internet ha transformado para siempre la manera no solo de ver el mundo, sino de cómo insertarnos y de interactuar con los demás.
Nuestro comportamiento en la red a partir de las acciones que realizamos en computadores o teléfonos inteligentes como comprar, chatear, enviar imágenes,
etc, se traduce en un dato o información que se aglutina y compila y que da lugar a lo que se conoce como Big Data. Se trata de un enorme cantidad de datos
que se generan como un registro de las conexiones e interacciones ¿Cuán grande? Para dimensionar su crecimiento es de utilidad una comparación que realizaba
Eric Schmidt a principios de la década, quien por ese entonces lideraba Google.
Señalaba que en solo dos días del año 2013 se había generado un volumen de datos
similar al registrado en toda la humanidad hasta 2003.
La cantidad de información que circula en la red es tan grande que no puede ser trabajada de manera convencional debido a que supera la capacidad de los programas computacionales utilizados para el procesamiento y análisis de datos. Precisamente este es el desafío que han emprendido las empresas y líderes de opinión, quienes han visto un potencial estratégico en el análisis y gestión de estos datos.
Lo importante NO es la cantidad de datos, sino cómo transformarlos en información estratégica que permita a las instituciones leer y proyectar diferentes escenarios, ejercicio que indudablemente impacta en los planes corporativos. El objetivo es hacer de los datos una herramienta para la toma de decisiones a corto o largo plazo e, incluso, en tiempo real.
El nuevo petróleo
Tal es la importancia de la Big Data que algunos le han llamado el “nuevo petróleo”. Las empresas que ofrecen productos y servicios la utilizan para entender el perfil de los usuarios y saber cómo se sienten en la compra y
consumo de alguno y, desde ahí, lograr posicionamiento de marca. El proceso adquiere especial relevancia cuando las empresas usan la Big Data para adelantarse
a los deseos de los clientes para futuras compras.
El ejercicio más minucioso de este trabajo permite establecer una serie de correlaciones contextualizadas. Por ejemplo, a partir de un álbum de fotos publicadas en las redes sociales se podría obtener el tipo de jeans favorito de algunas mujeres de cierta contextura en cierto punto del mapa.
Hay que tener en cuenta que una plataforma de Big Data, por sofisticada que sea, no está exenta de problemas y dificultades al momento de procesar información. Principalmente existen dos grandes desafíos: La velocidad al manipular los datos debido al volumen y el formato variado (audio, texto, tablas, imágenes, datos encriptados, etc.); y la confiabilidad de los mismos debido a que en ciertas ocasiones es imposible determinar la fiabilidad y procedencia.
Durante los últimos años el mercado ha desarrollado métodos con el propósito de precisar las necesidades de las personas, permitiendo a los proveedores hacer converger de forma certera y oportuna los servicios ofertados y que aquello sea reconocido por el cliente como aporte de valor a su negocio o a suplir sus necesidades.
Estos métodos se basan en analizar e indagar la percepción de las personas en relación a los servicios que consume. A este vínculo se le llama “momento de la verdad”, que son aquellos puntos de contacto entre los consumidores y las marcas.
En el ámbito político
Un caso ejemplar del éxito de las tecnologías Big Data fue el de las elecciones presidenciales de 2012 en Estados Unidos. Barack Obama la utilizó para conocer las necesidades de los votantes y así hacer discursos o programas políticos dirigidos de acuerdo a lo que querían los ciudadanos. De esta manera se impuso ante su opositor Mitt Romney.
Con todo lo anterior debemos asumir que con la sola utilización de un correo electrónico, o de una tarjeta de crédito, qué decir si tenemos perfiles en las redes sociales, ya contribuimos al gran caudal de datos y a la transformación progresiva de cómo nos vemos e interactuamos con el mundo que nos rodea.
Por Joaquín Castro, periodista