El que no sueña, no se mueve

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VERSIÓN INTERACTIVA

A partir del bicentenario del sueño de Don Bosco se nos invita a soñar. Sueños que pueden llevarnos a la acción y a la realización de un proyecto de vida fecundo y feliz.

“Los sueños, sueños son”, sostenía Calderón de la Barca en su célebre libro ‘La vida es sueño’, desesperanzadora afirmación y postura que poco tienen que ver, por ejemplo, con la vida del propio Don Bosco.

El sueño de Juanito a los nueve años, al que nos remite el rector mayor en su Aguinaldo 2024, fue una “manifestación anticipadora y profética” de lo que sería la prolífica vida y obra de Don Bosco y de toda la Familia Salesiana.

¿Puede un sueño anticipar acontecimientos y servir de base para desarrollar un proyecto de vida? Claro que sí, y lo confirman las últimas investigaciones de los psicólogos de la felicidad.

¿Cuál es tu propósito?

“Quién no sueña, no se mueve”, asegura Rebeca Gómez, profesional del Instituto Europeo de Psicología Positiva. “Perseguir los sueños con realismo es una combinación imprescindible para alcanzar el éxito”, agrega.

José Luis Izquierdo, conferencista español, considera que “es muy importante tener una lista de sueños y cosas que quieras hacer, que de verdad te apetezcan, llamen la atención y te hagan levantar por la mañana. De eso se trata la vida: de tener pequeñas ilusiones”.

El propósito, según los expertos, es el porqué de nuestra existencia, aquello que da sentido a lo que hacemos y que se convierte en una brújula motivacional de nuestras acciones, decisiones y sacrificios.

Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los padres de la psicología positiva, explica en su libro “Flow” que tener un propósito es poseer una intención fija en la mente, que nos lleva hacia aquello que es significativo para nosotros.

El desafío radica en la falta de claridad acerca del objetivo de nuestras vidas, ya que cuando la razón fundamental de nuestra existencia no suele estar clara, genera un vacío que afecta directamente nuestro bienestar.

Marián Rojas Estapé, psiquiatra, destaca: “La felicidad depende del sentido que cada uno le da a la vida, tener un propósito por el cual vivir. Somos una sociedad que ha perdido el sentido de la vida. Lo hemos sustituido por otras cosas: sensaciones, redes sociales, pantallas, pornografía, alcohol…”.

La investigación dirigida por la psicóloga Mei-Chuan Wang, de la Universidad de Memphis, Estados Unidos, señala que tener un propósito de vida ayuda a reducir el estrés, tendencias suicidas y a mejorar el estado de salud.

Deja que fluya

Encontrado nuestro propósito en la vida, muchas de las actividades que realizamos y que están alineadas con el mismo resultan gratificantes y agradables.

Como dice el refrán, “si haces lo que te gusta, no trabajarás ni un día de tu vida”.

Las tareas resultan más fáciles y con menos esfuerzo, favoreciendo el estado de concentración intenso, creatividad, disfrute y sentimiento de plenitud. Es lo que el doctor Mihaly Csikszentmihalyi llama “la experiencia óptima”.

Es cuando la persona “fluye”. Cuando está completamente inmersa y enfocada, participando y disfrutando sus objetivos. Esto potencia el desempeño y eficiencia.

Sueños de Dios

Las Sagradas Escrituras nos muestran que Dios también puede hablarnos e inspirarnos a través de los sueños, como lo hizo con Don Bosco, para alcanzar una realización profunda.

Encontramos en la historia de la salvación muchas personas que mientras dormían recibieron mensajes de Dios; Abraham soñó con ser el padre de una gran multitud; José, con salvar una nación y a su propia familia; Moisés, con liberar al pueblo de Dios, y San José recibió la misión de aceptar a María y rescatar a Jesús.

¿Cómo encontrar mi propósito?

Tchiki Davis, doctora experta en psicología de la felicidad e informática, sugiere en su libro ‘Sé más inteligente que tu teléfono’ algunos pasos para encontrar nuestro propósito de vida.

• Paso 1: Descubre qué te impulsa.

¿Qué dolor, injusticia o infelicidad has atestiguado? ¿Hay algo que te toque tan profundamente que te impulse?

• Paso 2: Descubre qué te energiza.

No basta con conocer el problema que quieres resolver; hay que pensar cuidadosamente la forma en que quieres solucionarlo. Entonces, pregúntate: ¿Qué me energiza?

• Paso 3: Averigua por qué estás dispuesto a sacrificarte.

Cuando encuentras algo por lo que estás dispuesto a sacrificar mucho, sabes que has encontrado tu propósito. Pregúntate: ¿Por qué estoy dispuesto a sacrificarme?

• Paso 4: Descubre a quién quieres ayudar.

Al averiguar la persona o personas específicas que deseas ayudar, puedes encontrar más fácilmente tu propósito. Pregúntate: ¿A quién quiero ayudar?

• Paso 5: Descubre cómo quieres ayudar.

Debes descubrir cómo puedes usar mejor tus pasiones y habilidades para lograr tus objetivos y resolver tus problemas únicos. Pregúntate: ¿Qué me gusta hacer?, ¿cómo aplico esta pasión a mi propósito?

VERSIÓN INTERACTIVA

Por Alejandro Manríquez, periodista

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