Es una de las palabras más recurrentes del último año y explicarla es como hablar de un libro de ciencia ficción. Sin ir más lejos, el concepto del metaverso nace en 1992 con la novela Snow Crash y un repartidor de pizzas que se hace héroe en el mundo virtual. Rápidamente hubo empresas que tomaron nota de esta idea y la aplicaron a los videojuegos. Sí, de ahí nacieron los popularísimos Fortnite, Minecraft o Roblox. Pero lo que está planeando Facebook para el futuro es otra cosa y no precisamente un juego. Es una nueva manera de relacionarnos… O de no hacerlo. Es el nuevo paso hacia un mundo distinto y Mark Zuckerberg lo quiere de aquí a 10 años.
¿Y cómo explicarlo de manera simple? El metaverso es una experiencia multidimensional donde usted estará representado por un personaje (avatar) que no solo compartirá un lugar con otros, sino que podrá interactuar. Si no le gusta su forma física en este mundo, allá puede perfectamente cambiar su color de piel, ser más acinturado, tener más músculos. Usted realmente sentirá que está ahí, a través de las gafas de realidad virtual, sistema que ya ha desarrollado Oculus (comprado por Facebook), Microsoft o los VR de PlayStation.
Ya no habrá reuniones por Zoom con la pantalla dividida en caritas, ahora todos estarán ahí en la sala, aunque usted no necesitará peinarse ni cambiarse de ropa en la mañana. Por la tarde podrá ir de compras sin salir de su casa, visitar tiendas. ¿Y qué tal ir a un concierto sin que le digan que las entradas estaban agotadas o que su grupo favorito no visitará Chile durante esta gira? El rapero Travis Scott ya lo hizo en Fortnite. Tampoco habrá que levantarse temprano para ir al colegio ni soportar esos tacos interminables a la hora de salida. No, todos estarán en casa. Es un nuevo sistema de interacción, aunque para muchos tiene poco de eso y más parece todo lo contrario.
Zuckerberg está poniendo todas sus fichas y millones en este nuevo modelo de vida del que todos querrán tener el control. Facebook ya cambió de nombre a Meta. Pero lo cierto es que falta mucho para llegar a este nivel de posibilidades antes descrito, porque un sistema tan ambicioso e invasivo no puede tener fallas. ¿Se imagina si se cae el sistema y su vida vuelve a ser la de verdad? Second Life, el 2003, y anteriormente “There” fueron intentos pioneros sin dejar de lado un punto de altísimo interés para sus creadores: las monedas virtuales que tendremos que adquirir con dinero real. Sí, tener dos vidas también significa tener más gastos. Allá tampoco será gratis. Los “Therebuck” y los “Linden Dollars” son prueba de ello.
Esperanza y peligros
Todo parece fascinante como experiencia y Zuckerberg quiere demostrar que los beneficios son mucho más grandes que los riesgos. “Se creará una cantidad inmensa de nuevos puestos de trabajo, además de facilitar desplazamientos y con eso tener más tiempo para nosotros”. Por ahora, avanza buscando que los avatares incluyan expresiones faciales, incorporar sensores que lean nuestros movimientos y lograr una sensación de realidad lo más completa posible. “Meta” viene de trascendente y “verso” de universo. Ni más ni menos.
Pero también hay peligros éticos y otros advertidos por psicólogos. Uno básico tiene que ver con la cantidad de información personal que Facebook tendrá de cada uno. Ya no solo nuestros gustos y datos personales, ahora será incluso cómo nos movemos, viviremos ahí, en su mundo. ¿Existe una legislación al respecto? Hasta ahora, una llena de vacíos. El cambio que pueda significar en la economía mundial, con transacciones de un mundo y de otro también puede generar un impacto difícil de dimensionar. La convivencia de dos sistemas monetarios, pero ya a un nivel paralelo. Y ojo, que no tener dinero allá, en el metaverso, implicará las mismas frustraciones adquisitivas que en nuestro diario vivir terrenal.
Pero fundamentalmente hay un tema de dramas psicológicos que ya se ve a gran escala entre la gente más imbuida en los juegos virtuales y de avatares. Parte desde la adicción por preferir un mundo hecho mucho más a tu conveniencia que uno real, y la elección voluntaria de la soledad como un estilo de vida. Esta realidad aumentada parece más segura, aunque cuando convivan a partes iguales costará distinguir una de otra. ¿Cuál es más real: la vida donde estoy sentado con las gafas puestas o la otra donde me muevo y estoy con mis amigos?
En una sociedad con altos índices de depresión y frustraciones, estas podrían presentar nuevas formas. Y si en metaverso tampoco me sale todo como quería: ¿Adónde puedo escapar ahora? Habrá que educar en esta nueva realidad que, nos guste o no, está encaminada a concretarse en un tiempo más. La tecnología avanza y siempre es con posibilidades y riesgos. Lo seguro es que esto dejó de ser un juego. Ya no son figuritas que se juntan con otras a pelear en un bosque, ahora seremos nosotros, en clases, en el trabajo, en los ratos de ocio. Suena como a película, pero estaremos dentro de ella.
Por Paulo Inostroza, periodista