Las 22 escuelas de nuestra red educativa salesiana cuentan con el Programa de Integración Escolar, el que ya comienza a reflejar los frutos de la inclusión.
Hasta hace algunos años era común escuchar referirse con palabras fuertes y ofensivas a los niños con necesidades educativas especiales (NEE), adolescentes y jóvenes que, a la hora de asistir a un colegio, debían enfrentarse al ritmo de establecimientos que no estaban adaptados a sus condiciones.
Esta realidad cambia poco a poco en Chile gracias a normativas, decretos y leyes de integración que están permitiendo a los niños acceder a la educación regular.
Para ello se están fortaleciendo los Programa de Integración Escolar (PIE), los que entregaron estrategias pedagógicas diversificadas para favorecer el aprendizaje de todos los estudiantes, especialmente de aquellos con NEE.
Si bien la implementación del PIE en los colegios no es obligatoria, la Congregación Salesiana en Chile tomó tempranamente la decisión de asumir la tarea de integrar en sus aulas a niños con NEE.
Hoy, los 22 colegios de nuestra red educativa cuentan con equipos de profesionales PIE. Existen, además, una coordinación y una comisión nacional PIE que velan para que esta integración se lleve a cabo eficazmente.
De la integración a la inclusión
La integración y el cambio cultural que implicó incorporar estudiantes con NEE en las aulas no fue fácil, dado que surgieron resistencias.
“Costó que algunos profesores aceptaran que otros profesionales intervinieran en la sala. Afortunadamente, ahora hay una mirada mucho más colaborativa y que valora el conocimiento que pueden adquirir los educadores de otros profesionales”, destaca Vanesa Páez, asesora pedagógica del Equipo Inspectorial de Educación y coordinadora PIE a nivel central.
En la incorporación de estudiantes con necesidades educativas especiales en las aulas se distingue entre dos enfoques: integración e inclusión. Mientras que el primero se centra en la normalización de la vida de los jóvenes con NEE, la inclusión abarca a todos los estudiantes, reconociendo y valorando la diversidad en el entorno educativo y no solo en aquellos con discapacidades, promoviendo así un enfoque más equitativo.
“Para que la inclusión resulte es clave la labor e iniciativa de los equipos directivos. No diferenciar entre niños del PIE y los regulares. Los colegios deben tener una sola mirada hacia todos los estudiantes”, agrega Vanesa.
Desde la comisión PIE concuerdan en que el proceso de inclusión ha sido arduo, de mucha conversación y reuniones con los docentes para dar a entender el ritmo de cada estudiante y ayudarlos a superar las barreras de aprendizaje.
Iniciativas interesantes han surgido a raíz de este diálogo para potenciar las habilidades de los educadores, como el Diplomado en Estrategias de Inclusión creado desde la coordinación PIE y dictado en la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH). El curso estuvo enfocado no solo para los equipos PIE, sino para todos los profesionales de los colegios.
Desde la coordinación se ha trabajado, además, en mejorar la estructura de los denominados Planes de Apoyo a la Inclusión Escolar que existen en cada colegio salesiano y que fiscaliza el Ministerio de Educación.
Ley TEA
Si bien los colegios salesianos desde hace años incorporan estudiantes con Trastorno de Especto Autista, la Ley TEA –promulgada en marzo de este año– implicó un nuevo desafío para los establecimientos.
Esta normativa asegura el derecho a la igualdad de oportunidades y resguarda la inclusión social de las personas con el trastorno, eliminando cualquier forma de discriminación.
La ley ha servido, por ejemplo, para reforzar la concienciación del TEA en todas las comunidades educativas y para fortalecer la inducción de estos estudiantes y sus familias en los colegios salesianos. El objetivo es que puedan sentirse más a gusto y acogidos en los diversos ambientes escolares.
Desde la comisión PIE crearon, además, un protocolo de contención que entrega herramientas a los docentes y a toda la comunidad en caso de descompensaciones o reacciones que pueden presentar algunos estudiantes.
¿Y los estudiantes de colegios técnico-profesionales?
“Cuando se comenzaron a impulsar las políticas de integración escolar no se tomaron en cuenta realidades técnico-profesionales como las nuestras”, señala Sergio Chacana, coordinador pedagógico del Colegio Técnico Industrial Don Bosco de Antofagasta.
“El PIE siempre se visualizó para los niños más pequeños. Si uno busca material didáctico en el programa de integración, el 90% está pensado para estudiantes de educación básica. Ni hablar de educación media y menos del área técnica”, agrega.
La falta de conocimientos y herramientas conllevó a que los profesionales PIE no pudieran extender el vínculo con los jóvenes más allá de segundo medio, lo que de manera local se ha revertido paulatinamente.
“Hace cuatro años el colegio dio un paso importante y decidió acompañar también a los muchachos de tercero y cuarto medio en sus módulos, talleres e incluso estamos en sus prácticas profesionales”, señala Karla Ruidíaz, coordinadora PIE en el colegio antofagastino.
“Fuimos a las empresas y preparamos a los supervisores y jefes de taller que iban a atender a esos estudiantes para que supieran qué hacer, por ejemplo, ante las posibles descompensaciones que pudieran tener los muchachos”, explica Sergio Chacana, encargado del Área Pedagógica.
Según comentan los docentes, la experiencia ha sido muy bien evaluada por las empresas que reciben a los estudiantes en especialidades como Mecánica Automotriz y Hotelería.
Este caso ejemplar de éxito ha despertado el interés y motivación de otros colegios técnico- rofesionales del país y extranjero, quienes quieren conocer la experiencia de Antofagasta, lo que los llevó a realizar, en agosto, el seminario “Promoviendo la Inclusión en la Educación Técnico-Profesional: relación virtuosa entre educación y empresas”.
“Al seminario asistieron cien personas y más de 500 lo vieron telemáticamente. Despertó mucho interés en otros colegios técnico- profesionales, precisamente porque están presentando las mismas problemáticas que tuvimos nosotros hace cuatro años”, concluye el coordinador pedagógico.
Por Alejandro Manríquez, periodista