Spiderman: El héroe de los niños

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Y fuimos a ver la nueva película de Spiderman. Me arranqué de la pega y no pensé que mi peque, de cinco años, iba a aguantar las casi dos horas y media de película sin pararse del cine. Error. La disfrutó a concho, igual que varios niños presentes en la sala con sus padres. Un par de días después, mi hermana me hizo una pregunta que me quedó dando vueltas: ¿Por qué los más chicos enganchan tanto con el Hombre Araña? Sí, también pasa con los grandes, y trataré de explicarlo por puntos. Debo tejer bien el argumento.

Es un niño. Partamos por lo evidente: Peter Parker es un muchacho, a diferencia de otros héroes adultos. Y su inmadurez nos hace identificarnos con él. Es uno de los pocos héroes que muestra esa etapa de la vida donde puedes intentar salvar el mundo, pero también tienes que estudiar para salvar matemáticas. Esa etapa donde descubres lo que es enamorarte y cuánto se sufre pensando que esa persona es el amor de tu vida; el valor de la lealtad y la amistad, como un hilo delgado. Es un joven que sufre los cambios de persona a superhéroe y también de adolescente a adulto.

La familia siempre. Los tíos de Peter Parker no son meros acompañantes, sus problemas y hasta sus muertes son las que cambian su manera de entender la vida y definirse como superhéroe. El muchacho muchas veces se ha cuestionado si vale la pena sacrificarse tanto en lo personal para salvar a gente que no conoce, y la bondad y consejos de quienes lo criaron son los que le recuerdan siempre cuál es el camino correcto.

Peter es un héroe para cuidar a la gente que ama, incluso aunque ellos no lo sepan. Y a partir de ello, siente la responsabilidad de proteger a quien sea y en secreto, no para la foto en el diario o el aplauso. Muchas veces, comiéndose la crítica de quien no lo entiende.

No le sobran lucas. A diferencia de Iron Man o Batman, Peter Parker no es un multimillonario que puede solucionar los problemas comprando cosas o elaborando mejoras en su empresa. Peter ni siquiera puede pagar la renta de agosto y la tía May también vive con complicaciones. Aún así, ella siempre le tiene un detallito, son de valorar las cosas sencillas. El chico no usa sus poderes para su beneficio ni viene de una familia que le heredó todo, se las arregla sacando fotos y vendiéndolas a un periódico. ¡Cómo no identificarse!

De simple a complejo. Los primeros Spiderman son apegados al formato cómic y fáciles de entender. Pero la historia se va poniendo compleja, a menos que hayas puesto mucha atención a lo que pasó anteriormente y te hayas encariñado con los personajes. Como sea, siempre mantiene el humor y esa torpeza tan cotidiana de Peter. En la vida diaria él no es un ganador.

En la última película juntaron todas las historias y personajes anteriores en una sola entrega y, curiosamente, no es complicada de entender. Verlas en orden desde el Hombre Araña de Maguire hasta el de Holland es ir creciendo con la historia.

Los villanos. Uno de los puntos fuertes de Spiderman es la explicación de por qué cada villano llegó a serlo. Y ahí mi hija recordó algo que le he dicho desde pequeña: “La gente no es mala, solo actúa mal por miedo o por rabia”. Los antagonistas de Spiderman son principalmente científicos, tipos que querían ayudar al mundo con sus investigaciones, curar enfermedades. Un accidente los transformó en monstruos. Y en la última película, Peter quiere demostrar una cosa: en algún momento, pueden dejar de ser villanos. No son personas malas, solo están pasando un mal momento. Como todos.

Un mundo sin héroes. Peter tuvo como héroes a sus tíos. Sí, en la lucha diaria, la más difícil de todas, para levantar una familia con lo justo y a base de cariño y responsabilidad entregar valores. Parker sabe que la ciudad lo necesita, no solo para salvarlos, sino para inspirarlos a cuidar al del lado y ser enmascarados sin máscara. En el cine, los niños sienten eso, la posibilidad de convertirse en héroes. No se ve tan difícil: un tipo normal, con mala vista, mucho bullying encima, poco correspondido en el amor. Si los accidentes definen a los villanos, también empujan a los héroes.

Al cierre, quiero confesar que nunca me gustaron las películas de superhéroes y empecé a verlas solo para acompañar a mi hija. Me enganché porque cantábamos juntos el Spiderman de Los Ramones. Hoy me di cuenta de que no echaron a perder el cine y tampoco son productos hechos para ñoños. Detrás de la telaraña hay mucho detalle que por sencillo y entretenido dejamos pasar.

Llevamos tres días hablando de la película, me pregunta por qué esto y por qué aquello y tengo que responder todo. Todo. Porque ser papá también es un don y, como dice la tía May, conlleva una gran responsabilidad.

Por Paulo Inostroza, periodista

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