“La misión educativa ya no consiste en transmitir contenidos, sino en construir procesos”.
Sor Cecilia Poblete FMA es encargada del Área de Escuela del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora en Chile.
Su preparación, fuerza y motivación vienen de su llamado vocacional: “Me acuesto en la noche muerta de cansada y lo que me ayuda a levantarme muy temprano en la mañana es que tengo algo que hacer por otros”.
“Si mi tarea de acompañar a los directores fuera solo algo profesional, para mí no tendría significado, sería vacío, el sentido lo encuentro porque todo lo que hago es en favor de las niñas”, comenta.
Exalumna del Colegio Maria Auxiliadora de Los Andes, cuenta que desde joven quería estudiar y dedicarse al trabajo social, sin embargo, fue el párroco de la iglesia donde participaba quien le sugirió que dicho entusiasmo se acercaba al carisma salesiano.
Sor Cecilia cree que todo encuentro con jóvenes, en cualquier contexto, es una posibilidad para educar y evangelizar.
“Todo ambiente es propicio para educar bajo el Sistema Preventivo. Actualmente hay muchas facilidades y medios para llegar a los chiquillos y además colaborar, o sea, contar con su participación y protagonismo en el proceso educativo”, comenta.
Asume que los jóvenes quieren ser escuchados, hacerse parte y participar en las decisiones. “En pleno siglo XXI la misión educativa ya no consiste en transmitir contenidos, sino en construir procesos”.
Considera que para aterrizar el sistema preventivo en los contextos actuales se deben realizar adaptaciones, manteniendo los pilares fundamentales: razón, fe y amor.
“Siento que no es necesario buscar otro método. Como educadores salesianos debemos acompañar a los jóvenes a desarrollar un pensamiento crítico, que aprendan a vivir con el otro, a aprehender, relacionarse, amar y desarrollar el sentido de trascendencia. Ahí hablamos de educación integral”, agrega.
“Como educadores salesianos sabemos el quehacer, ahora debemos ser creativos e innovadores en nuestros procesos. Tenemos todos los elementos necesarios para el desarrollo integral de los chiquillos, solo hay que aplicarlo desde el corazón”, comenta.
Actualmente, Sor Cecilia tiene una importante labor en medio de muchos educadores, directivos y jóvenes. Sostiene que la santidad se forja desde lo cotidiano, avivando el espíritu de familia con acciones concretas como escuchar, acompañar y estar disponible para los demás.
Asimismo, no olvida lo esencial en su vida: la oración y vida comunitaria, pilares fundamentales en su opción como religiosa e Hija de María Auxiliadora.
“Intento cuidar mucho los espacios de vida comunitaria, oración del día, momentos de almuerzo y tardes colectivas. No es fácil, porque nuestra vida también es el trabajo, una característica de la espiritualidad”, agrega.
Entre sonrisas, Sor Cecilia confiesa que al centro de todo este incansable trabajo está la misión por la salvación de las niñas, impulsado por Dios, quien gestó diferentes experiencias en su vida para llevarla donde está hoy.
“Me siento feliz de saber que respondo a un llamado vocacional. Sola, nunca lo hubiese logrado”, finaliza.
Por Gustavo Cano, periodista