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Hombre de carácter fuerte, humilde, sensible y de afecto sincero, con corazón de padre y maestro. Formador dedicado, respetuoso y preocupado. Amante de Chile y su cultura.
El P. Umberto Mario Scomparin nació el 24 de septiembre de 1934 en Silea, Italia. Hijo de Luigi Scomparin y Rosa Chinellato. El cuarto de siete hermanos. Tuvo tres hermanas (Carmela, Bernardina, Flora) y tres hermanos (Giovanni, Adriano, Renzo).
Cursó la enseñanza básica en la Escuela “Santa Elena” de su ciudad natal. Ingresó al Aspirantado del Instituto Salesiano Misionero “Cardenal Cagliero” de Ivrea, en Turín, a los 14 años.
Con 18 años se incorporó al noviciado salesiano de Villa Moglia, el 20 de agosto de 1953. Hizo su primera profesión religiosa el 16 de agosto de 1954 y meses después dejó su tierra natal para ser misionero en Chile.
Estudió Filosofía en la Casa de Formación de Macul entre los años 1955 y 1957. Hizo sus votos perpetuos en el Teologado de Quilpué el 31 de enero de 1960.
Fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1964 por el cardenal Raúl Silva Henríquez y escogió como lema la frase de San Pablo “Evangelizar para mí no es orgullo, sino necesidad”.
Durante ocho años desarrolló su servicio en la obra salesiana de Concepción y luego, por 11 , en La Cisterna. Posteriormente, fue formador en distintas etapas durante 12 años.
Dirigió la comunidad “Don Bosco” de Punta Arenas por cinco años y desde 2005 hasta su partida volvió a la comunidad de La Cisterna, en la que desempeñó servicios de animación y gobierno en los cargos de director, párroco y vicario parroquial.
Fue consejero inspectorial desde 1984 hasta 1996 y vicario episcopal para la vida consagrada desde 1996 hasta 1998.
El 30 de mayo de 2005, en el octogésimo aniversario de la comuna de La Cisterna, fue distinguido como “vecino destacado” y el 25 de julio de 2018 recibió en la Arquidiócesis de Santiago la distinción “Cruz Apóstol Santiago” por su testimonio de amor a Jesucristo y a su Iglesia, como verdadero discípulo y misionero.
En esa oportunidad, señaló: «Estoy muy contento de ser sacerdote salesiano, de haber servido tanto a los jóvenes según el espíritu de Don Bosco (...). Esto para mí es un reconocimiento de dar gracias a Dios, de haber podido hacer algo interesante por los jóvenes, por el mundo y nuestro pueblo, especialmente los más necesitados».
Falleció en la madrugada del viernes 27 de agosto de 2021, a causa de un paro cardiorrespiratorio, a los 86 años de edad, 67 de profesión religiosa y 57 de sacerdocio.