Estimados miembros de la Familia Salesiana, amigos de Don Bosco:
Querida Familia Salesiana, a 50 años del Golpe de Estado de 1973, los obispos de Chile nos invitan a ser constructores de paz.
Nos encontramos en un momento trascendental de la historia de Chile, marcado por el recuerdo doloroso, “una herida abierta”, como dicen los obispos, que cambió la vida de millones de personas hace medio siglo.
Recordamos con respeto y empatía a todas las víctimas de aquel período y, al mismo tiempo, nos enfocamos en el presente y futuro, en nuestra misión de construir un mundo mejor a través de la educación y evangelización.
El llamado de los obispos es a respetar, ante todo, a la persona humana: “La dignidad y el respeto por la vida, desde la concepción hasta la muerte, es el principio fundamental de todo orden social, lo que exige el cuidado irrestricto de los derechos humanos como base de nuestra convivencia”.
“La violencia nunca es un camino legítimo, ni para imponer o combatir ideas, ni como medio para promover demandas sociales o políticas de grupo, tampoco como método para obtener por la fuerza beneficios económicos o materiales. El apego al Estado de Derecho es indispensable para resguardar este valor”, añaden.
Como miembros de la Familia Salesiana estamos llamados a ser constructores de la paz, llevando adelante la misión que nos ha sido confiada: formar buenos cristianos y honestos ciudadanos.
La paz no es solo la ausencia de conflicto, sino la presencia activa de la justicia, fraternidad y unidad en nuestras vidas y sociedad que nos rodea. Los jóvenes son el pilar fundamental de nuestro trabajo y son los actores claves en la construcción de un Chile mejor. Como educadores y evangelizadores tenemos la responsabilidad de guiarlos hacia un camino de valores sólidos y principios éticos.
A través de la educación podemos empoderarlos con el conocimiento y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas y ser agentes de cambio en sus comunidades. La evangelización, por su parte, proporciona una base espiritual que les ayudará a enfrentar los desafíos de la vida con esperanza y compasión.
La Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, en los números 202 y 207 señala: “Es imprescindible cuidar el diálogo y el acuerdo social y político como base para la construcción de un proyecto común de país, evitando imposiciones ideológicas y posturas extremas, o modelos de desarrollo que se imponen por la fuerza o por mayorías políticas circunstanciales”.
La construcción de un mejor país, según señala el Santo Padre, “se trata de un diálogo abierto y respetuoso, que busca puntos de contacto entre todos y le preocupa auténticamente el bien del país. No es el mero consenso superficial y negociador, sino la búsqueda conjunta del bien común, respetando la verdad de la dignidad humana”.
En este Mes de la Patria reflexionamos sobre nuestro papel como miembros de la Familia Salesiana y el compromiso por generar encuentro y entendimiento.
Nuestra labor va más allá de las aulas y las capillas, ya que tenemos un compromiso constante de modelar el amor, la solidaridad y la justicia en todo lo que hacemos.
Al recordar el pasado, aprendemos lecciones cruciales sobre los peligros de la división y el autoritarismo. Al mirar hacia el futuro, nos esforzamos por construir una sociedad donde todos sean respetados y valorados. En este camino hacia la paz, cada uno de nosotros desempeña un papel vital.
Nuestros esfuerzos individuales y colectivos, guiados por la visión de Don Bosco, pueden generar un impacto significativo en la transformación de nuestra sociedad. Sigamos acogiendo el llamado de los obispos y trabajemos juntos para construir un Chile y un mundo más justo, fraterno y unido. En comunión y compromiso: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9).
Con afecto, P. Carlo Lira Airola, Inspector
Un profesor de la Universidad Católica Silva Henríquez expresó que no se puede entender el período del proceso vivido en Chile en la segunda mitad del siglo XX sin la figura del Cardenal Raúl Silva Henríquez. Un referente como persona, como sacerdote salesiano, como pastor de la Iglesia de Chile. El cardenal del Pueblo, quien hizo grandes esfuerzos para mediar en la crisis política y quien fue, después del golpe de Estado, el promotor de una Iglesia que debe ser voz de los que no tienen voz, quien supo reconocer “el alma de Chile”, anunciar a Jesucristo y denunciar las violaciones a los derechos de las personas. Con él aprendimos a valorar el Concilio Vaticano II y la Doctrina Social de la Iglesia. A personas como él, como el padre Egidio Viganó, le debemos estar viviendo hoy el Sínodo de la Sinodalidad.