Queridos hermanos de la Familia Salesiana:
El año que pasó ha sido muy difícil para todos, por la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias en distintos ámbitos de nuestra vida. Sin embargo, no podemos pasar por alto que en Chile estamos viviendo momentos muy importantes para nuestra sociedad con la elección de la asamblea constituyente. Este es, quizás, el hecho más relevante para la vida de los que compartimos esta tierra, pues nos dará el marco regulatorio de nuestra convivencia social.
En los últimos días de diciembre de 2020 y los primeros de 2021, se han levantado iniciativas en el Congreso Nacional para discutir sobre la legislación de la eutanasia y el aborto. La primera propone introducir modificaciones en la Ley sobre Derechos y Deberes de las Personas en Atención de Salud y en los códigos Civil y Penal, y garantiza que se respete siempre la voluntad de los pacientes sobre el término de su vida. Asimismo, vela porque quienes se encuentren en un estado terminal o con dolor severo no oncológico, tengan derecho a recibir los cuidados paliativos. La segunda iniciativa busca el “aborto libre, seguro y gratuito”.
Para nosotros, como discípulos de Jesús, la defensa de la vida humana y su inalienable dignidad desde su concepción hasta su muerte natural es parte constitutiva de la Buena Noticia.
Es por lo que en este boletín queremos profundizar en estos temas, pues debemos tener claro que nuestra responsabilidad y misión es iluminar a la sociedad de nuestro tiempo y también ser consecuentes a la hora de escoger a las personas que nos representan para elaborar la Constitución y quienes tendrán que legislar en consecuencia a ella.
La cultura de la muerte, disfrazada de compasión y de dignificación humana, nos quiere convencer de que la vida solo puede vivirse cuando experimentamos satisfacción, pero que podemos terminar con ella cuando nos parece insoportable o nos produce repulsión, ya sea la nuestra o la de la criatura que está por nacer.
Hoy más que nunca tenemos que formarnos, profundizar con argumentos no sólo religiosos, sino biológicos, psicológicos y sociales, y así dar razón de nuestra fe (1 Ped 3,15).
Nuestro padre Don Bosco supo enfrentar muchos temas que conflictuaban a los jóvenes y a la gente sencilla con la cultura liberal, que se empezaba a imponer en Occidente. Se dispuso, como buen pastor, a formar la recta conciencia del buen cristiano y honesto ciudadano.
Hoy también nos mueve la esperanza. El Señor está en medio de su pueblo, alentándolo siempre para la construcción de su Reino de justicia y paz.
Les bendice, P. Carlo Lira Airola, Inspector
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