“Siendo muy joven recibí la invitación de ser apóstol en el MJS e hice la promesa de servir al Señor a través del acompañamiento a otros y el servicio a los jóvenes. Hoy no olvido esa promesa”.
Como cada asociación de la Familia Salesiana, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) tiene en su ADN el carisma que Don Bosco heredó a nuestra congregación.
Aproximar a los niños y jóvenes a Jesús hablando su lenguaje, a través de la alegría y los juegos, brindando respuestas a sus anhelos de aceptación, pertenencia, acogida y cariño, forma parte de la misión salesiana que ha tocado los corazones de miles de personas, quienes continúan siendo apóstoles dondequiera que estén.
Es el caso de muchos exestudiantes que, guiados por la vocación, han mantenido su servicio desde diferentes espacios dentro de la congregación. Es el caso de Marcela Yáñez, actual rectora del Liceo Manuel Arriarán Barros, de La Cisterna, quien estudió en el Colegio Salesiano de Macul Camilo Ortúzar Montt (COM) y en el Liceo María Auxiliadora de Avenida Matta.
Cuenta que desde su infancia conoció a Don Bosco a través de los relatos de los educadores salesianos del COM. “Me lo presentaron siempre como un padre cariñoso que nos invitaba a vivir la santidad con alegría. Luego, con las hermanas conocí a Madre Mazzarello y a través de ella pude reconocer, desde mi ser femenino, mi vocación como salesiana comprometida en la tarea de acompañar a otros”, relata.
Fue parte del grupo asociativo Amigas de Laura Vicuña (ALVI), del equipo Campo- Bosco que funcionó en El Patrocinio de San José por largos años y del Movimiento Juvenil Salesiano. “Mi formación, desde los cinco años, ha estado marcada por el espíritu salesiano. Crecí en un clima de familia y en él he sido muy feliz. Todo ello me compromete más con la misión, porque quiero que otros vivan lo que yo viví desde la infancia”, dice.
“Siendo muy joven recibí la invitación de ser apóstol en el MJS e hice la promesa de servir al Señor a través del acompañamiento a otros y el servicio a los jóvenes. Hoy no olvido esa promesa. En el camino que he recorrido como madre y educadora salesiana, siempre he intentado hacer vida lo que prometí y espero que la Auxiliadora me siga acompañando en ese compromiso”, agrega.
Una experiencia que deja huella
Explica que tanto en su vida familiar como laboral busca ser expresión de optimismo, alegría y testimoniar que la vida que le ha sido regalada no es solo para ser feliz ella misma, sino que, además, para hacer felices a los demás.
Esta vocación ha sido un camino. Primero estudió Licenciatura en Lingüística y Literatura en la Universidad de Chile y trabajó en una editorial, pero notó la falta de contacto con personas a quienes entregar sus aprendizajes. Por esto estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica, buscando que otros vivan su experiencia con la educación salesiana.
“En mi servicio como rectora del LAB intento animar y activar el amor por los jóvenes entre los educadores y familias con los que compartimos la misión de llevar adelante el proyecto de Don Bosco en La Cisterna”, enfatiza.
Al reflexionar sobre cómo impactó el MJS en su vida, Marcela revela que la marcó profundamente, reconociendo que gran parte de lo que es hoy, así como su camino vocacional y decisiones, se deben a su familia, la formación salesiana recibida por los colegios en los que se formó y las experiencias apostólicas de las que fue parte y a las que sigue perteneciendo.
“El MJS no sólo marcó una etapa de mi vida, sino que contribuyó a formar lo que hoy soy como mujer y educadora salesiana”.
Por Antonella Ferma, periodista