Editorial 225

Editorial

VERSIÓN INTERACTIVA

Querida Familia Salesiana:

Esta es mi última editorial como inspector de los Salesianos en Chile. Me despido con profunda gratitud tras seis años maravillosos como primer responsable de la animación carismática de este vasto movimiento de personas vinculadas a la vocación y misión de Don Bosco.

Cada uno de ustedes ha sido parte esencial de este viaje, lleno de desafíos, oportunidades, crecimiento, amor y compromiso. Agradezco la colaboración y apoyo incondicional de cada uno de ustedes y de todos los grupos que componen esta gran familia espiritual.

Quisiera invitarlos, una vez más, a continuar la misión de Don Bosco, la cual se inserta en la común vocación cristiana al apostolado. Esta responde a un don espiritual que es de origen carismático: es el Espíritu del Padre y del Señor Resucitado el que, de manera similar al pasado, cuando destinó a Don Bosco a trabajar con jóvenes y clases populares, continúa enviándonos a perpetuar su apostolado juvenil, popular y misionero a lo largo de la historia.

Ese envío particular está mediado, entre otras circunstancias, por los signos de los tiempos. Para nosotros, las necesidades, expectativas, aspiraciones y exigencias espirituales de la gente sencilla, pueblos aún no evangelizados y la juventud, especialmente la más desfavorecida, son signos a través de los cuales el Espíritu, con el cambio de los acontecimientos y diferentes contextos sociales y culturales, nos convoca a los diversos grupos de la Familia Salesiana a desplegar nuestra misión.

Chile necesita hoy de la Familia Salesiana para responder a tantos desafíos que viven los jóvenes junto a la gente sencilla, quienes necesitan inserción social y herramientas que les garanticen un mejor futuro, como los migrantes y quienes están en riesgo de abusos y agresión.

En la realidad que enfrentamos, los adolecentes y jóvenes corren riesgo de perderse en las calles de nuestras poblaciones, por las pandillas, drogas e, incluso, trata de personas. Esta situación nos interpela carismáticamente a dar respuesta, por lo que requerimos del Espíritu Santo para que nos conceda sabiduría y fortaleza en emprender con parresía evangélica las acciones necesarias para mejorar las condiciones de vida de quienes más lo necesitan.

Gracias, nuevamente, por permitirme conocerlos y compartir con ustedes la vida. Soy testigo de la acción de Dios en ella y de todo el bien que se realiza a través nuestro.

Que Jesús, que quiere renacer en nosotros esta Navidad, nos permita ser fieles al carisma recibido y nos ayude, por la intercesión de su Madre, la Auxiliadora, en nuestra misión salesiana.

VERSIÓN INTERACTIVA

Con afecto, P. Carlo Lira Airola, Inspector

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