Qué complejo resulta en estos tiempos interpretar lo que está aconteciendo con los jóvenes y su mundo. En varias ocasiones
hacen noticia por asuntos de delincuencia, violencia, en fin, con desorientación del sentido de la vida.
Una de las demandas de la gente en Chile a la autoridad política es el control de la delincuencia y la violencia. Si en décadas pasadas los jóvenes eran presentados como nuestra reserva moral y esperanza de cambios, ahora los acentos van en dirección contraria. Pueden llevarnos a temerles más que alegrarnos por ellos.
Tantos mundos como jóvenes
El Papa Francisco tiene claridad sobre algunas cosas que les pasan a los jóvenes desde una perspectiva más amplia, haciendo notar en su exhortación apostólica Christus vivit que “los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos, porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua”.
También es claro el Papa al expresar que “son muchos los jóvenes que, por constricción o falta de alternativas viven perpetrando delitos y violencias… Esta violencia trunca muchas vidas jóvenes. Abusos y adicciones, así como violencia y comportamientos negativos son algunas de las razones que llevan a los jóvenes a la cárcel, con una especial incidencia en algunos grupos étnicos y sociales”.
Nos llama a tener presente que al interior del mismo país “existe una pluralidad de mundos juveniles”, no representando un mundo homogéneo, sino compuesto por grupos que viven situaciones peculiares.
Si bien la violencia es una realidad en Chile, es injusto adosar su causa a los jóvenes. Corremos el peligro de que los árboles no nos dejen ver el bosque, ya que muchos de ellos hacen de su vida cotidiana tiempos de lucha valiente y creativa por salir adelante buscando armar un proyecto que les augure una vida buena y generosa.
Limpiar la mirada del mundo adulto
Incluso quienes viven en condiciones de exclusión social no renunciarán a ser más. Por ello importa poner la mirada en tantos jóvenes de sectores populares que se esfuerzan. Muchos estudian y trabajan, siguen soñando, se vuelcan al mundo deportivo, se esmeran en áreas creativas del arte y la música, se movilizan socialmente por causas justas.
Como agentes educativos pastorales, nos importa contribuir a limpiar nuestra mirada del mundo adulto ante la actual generación de jóvenes y discernir los signos de los tiempos, donde el panorama se nos pone cada vez más grisáceo. Nos ayuda en este desafío tener presente saber leer y esperar con esperanza y optimismo.
Escuchar a la generación que va más adelante, personas mayores y de tercera edad, y también a los jóvenes, en sus actitudes, nuevas valoraciones y sueños, particularmente en este tiempo privilegiado que está viviendo la Iglesia en actitud sinodal, de escucha atenta y respeto por lo que vive el pueblo de Dios.
En la exhortación apostólica Evangelii gaudium el Papa Francisco nos dice que “…cada vez que intentamos leer en la realidad actual los signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado”.
“Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual. Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!”.
Ampliar la mirada
Como salesianos no podemos equivocarnos en nuestra mirada hacia el mundo joven. Nos involucramos en la hermosa dinámica de la sinodalidad que trae la Iglesia, invitándonos a una etapa de discernimiento; un tiempo para que nuestra Pastoral Juvenil Salesiana interprete con sabiduría lo que acontece en la vida de los jóvenes.
La escucha y acompañamiento son dos aspectos que favorecen este período , propiciando instancias de reflexión y estudio con quienes tienen especial incidencia en la vida de los jóvenes: con las familias, agentes de la educación formal y los mismos jóvenes que protagonizan un compromiso activo en la vida eclesial, como asesores y animadores juveniles del MJS y toda la familia salesiana.
Así daremos pasos para una mirada amplia y limpia sobre la actual generación de jóvenes, que son el sentido de nuestra vocación educativa.
Nueva familia de libros de religión
Editorial Edebé-Don Bosco, junto a un equipo especializado de docentes en religión y didáctica, han preparado los primeros cuatro libros para el primer ciclo de básica (primero a cuarto básico) bajo las nuevas bases curriculares.
Se trata de cuatro libros ilustrados, acordes a la edad y necesidades de las y los estudiantes, que mediante una estructura didáctica participativa busca entablar el diálogo con momentos metodológicos que integran al estudiante con su entorno.
Por Equipo Inspectorial Pastoral Juvenil