“En la medida en que cuido del otro, me cuido a mí mismo”

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Durante abril y mayo nuestra Congregación recibió la visita del salesiano sacerdote P. Juan Crespo-Bueis, doctor en Teología Espiritual y director de la Escuela de Acompañamiento en Espa- ña, quien sostuvo varios encuentros formativos sobre el “arte de acompañar a los jóvenes”.

Durante su visita, que se extendió por tres semanas, participó del encuentro “Acompañar a los jóvenes”, del Diplomado en Pastoral Juvenil; realizó una Clase Magistral para el Diplomado en Prevención de Abusos en Contexto Escolar; visitó el colegio salesiano de Concepción, donde se reunió con el equipo de pastoral de la obra y con agentes de la Vicaría para la Juventud del Arzobispado de la ciudad, y participó en una jornada de formación con los equipos de Catequesis, Escuelas, Movimiento Juvenil Salesiano y Universidad Católica Silva Henríquez.

Su pasión por el acompañamiento resulta evidente, es contagiosa, alegre y tiene por pilares a dos santos expertos del tema: Francisco de Sales y Juan Bosco. “Acompañar es el arte de introducir a las personas en el misterio de la vida, su vida, y en el misterio de la vida de Dios. En la medida en que quieran aceptar esta gran noticia de que Dios les ama inmensa y gratuitamente”.

Formarse en esta área es esencial, afirma el P. Juan, porque es una tarea muy seria. “Para acompañar a las personas es necesario conocer, saber, saber ser y saber hacer. Yo siempre les digo a mis alumnos que el 70% de un buen acompañamiento es una buena relación y toda relación tiene sus leyes, códigos éticos y normativa”.

“El segundo aspecto es aprender a escuchar y respetar a la persona como es. No cambiarla. Que la persona asuma su historia y aprenda a vivir desde las herramientas que tiene”, expresa.

Sostiene que las claves para un buen acompañamiento juvenil son:

• Primero, la presencia. Una que sea significativa, que entregue confianza, familiaridad y permita ser uno mismo.

• Segundo, la capacidad de escucha, en la que se sienta aceptado incondicionalmente.

• Tercero, que el joven tome conciencia de su propia dignidad, ayudándole a discernir aquello que mejor le conviene para ser feliz, para sentirse querido, amado y amar a los demás.

“Tanto el discernimiento, acompañamiento, oración y relación con Dios son los ingredientes básicos de un acompañamiento, para que luego, en la vida ordinaria, lo realice en el proyecto vital que el joven haya elegido vivir”, comenta.

El Aguinaldo propuesto por el Rector Mayor para este año; “Hacer todo por amor, nada a la fuerza”, considera que está estrechamente ligado al proceso y resultado final del acompañamiento. “Para San Francisco de Sales, uno de los aspectos básicos del acompañamiento es transmitir el amor de Dios en una relación amistosa y respetuosa. La persona es digna de ser amada y en la medida en que se siente amada, está capacitada para amar más y no por la fuerza, sino porque es una ley interna que tenemos en el corazón”.

Para todos aquellos que realizan su servicio acompañando a jóvenes, el P. Juan les envía un mensaje en clave oratoriana.

“No nos olvidemos que la persona es el centro de toda realidad humana. Por encima de todo, cuidemos de los niños, adolescentes, jóvenes y líderes, cada uno en su propio nivel y que vean qué paso puede dar en el ámbito del acompañamiento, entendido como el cuidado del otro. Porque en la medida en que cuido del otro, me cuido a mí mismo”.

El P. Juan se manifestó sorprendido por la gran riqueza humana de nuestra Inspectoría. “Hay una inquietud muy grande por restaurar la cultura de la confianza y sanar aspectos del pasado que nos han herido, pero que requieren una respuesta seria, consistente, reformadora, y esto nos compromete seriamente, porque de la crisis debemos salir fortalecidos. Se ve que hay una semilla interna que creo va a fructificar con mucha fortaleza”.

Por Karina Velarde, periodista

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