El Día Internacional de la Felicidad es una oportunidad para reflexionar sobre qué significa ser feliz y cómo podemos alcanzar ese anhelo.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, celebrándose por primera vez en 2013. La efeméride reconoce la importancia que cumple en el desarrollo social de las personas y su entorno.
El Reino de Bután, un pequeño país del sur de Asia, fue quien propuso este día a la ONU. Su rey, cuando solo tenía 16 años, decidió que la filosofía de su gobierno se basaría en la felicidad de sus súbditos. Para ello inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB).
Evitando cuantificaciones económicas tradicionales, Bután evalúa el bienestar general de su país en base a un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; conservación medioambiental, preservación y promoción de la cultura, y buena gobernanza.
¿Qué es la felicidad?
El concepto ha sido estudiado durante siglos desde distintas perspectivas, por lo que existen diversas definiciones.
Khedrupchen Rinpoche en 2009 se convirtió en el maestro espiritual más joven de Bután, lugar donde la amabilidad amorosa, compasión, desapego, karma y sentido de comunidad son los pilares de la felicidad.
Uno de sus consejos es: “Recuerda siempre que lo más importante es vivir la vida en el momento presente, y que la felicidad no es un subproducto de factores externos, sino el resultado de condicionar positivamente tu propia mente. La felicidad está al alcance de todos”.
Dios como piedra angular
El P. Osvaldo Valenzuela, secretario inspectorial de nuestra Congregación, sostiene que la felicidad es ese estado permanente de satisfacción en todas las dimensiones de nuestra vida, que para los cristianos brota de la experiencia de encuentro con Dios y sentirse profundamente amados por Él.
“No tiene que ver con estar bien o mal, pues se puede ser feliz incluso en los momentos complejos de la vida, ya que esta es más profunda que los estados de ánimo o emociones pasajeras”, explica.
Agrega que el modelo de felicidad lo encontramos en Jesús y en su profunda relación con el Padre, y por eso ha sido el hombre más feliz, porque nada se anteponía en su comunión con Él, a pesar de que experimentó sus propios momentos de dolor. La vida plena y feliz tiene también sus tiempos de complejidad, sus momentos de cruz (Mt. 16, 24).
¿Qué decía Don Bosco?
“La felicidad fue la finalidad de la propuesta educativo-pastoral de Don Bosco y su horizonte de vida cristiana. Por eso, en su carta de Roma (1884) señala con fuerza su único deseo: que los jóvenes ‘sean felices en el tiempo y en la eternidad’, por eso les escribía, acompañaba y dedicó su vida a su servicio”, explica el P. Osvaldo.
Pablo Castillo, secretario pastoral del Liceo Manuel Arriarán Barros (LAB), explica que el joven Domingo Savio hacía frecuentes actos de contrición para llamar a la santidad, sin embargo, Don Bosco le dijo que la clave no estaba en la mortificación, sino en estar siempre alegres.
Esa búsqueda de la felicidad para los niños y jóvenes sigue viva hoy. Pablo dice que en el Club Domingo Savio del LAB se vive precisamente en lo sencillo, motivando a los niños a ser genuinos, escuchándolos, propiciando que disfruten, jueguen y no se sientan solos.
Pablo Mancilla, coordinador del club, dice: “Yo creo que el mensaje de alegría y felicidad que dejó Don Bosco a Domingo se vive en cada momento, desde que comenzamos con la dinámica, hasta que cerramos con la oración final. Nuestros ‘chumingos’ son una fuente de mucha energía y eso nos motiva”.
¿Qué dice la sicología?
La psicóloga Katherine Ossa (@ps.katherineossa) sostiene que la felicidad es un estado emocional que posee una fuerte carga a nivel cognitivo y tiene relación directa con el significado que les damos a nuestras experiencias más satisfactorias, así como la gratitud que podamos experimentar con las situaciones de la vida y entorno.
“Desde la psicología existencial humanista, me parece muy lógica la conexión de la felicidad como parte del proceso de la búsqueda de sentido y autorrealización de los seres humanos”, dice.
Agrega que los estados de felicidad también se pueden obtener luego de momentos de crisis, donde logramos otorgar un significado satisfactorio a nuestros aprendizajes. Por lo tanto, no solo es la constante búsqueda de placer y negación de situaciones o emociones aversivas, sino el todo de nuestra existencia.
Resalta la importancia de comprender que no se trata solo de voluntad, ya que son muchos los factores que propician o no esta posibilidad, tales como contexto socioeconómico, salud física y mental, entre otros.
¿Existe una receta?
Para la psicóloga, teniendo en cuenta que somos seres biopsicosociales, mantener cierto equilibrio entre nuestra salud física, psíquica, social y biológica nos acerca a esos estados orgánicos del día a día. Aunque es relevante destacar que ese equilibrio no nos asegura sentirnos felices.
El P. Osvaldo dice que ha descubierto que la felicidad no está en las cosas que se tienen, cargos o estatus. A veces se puede tener todo, pero no ser feliz.
“Estoy aprendiendo que mientras más sencillo se viva, más feliz se es. Y esto es porque la felicidad brota desde nuestro interior, de ese sentimiento de satisfacción y aceptación con uno mismo, y para nosotros, cristianos, de encontrar a ese Dios- Amor ahí”.
Por Antonella Ferma, periodista