“Nosotros servimos al Señor. Le pedimos siempre que nos guíe para llevar el mensaje a otros papás. Eso es lo que a mí me llena, porque es un antes y un después. Te cambia el alma”.
Juan Daniel Luna Delgado (42) se siente orgulloso de ser salesiano. Es exestudiante del Centro Educativo Salesianos Alameda y desde 2017 participa del Encuentro de Papás en el Espíritu del mismo establecimiento (EPE). Vive junto a su madre, María Ana; su hijo Rodrigo -también exestudiante salesiano- y su mascota Pirimpimpín, con quienes cultivan un vínculo de amor y una devoción a la Virgen de Lourdes y adhesión a la espiritualidad salesiana. Su hogar, en Estación Central, está lleno de imágenes de su padre, hermana y sobrinos.
Para Juan, la crianza no ha sido tarea fácil. “Es un camino de continuo aprendizaje, con altos y bajos uno va logrando cosas, de a poquito a veces”, expresa.
Su principal temor es que su hijo sufra. “Siempre le digo que afuera hay una selva. Te vas a encontrar con muchos inconvenientes y quizá con muchas piedras en el camino. Y uno como padre sabe que su hijo se va a equivocar, pero uno le quiere prevenir”, reflexiona.
“Uno cree que lo está haciendo perfecto. Pero esta experiencia, la vida y los tropiezos te van diciendo: ‘¿Sabes?, no lo estás haciendo bien’, y eso es una de las primeras cosas que uno aprende en EPE, que quizá no lo estoy haciendo tan bien como creía”, agrega.
Mejorar el mundo
Es esencial para los padres y madres tener una red de apoyo que los ayude y contenga en las diversas etapas de la crianza de los hijos. Parientes o amigos que sean un sostén en los momentos más difíciles. Para Juan, la comunidad de EPE es todavía más, porque además de compartir y escuchar sus experiencias como papás, cultivan su fe en Dios Padre.
El lema del grupo es “Juntos mejoraremos el mundo”, y es así como él, junto a otros 60 papás, se reúnen todos los jueves en Salesianos Alameda para ser esos agentes de cambio que nuestra sociedad necesita. “Siempre estamos al servicio del Señor, de las actividades pastorales del colegio o santuario. Como somos el grupo más grande, damos justamente la posibilidad de apoyar a otros”.
Han colaborado con Fundación Don Bosco y realizan jornadas misioneras con la finalidad de que se establezca un grupo EPE en cada una de las obras salesianas. Durante el último tiempo realizaron dos, en Salesianos Copiapó y El Patrocinio de San José.
Cuando lo invitaron a la jornada EPE siendo apoderado, pensó que sabía de qué se trataba por estar en un ambiente salesiano toda su vida, pero jamás dimensionó cómo impactaría en su vida. “Te hace una vuelta de 180 grados, te mueve el piso, pero positivamente, y cuando termina la jornada necesitas ir a abrazar y hablar con tu familia”.
El amor, respeto y admiración que Juan siente por su comunidad EPE se nota en sus palabras. “Nosotros servimos al Señor. Le pedimos siempre a Él que nos guíe para llevar este mensaje a otros papás. Eso es lo que a mí me llena, porque es un antes y un después. Te cambia el alma”, comenta emocionado.
Darse un regalo
El Papa Francisco anima a los padres a ser pacientes con sus hijos. Para Juan, la paciencia es esencial. “Estoy totalmente de acuerdo, porque te da la posibilidad de ver cómo van sucediendo las cosas y, ante eso, ir orientando y guiando correctamente. Te puedo decir que la paciencia no es mi gran virtud, pero por lo mismo es primordial”.
“Quiero mucho a mi hijo, madre, amigos, familia, hermana y mis dos sobrinos preciosos… Una de las características de nuestro grupo es el cariño que nos tenemos. Cuando nos saludamos, nos damos un abrazo en donde sientes cariño, amor y estimación”.
Juan realmente desea ser ese puente de aguas turbulentas del que habla Camilo Sesto, canción símbolo de EPE Alameda. El tema dice: “Siempre tendrás mi mano, mi amistad. Tus sueños van camino de la luz, cruza el puente sobre aguas turbulentas, no te dejes arrastrar. Déjame que yo sea ese puente, cuando decidas cruzar”.
Por eso envía un mensaje a todos los papás de estudiantes salesianos: “Lo mejor que les puedo decir es que EPE es un regalo que se tiene que dar y, si algo puedo garantizar, es que no se van a arrepentir”.
Por Karina Velarde, periodista