Después de 21 maratónicas horas en avión, hemos aterrizado en Tokio, Japón, país diametralmente distinto al nuestro. Mientras en Chile el frío cala los huesos, en el archipiélago nipón está despejado y el sol brillante nos golpea en la cara. Nos flagela una temperatura extrema de 37 grados. La humedad pegajosa se incorpora rápidamente a la ropa y a la piel. Sin embargo, nuestro itinerario no ha terminado, todavía nos quedan tres horas en autobús para llegar a la ciudad costera de Shizuoka.
Rápidamente aplico la técnica de todo turista: registro cada episodio en mi celular. Seamos realistas, uno no piensa ni se imagina volver a Japón el mes próximo.
Recorremos la ruta sin complicaciones, el tráfico es abundante, pero Aya, nuestra guía y traductora, nos dice: “hay momentos que no se puede avanzar por la autopista”.
Tokio, ciudad capital, es encantadora. Combina la belleza del puerto con rascacielos que alcanzan los rayos del sol. La publicidad estática aparece a todo color y en letras extravagantes que solo había visto en los dibujos animados.
La compleja escritura japonesa está basada en dos sistemas ortográficos: el primero compuesto por signos chinos llamado kanji. La segunda se llama kana y tiene dos formas de escritura: el hiragana, desarrollado por mujeres de la aristocracia, y el katakana, creado por monjes budistas, popularizado durante la segunda guerra mundial con el objetivo de distraer y engañar al enemigo.
Las carreteras que nos llevan al Centro de Alto Rendimiento de la Selección Japonesa de Fútbol se entrelazan con los cerros vestidos de verde. La flora y fauna es abundante debido al clima y al relieve. En cada giro del bus se puede apreciar el imponente volcán Fuji, símbolo del país. Es un recorrido maravilloso en el que se puede apreciar que el deporte más popular es el Béisbol debido a la gran cantidad de canchas oficiales e improvisadas que nacen alrededor del camino.
El Béisbol fue introducido en 1860 gracias al profesor estadounidense Horace Wilson, que impartía clases en la Universidad de Tokyo. Con el objetivo de cultivar los cuerpos de sus estudiantes, Wilson empezó a motivarlos con el deporte del bate que por esos años la rompía en Estados Unidos.
Actualmente, la Liga Profesional de Béisbol cuenta con doce equipos repartidos en dos zonas: central y pacífico. La fuerte competencia local y el buen nivel de los jugadores han logrado que Japón tenga jugadores de exportación a ligas de gran quilate.
El viaje concluye, la delegación está acabada, solo queda descansar y recargar energías para la competición.
Despierto de repente, sin sueño; son las 05:30 de la mañana y el sol nos saluda desde arriba; amaneció hace un buen rato. Intento volver a conciliar el sueño, pero es imposible. Decido salir a ventilar el cuerpo con un trote suave. Recorro tranquilamente las calles de Shizuoka; sinceramente voy más atento al lugar que a la calidad del ejercicio. Al girar en la esquina, encuentro una genial sorpresa: una pista de atletismo donde hay cientos de personas entrenando. Algunos corren, otros, los más veteranos, caminan a buen ritmo. Es un lugar fantástico para los que amamos el deporte.
La cultura japonesa tiene un foco muy humano.Priorizan la calidad de vida por sobre todas las cosas, y en ese plan maestro, el uso del tiempo libre se utiliza en actividad física. Es muy raro ver gente con problemas de obesidad en la calle; por lo general, las personas son delgadas. Vuelvo al Centro de Alto Rendimiento para cumplir con mi primera obligación: tomar desayuno.
En Japón la comida más abundante del día es la cena, por sobre el desayuno y el almuerzo. Al lado mío hay tres jóvenes japoneses comiendo pan con huevos revueltos, sandías cuadradas y arroz, mucho arroz. Todo en el mismo plato y con palillos largos de madera que se estrechan en un extremo puntiagudo.
Quedo sorprendido. “Es normal que la gente se sirva todo en un mismo plato y en todas las comidas el arroz esté presente”, me cuenta Aya que, con el correr de las horas, le entiendo más su poco prolijo castellano.
Japón está en búsqueda del éxito futbolístico.En diferentes ciudades replicó el Centro de Alto Rendimiento donde estoy hospedado. El método es simple y efectivo: generar selecciones regionales competitivas para aumentar la base de futbolistas. Estas selecciones juegan con el mismo modelo de juego y están subordinadas por una dirección técnica nacional. En cambio, nosotros solo tenemos un Centro de Alto Rendimiento que está ubicado en Santiago. Tampoco disponemos de captadores regionales para que nos informen de nuevos talentos. Nuestro camino es difuso con la ilusión de que pueda cambiar. Por ahora, el talento está por sobre la organización.
Camino por las canchas del Centro... el campo de juego es abundante, el pasto con color verde intenso, prolijo, ordenado y de calidad. Ese nivel de cancha ni siquiera se encuentra en el mejor complejo de Chile. Es verdad, estoy en el primer mundo. El torneo se desarrolló sin problemas. Nuestra selección chilena Sub 20 respondió a la exigencia y se coronó campeón.
Un día antes de darle la vuelta al mundo, decidimos conocer un poco más. Entramos a un templo budista ubicado cerca de Tokio. Es un gran parque con diferentes caminos rodeados de casas y vegetación tupida. Una de las rutas me lleva directamente a un lugar con múltiples barricas de sake, que es una bebida alcohólica hecha a partir de la fermentación de arroz. Los barriles son muy coloridos y tienen diferentes significados.
Según la leyenda, un emperador japonés intercambió sake con vino occidental para generar nuevas rutas de comercio y para tomarse los vinos que llegaban desde Europa. Al final del parque hay una tienda de recuerdos: palillos, abanicos, el gato de la buena suerte y artesanía tradicional.
Siguiente parada: Shibuya, el paso peatonal más grande del mundo. Llegamos al centro de Tokio para caminar un par de cuadras y nos encontramos con el centro de la ciudad. La gente camina rápido, mirando el piso… está lloviendo y los coloridos paraguas tapan las gotas de agua. En una mirada soslayada, observo un McDonald’s y un Starbucks; es lo más occidental que he visto desde mi llegada. Los japonenses respetan sus antepasados y los dignifican día a día; es muy difícil encontrar gente que hable inglés, casi nadie.
Jamás pensé visitar Japón. Es un destino exótico, variado y emocionante. Me hubiese encantado asistir a una pelea de Sumo, que es el deporte nacional. Sin embargo, las experiencias con el Béisbol y el Fútbol me indican que son los deportes más populares. Además, su preocupación por la vida es admirable.
Estoy en el aeropuerto de Houston esperando el vuelo hacia Chile cuando nos informan que la escalaserá de 13 largas horas.
Por Marco Vera, Periodista