La popular artista admitió el consumo de este tipo de contenido desde los 11 años y, desde su propia experiencia, dio a conocer los efectos negativos para su vida. Un caso revelador que nos debe ayudar a activar alertas.
“La pornografía es una desgracia. Empecé a ver porno cuando tenía como 11 años y creo que realmente destruyó mi cerebro. Me siento increíblemente devastada por haber estado expuesta a tanta pornografía”.
Esta confesión realizó en diciembre de 2021 la cantante estadounidense Billie Eilish (20 años) en el programa The Howard Stern Show. La ganadora de siete premios Grammy y una de las artistas con mayor popularidad entre niños y adolescentes a nivel mundial (solo en Instagram tiene 99,4 millones de seguidores) reveló una realidad que pocos quieren tocar: el creciente consumo de pornografía online en el entorno juvenil y sus nefastos efectos negativos.
Decenas de investigaciones internacionales demuestran que la exposición infantil a la pornografía afecta el cerebro en desarrollo de los niños y normaliza la violencia, explotación y abuso sexual.
De eso también habló Eilish en la entrevista: “Las primeras veces que tuve sexo, no me negué a hacer cosas malas, porque pensé que eso era lo que se suponía que me debía gustar”.
Anna Lembke, psiquiatra y profesora de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, señala que internet y los dispositivos digitales portátiles han hecho “que la pornografía de hoy sea más abundante, accesible, poderosa y novedosa que la del pasado y, por lo tanto, más adictiva” “No se trata de estilos de vida o normas sociales -agrega la profesional-, se trata de las formas en que la tecnología ha transformado la conexión humana, incluyendo el sexo, en una droga a la que todos, incluidos los niños, tienen acceso”.
La especialista explica en su libro Nación dopamina: encontrar equilibrio en la era de la indulgencia, que nuestros cuerpos siempre intentan mantener la homeostasis, una condición de equilibrio corporal.
“Después de obtener una sensación placentera (…) el cerebro desencadena un proceso para compensar el otro lado de la escala. Este lado puede manifestarse como malestar, irritación o depresión leve. Luego aparece el impulso de recrear la anterior sensación de placer. Esta dinámica neuronal ocurre en todos los seres humanos, pero tiene una influencia diferente en los más jóvenes, porque el cerebro humano está en formación hasta los 25 años”, destaca.
Pornoeducación sexual
Un dato igual de preocupante es que la única forma de “educación sexual” con la que cuentan muchos niños es la entregada por la pornografía.
Una encuesta realizada en 2021 por la Fundación española de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) dio a conocer que el 30% de los niños entre ocho y 12 años se entera del sexo a través del porno.
Alarmante, al menos, ya que estudios como el de los expertos Henry y Powel (2018) señalan que los niños y adolescentes copian las conductas que observan en el material sexualmente explícito y lo consideran una potente herramienta de educación sexual (Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, L. Ballester, 2019). Varias investigaciones, incluso, han probado la influencia de la pornografía online en la violencia de género y los abusos sexuales.
Otro dato decidor del informe de la FAD es que nueve de cada 10 padres ignoran que sus hijos consumen pornografía. Solo un tercio de los progenitores admite que supervisa de forma habitual la actividad en internet de sus hijos y, de ellos, solo el 11% toma medidas al respecto.
Consejos para prevenir
Estudios como los de la Universidad de New Hampshire señalan que buena parte de los niños sufren una exposición no deseada a las imágenes pornográficas mientras usan internet. Ese primer encuentro casual puede incentivar la posterior curiosidad.
Para prevenir este tipo de conductas, la fundación ANAR, que se preocupa de la defensa de los derechos de los niños, propone las siguientes recomendaciones:
1. Hablar abiertamente sobre sexualidad en el entorno familiar.
2. Mostrarse accesible para resolver las dudas que puedan surgir.
3. Transmitir la idea de que la mujer no es un objeto supeditado al placer del hombre.
4. Instalar un sistema de control parental en la televisión y computador.
5. Pactar con el niño pautas para utilizar correctamente el celular.
6. Explicar al menor que los responsables legales de sus actuaciones en las redes sociales son los propios padres.
7. Restringir el uso de wifi a zonas comunes, como el comedor.
Por Alejandro Manríquez, periodista