Queridos hermanos de la Familia Salesiana:
Este mes de mayo está nutrido de conmemoraciones importantes: Domingo Savio, María Mazzarello y María Auxiliadora.
En nuestra espiritualidad, la devoción a María Auxiliadora subraya cómo esta mujer nos ayuda a vivir nuestra vocación y nos acompaña en el camino de santificación. María ejerce una efectiva maternidad espiritual.
Ya el Concilio Vaticano II, refiriéndose a la Bienaventurada Virgen María, se expresa así: “Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente singular a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia”. (LG n. 61).
Sin añadir ni quitar nada a la única mediación de Cristo, la siempre Virgen María es reconocida e invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora, Nuestra Señora de la Merced. Ella es el modelo del amor maternal con que es necesario que estemos animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperamos a la salvación de la Humanidad (cfr. LG n. 65).
Tal maternidad es una exhortación amorosa, una invitación urgente a trabajar seriamente en la conversión personal, a dedicar tiempo a Dios en la oración personal, en el servicio al prójimo, para que Jesús ponga en nuestros corazones una fe viva y el deseo de la vida eterna.
En este tiempo de pandemia la solidaridad fraterna, acercarnos al otro para hacerlo sentirse acompañado, es un gesto de la ternura espiritual que un buen hijo de María no puede escatimar. Esto nos puede ayudar como familia espiritual en el compromiso común de vivir hoy la pasión apostólica de Don Bosco expresada en el lema “Da mihi animas, cetera tolle”.
La atención a la dimensión mariana del carisma salesiano; la dimensión apostólica; la formación teológica y pastoral; la acción pastoral y educativa con las jóvenes parejas y familias; la atención para implicar a los jóvenes en este camino de espiritualidad y de pedagogía para presentar el rostro maternal de María y de la Iglesia; la promoción de las vocaciones por medio de la oración eucarística y mariana; la colaboración en la Familia Salesiana son aspectos que debemos cultivar para seguir manteniendo viva la presencia de la Virgen que nos auxilia con corazón maternal.
Con afecto, P. Carlo Lira Airola, Inspector