Cientos de personas se reunieron en el Templo don Bosco de La Cisterna para despedir al P. Mario Scomparin en su misa funeral realizada hoy, 29 de agosto.
La celebración eucarística fue presidida por el Provincial de los Salesianos en Chile, P. Carlo Lira y concelebrada por el P. Pedro Carrera, director de la comunidad religiosa de la zona sur de Santiago. Al inicio de la misa, sus hermanos salesianos colocaron su ataúd en el suelo como signo de la entrega que realizan los sacerdotes en su ordenación al postrarse en el suelo.
Durante su homilía, el P. Carlo Lira, recordó su experiencia junto al P. Mario, “marcó mi vida como estudiante de filosofía, pues fue mi formador y me contuvo cuando perdí a mi padre”.
Prosiguió, “El P. Mario fue humilde, era un hombre de carácter fuerte, se puso a disposición de Dios no solo para salvarse, sino para salvar. Supo insertarse al lugar al que fue enviado. Amó nuestro país y su cultura”. El Inspector lo recordó como un formador dedicado, con un gran respeto y preocupación por las personas, que sabía esperar.
“Nos embarga el dolor pues nos hará falta, pero desde la fe nos debemos sentir contentos. Un hermano que ha servido a la iglesia es un triunfo. Querido padre Mario, que el Señor te sepa acoger en su casa como un discípulo suyo y que tu entrega y testimonio nos ayude a vivir mejor nuestra fe”, concluyó.
Las ofrendas presentadas al altar fueron: una foto de sus padres, la cruz de los votos del P. Mario y sus condecoraciones como hijo ilustre de la comuna de la Cisterna y Cruz del apóstol Santiago.
Posterior a la comunión, el P. Pedro Carrera, director de la comunidad religiosa de la zona sur de Santiago agradeció a Dios por el llamado al P. Mario a trabajar por su reino. “El P. Mario fue un hombre con corazón de padre y maestro”, expresó. También leyeron un mensaje de su hermano Renzo, enviado desde Italia, el que decía: “nos faltara tu profunda sensibilidad y tu afecto sincero hacia nosotros, tus sonrisas y tus retos. Quedarás siempre con nosotros”.
El P. Maximiano Ortuzar, quien compartió durante 15 años con el padre Mario, dirigió unas palabras recordando sus conversaciones, “durante este tiempo de pandemia salíamos a recorrer los patios del colegio y conversábamos de nuestra vida espiritual, confiábamos nuestras intenciones y proyectos, todo lo que sentíamos. Nuestra comunidad siente una tristeza muy grande, pero dentro de esta tristeza tenemos un gozo y una paz interior”.
Luego de la misa, los fieles acompañaron los restos mortales del P. Mario en una pequeña procesión por los pasillos del Liceo Manuel Arriarán Barros, la que concluyó con un responso al aire libre en el estadio del colegio.
En su último adiós, la rectora del LAB, Marcela Yáñez, también dirigió unas palabras en homenaje al P. Mario. “Se ha ido uno de los nuestros, agradezco que el Señor lo haya puesto en mi camino. Lo extrañaremos en los buenos días de los jueves, su voz fuerte y clara. Todos, salesianos, laicos y consagrados, estamos invitados para que don Bosco siga pasando vivo por los pasillos de nuestros colegios”, expresó.
El P. Mario Scomparin se fue al encuentro con el Padre entre cantos, aplausos y el amor de la Familia Salesiana, la que agradece a Dios la vida, obra y legado de un servidor de Don Boso.
Participaron de la misa y responso: Monseñor Ricardo ezzati, obispo emérito; Monseñor Julio Larrondo, Vicario Episcopal de la zona sur de Santiago, alcalde de La Cisterna, Joel Olmos, Las rectoras del Liceo Manuel Arriarán Barros y Domingo Savio de San Ramón, Marcela Yañez y Carolina Alfaro, representantes de grupos de la Familia Salesiana.
FUENTE: Comunicaciones Salesianos Chile
Agradecer todo lo que realizó el padre Mario en la comuna de La Cisterna y en todos los rincones que estuvo en nuestro país.
Además del maravilloso homenaje, tras su partida.
Descansa en la Paz del Señor querido P. Mario.
Jaime Fuster Zavala
Federación de AA.AA. de Don Bosco
Que el Señor de la vida le dé el descanso eterno. Su sensibilidad, su afecto, su cordialidad y sus correcciones hicieron de él una fuente viva de respetar y apreciar al prójimo.