“He visto cómo el Señor trabaja entre nosotros”

El P. Carlo Lira repasa algunos elementos de su servicio como Inspector de los Salesianos en Chile, ya en su sexto y último año. De acuerdo a las Constituciones Salesianas, corresponde el nombramiento de un nuevo superior provincial que asumirá a partir de enero de 2024.

Don Bosco decía que María Auxiliadora es la Virgen de los tiempos difíciles. Bien sabe de aquello el P. Carlo Lira, provincial de los Salesianos en Chile, en cuyo mandato -ya en su sexto y último año- le ha correspondido enfrentar, por ejemplo, un estallido social en nuestro país en octubre de 2019, la pandemia del Covid-19 que llegó a nuestro territorio en marzo de 2020 y el desafío de continuar avanzando en los esfuerzos por la prevención de abusos y la construcción de ambientes sanos y seguros.

En mayo de este año 2023, el P. Stefano Martoglio, vicario del Rector Mayor, realiza la consulta que ayudará al P. Ángel Fernández, junto a su consejo, a nombrar a quien sucederá al P. Carlo a partir de enero de 2024.

Desde lo más íntimo, ¿qué es lo más enriquecedor para usted en este período como inspector?

“Para mí ha sido tocar con mis manos la obra de Dios. En este período he sido testigo de lo que Dios va realizando en cada una de nuestras casas. ¡Hay mucha vida en cada una de las presencias salesianas! Familias, jóvenes, personas que reciben de la obra del Señor. He visto cómo el Señor trabaja entre nosotros. Además, he tenido la oportunidad de conocer más profundamente a mis hermanos salesianos”.

–¿Qué aspectos le han sorprendido durante este sexenio?

“La verdad, nunca pensé la envergadura que tiene la Congregación, a nivel provincial, regional y mundial. Uno se va dando cuenta del sentido de Iglesia, que es una comunidad de comunidades. Hoy tengo vínculos con personas de otros continentes, culturas e idiomas, y eso también es una riqueza enorme. También ha sido muy enriquecedor descubrir los distintos grupos de la Familia Salesiana. La pluralidad de formas que ha tomado esta espiritualidad cristiana vivida al estilo de Don Bosco”.

–¿Pensó en algún momento que sería el inspector de los Salesianos?

“Nunca lo esperé. Tampoco dimensionaba lo que significa esta responsabilidad. Fui durante mucho tiempo consejero inspectorial, pero es muy distinto ser consejero que inspector. Porque una cosa es dar tu opinión, poner un criterio, pero finalmente el que toma las decisiones es el inspector”.

–Le tocó enfrentar un sexenio con acontecimientos complejos, estallido social y pandemia incluidos…

“El primer acontecimiento difícil ocurrió en enero de 2018, cuando recién asumía. La venida del Papa Francisco a Chile agudizó la sensibilidad de víctimas por situaciones de abusos que reabrieron heridas. Ha sido un desafío al cual hemos respondido avanzando decididamente en la construcción de ambientes sanos y seguros en nuestras obras, libres de todo tipo de abusos, pero ha sido lo más duro que me ha tocado enfrentar, porque se generan desconfianzas y dolores que son muy difíciles de sanar. Hay que poner mucha mano de Dios ahí.

Después estuvo el estallido social. Tuvimos que ver cómo acompañar esos procesos. Particularmente a los jóvenes que, desde el ideal, buscan una sociedad mejor. Hemos tratado de trabajar mucho en la conciencia ciudadana, en cómo sentirnos comprometidos en la construcción de un país más justo y fraterno, pero que, al mismo tiempo, genere oportunidades de crecimiento”.

–Y después vino la pandemia, que lo encontró en Italia…

“Sí, estábamos en Turín. Después de muchos años logramos vivir un Capítulo General en la casa madre, donde Don Bosco realizó su obra. Fue una experiencia única encontrarse con todos los inspectores del mundo. El Espíritu nos iluminó y nos hizo preguntar qué tipo de salesianos debemos ser para los jóvenes de hoy. Estábamos viviendo una experiencia de trabajo muy dinámica… Pero, de repente, empezaron a salir las noticias de que el virus había llegado a Italia y que las reuniones se restringirían. ¡Y nosotros éramos más de 200 personas reunidas! Así que rápidamente tomamos las decisiones capitulares.

Alcanzamos a salir de Italia justo antes del cierre de las fronteras y al llegar a Chile tuve que estar seis meses en cuarentena. En ese encierro, empezamos a ver cómo animar y acompañar a los hermanos desde lo digital, una experiencia totalmente nueva para mí. En ese momento todos nos vimos desafiados: profesores, miembros de la Familia Salesiana, parroquias… Luego, la presencialidad ha sido un proceso lento de retomar. Especialmente en la pastoral vocacional, porque el acompañamiento a distancia no es lo mismo que el tú a tú”.

–Durante la pandemia pudimos ver el esfuerzo que se realizó en los colegios para asegurar la educación de los estudiantes a través de ayudas como las conexiones a internet. Pero también la Congregación se abrió a acoger vacunatorios, residencias sanitarias…

“Sí, eso fue algo que se dio casi de inmediato. Dijimos: ‘¿Cómo podemos ayudar más concretamente?’. En todas las presencias se trató de apoyar a las familias que estaban con necesidades. Pero más allá de lo local, como Inspectoría, pusimos nuestras casas de retiro a disposición de la autoridad sanitaria para que las pudieran ocupar. Fue una muy buena experiencia”.

–En su período, también se ha avanzado en la incorporación de los colegios salesianos a la gratuidad…

“En la década del 90 todavía había en nuestra provincia algunos colegios particulares pagados. Desde entonces, con la idea de llegar a todos los jóvenes, especialmente a los más pobres, se decidió que todos pasaran al sistema subvencionado con financiamiento compartido. Luego, antes de la aprobación de la Ley de Inclusión en 2015, la decisión fue por la gratuidad en todas nuestras obras educativas escolares. Trece ya están en este régimen, lo que impacta a cerca del 70% de los niños, adolescentes y jóvenes que se educan en nuestros ambientes.

No ha sido fácil, porque no todos los colegios tienen las condiciones para un cambio de esta naturaleza, pero seguimos avanzando hacia ese horizonte.

–Otro proceso que se ha dado fuertemente en su sexenio es la transición a la gestión laical de las obras salesianas…

“Ese es un proceso que comenzó con el P. Alberto Lorenzelli. Ha significado confiar, formar y acompañar a los laicos que están asumiendo la gestión de las obras. Una de las primeras que pasó a gestión laical fue Valdivia. Yo creo que fue muy bien elegida, porque era una obra donde existía un núcleo de laicos comprometidos, de Salesianos Cooperadores que daban la seguridad de que, a pesar de que no estuvieran los religiosos directamente, vivirían el carisma. Y, de hecho, así ha sido.

Posteriormente, hemos ido tomando más decisiones, porque nosotros como salesianos vamos disminuyendo numéricamente, pero va creciendo la atención de las obras y de las personas. Cuando yo entré a la congregación éramos más de 250 hermanos, hoy no alcanzamos los 100. Sin embargo, no estaban los colegios de Copiapó, Antofagasta ni Alto Hospicio, no existían la universidad, la fundación, las obras sociales. La Inspectoría ha tenido una vitalidad misionera muy fuerte.

Que los roles de gestión los asuman laicos ha permitido que nosotros, los salesianos, podamos hacer más acompañamiento y formación. Ante la disminución en la cantidad de salesianos, hemos apostado por la calidad. Por eso, la formación ha sido fundamental. Establecimos, por ejemplo, un núcleo de personas a nivel local y nacional formadas en salesianidad tanto en el Diplomado Pedagogía Salesiana que se realiza con la Universidad Silva Henríquez como en la experiencia de formación en el Centro Salesiano de Formación Permanente de Quito”.

¿Cómo ve a los jóvenes actuales y qué desafíos presentan para la Familia Salesiana en general?

“Lo que me gusta de la juventud actual es que lucha por grandes ideales. Esta juventud es auténtica, espontánea y no teme al qué dirán. No trata de complacer a la autoridad y eso genera problemas. Porque los jóvenes de hoy no son fáciles de conceder autoridad ni a su familia. Te ganas la autoridad en la medida en que te ganes la confianza. Y eso es muy salesiano. Si seguimos el ejemplo de Don Bosco, ganando el corazón de los chiquillos ganamos su confianza, una autoridad no en el sentido de mandarlos por el poder, sino de ayudarlos y acompañarlos en sus procesos.

El protagonismo juvenil es un tema que a mí me interesa mucho. Nuestra pastoral tiene una propuesta buena, pero que no ha sufrido un gran cambio desde los últimos 20 años. En el 2015, en camino al Bicentenario de Don Bosco, se hizo un esfuerzo por innovar, pero hoy los cambios son tan rápidos que aún esas adaptaciones se van quedando atrás. La única manera de responder realmente a lo que los jóvenes necesitan es incluirlos a ellos en el proceso”.

–Finalmente, ¿qué mensaje le daría a todos los miembros de la Familia Salesiana?

“Me gustaría que todos pudieran ver lo que Dios sigue haciendo a través de nosotros y, a veces, a pesar de nosotros. Dios está actuando y no hay mayor gozo para un creyente que ver vivo a Jesucristo. No he tenido una aparición sensible del Resucitado, pero en estas experiencias con los hermanos reconozco su presencia. Y eso aumenta mi fe, eso alimenta mi esperanza y me da fuerza para la caridad. Por lo tanto, les deseo a todos mis hermanos Salesianos, a las Hijas de María Auxiliadora, a los cooperadores y, en fin, a todos los grupos de este vasto movimiento de personas que vivan esa experiencia. Porque lo que movió a Don Bosco fue su experiencia de Dios. No haríamos mucho sin esa convicción”.

Algunos elementos del sexenio

Del intenso recorrido en la misión salesiana de Chile durante los últimos años, sólo algunos elementos a destacar:

Gratuidad

  • Trece de los 22 colegios salesianos de Chile están en sistema de gratuidad escolar.
  • Cerca de 19 mil niños, adolescentes y jóvenes que se educan en las obras escolares salesianas de Chile están acogidos bajo este régimen, casi un 70% de la matrícula de toda la red.

Misión conjunta

  • Se ha fortalecido la misión compartida entre Salesianos de Don Bosco y laicos.
  • La modalidad de animación de gestión laical de algunas obras educativas ha materializado este propósito, respondiendo a un proceso de rediseño institucional.
  • Durante 2023, el Liceo Monseñor Fagnano de Puerto Natales se sumó a Valdivia, Catemu, Calama y los colegios El Patrocinio de San José, Camilo Ortúzar Montt y Oratorio Don Bosco de Santiago a esta modalidad de gestión laical.

Formación inicial

  • Se ha consolidado la experiencia formativa del Teologado Internacional de Lo Cañas, que acoge a salesianos en formación al sacerdocio de Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.
  • Así también, las instancias formativas del Aspirantado y Prenoviciado fueron insertadas a la comunidad salesiana de La Cisterna, lo que ha permitido una experiencia formativa, pastoral y comunitaria más integral.
  • En los últimos seis años se celebraron las profesiones perpetuas de tres salesianos: Daniel Cerda, Marcelo Rojas y Vu Duc Duy. La ordenación diaconal de seis salesianos: Romedil Ilufi, Daniel Cerda, Marcelo Rojas, Eduardo Oviedo, Eduard Rojas y Osvaldo Valenzuela, y la ordenación sacerdotal de tres salesianos: Eduardo Oviedo, Eduard Rojas y Osvaldo Valenzuela.

Ambientes sanos y seguros

  • Se ha avanzado en acciones formativas de prevención, con la participación de cientos de educadores, asistentes de la educación y agentes pastorales en el curso de formación básica en prevención de abusos de la Conferencia Episcopal de Chile, la incorporación de un responsable de prevención en todos los colegios, la creación de un consejo de prevención a nivel inspectorial, la actualización del protocolo de prevención de abusos, entre otras acciones.

Familia Salesiana

  • Se aprobó un proyecto estratégico de la Familia Salesiana en Chile y se ha ido caminando en la constitución de las consultas locales en cada obra de la Inspectoría y en desarrollar la devoción a María Auxiliadora los 24 de cada mes, y compartir las celebraciones anuales de cada grupo de nuestra familia espiritual carismática.

Economato

  • En lo administrativo, se han fortalecido los procesos de centralización de la gestión económica con el fin de optimizar tiempo y recursos. La Subvención Escolar Preferencial (SEP), el Plan de Mejoramiento Educativo (PME), rendición de gastos y remuneraciones fueron algunos de ellos. Nuestra Congregación potenció el trabajo colaborativo y en red, para así fortalecer el desempeño de sus obras a través de la estandarización de dichos procesos a nivel nacional.

Comunicaciones

  • La Congregación ha avanzado en la comprensión de la comunicación estratégica y el desarrollo de proyectos tecnológicos que, en las escuelas salesianas, han fortalecido el sentido de red. Su presencia en los patios digitales se ha visto renovada a través de la centralización de los sitios web de colegios y digitalización de la matrícula, proyectos que apuntan al resguardo del patrimonio digital de nuestra Congregación y eficiencia de un proceso esencial para el quehacer educativo.

Fundación Don Bosco

  • Se han desarrollado proyectos para asistir a quienes más lo necesitan, como la nueva residencia familiar “Casa Pinardi”, ubicada en la comuna de Padre Hurtado, que abrió sus puertas en agosto de 2022 y alberga a 20 personas, entre adultos y niños. Además se construirá un nuevo “patio” en el sector Bajos de Mena, comuna de Puente Alto, para ayudar a jóvenes a través del deporte y educación.
  • Desde diciembre de 2022 la fundación ejecuta en este sector un Programa de Prevención Focalizada, con cupos para 80 niños, niñas y adolescentes vulnerables.

Parroquias

  • Nuestra Inspectoría desarrolló el proceso de actualización del Proyecto Educativo Pastoral (PEPS) de Parroquias y santuarios confiados a los salesianos de manera participativa y sinodal, contando con la colaboración de las comunidades pastorales y religiosas, acentuado la escucha a los consejos parroquiales, párrocos y rectores de santuarios.
  • En junio de 2021 culminó el tiempo de escucha y se comenzó a redactar un documento de fundamentación para las líneas de acción del PEPs Parroquias y santuarios, uno que responda a la realidad con actividades concretas, cercanas y fáciles de ejecutar en un plazo de uno a seis años.

Por Alejandro Manríquez y José Miguel Estay, periodistas
 

Deja un comentario