La velocidad y abundancia de las noticias de hoy son un desafío para el ciudadano actual, quien no solo debe informarse, sino también corroborar que lo que le cuentan es verdad... o no.
Como nunca antes en la historia, a un clic se puede acceder a un mar casi inagotable de información. Internet se ha transformado en un universo en expansión de datos, más aún hoy, donde cualquiera puede ser creador de contenidos. Realidad que nos vuelve cada vez más propensos a caer en la manipulación de otros, pues no todas las noticias que circulan necesariamente son reales, siendo sus fines dudosos. Las famosas fake news.
El caso más conocido a nivel mundial fue el de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, donde la campaña de Donald Trump viralizó noticias falsas a través de Facebook y Twitter. Situación que se repitió en la campaña 2020. Esta vez, dichas redes sociales bajaron el contenido que desinformaba, pero YouTube lo mantuvo, pues, según la plataforma, no infringía las políticas de contenido, nuevamente generando polémica.
Si bien en el mundo se avanza en la creación de políticas para proteger a los cibernautas, quien quiera engañar siempre estará un paso adelante, abordándonos por aplicaciones tan comunes como WhatsApp, la más difícil de verificar. Por eso, el primer paso para abordar este problema es observar el panorama actual y recabar las herramientas que nos permitan discernir entre las noticias falsas y las reales, los hechos y las percepciones.
Instantaneidad vs. hechos
“Las fake news no son algo nuevo, han existido siempre, pero ahora es más fácil y rápido crear plataformas o medios para comunicar una información falsa”, señala la socióloga del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud de la Universidad Católica Silva Henríquez, Camila Ponce.
En las redes sociales es donde más se pueden ver estas cuentas, que conviven con otras cuyo fin es genuinamente informar. Ambientes relacionales, especialmente en pandemia, donde más habitan los jóvenes, quienes se informan principalmente en este espacio, pero donde también hoy construyen su personalidad.
“Ahora no tienen el espacio de ir a la plaza y los lugares donde se construían a partir de la relación con otros, ahora es a partir en estas plataformas. Cómo se visten, cómo se muestran, cómo hablan, qué contenido comparten: bailes, deporte, belleza o los que solo comparten memes. En fin, tantas temáticas como tipos diversos de jóvenes”, indica Camila.
Esto expresa un aspecto interesante que nos ayuda a entender el alcance de las informaciones falsas. Hoy, los usuarios ya no son consumidores pasivos de información, sino también productores de contenidos, compartiendo con otros algo propio o ajeno, utilizando su propia reputación en las redes sociales. Otra forma de expresar quién es, pero muchas veces sin corroborar la información, ayudando sin intención a viralizar fake news.
Un fenómeno que se ve potenciado por las bajas tolerancias de tiempo de la actualidad. Algo que ejemplifica muy bien el exalumno salesiano Carlos Franco, director del Observatorio de Datos del Periodismo y la Comunicación (UAI), quien nos cuenta que en su infancia, en Concepción, esperaba incluso días por algunos contenidos nacionales, y hoy ve cómo sus contemporáneos no aguantan más de tres segundos, tiempo de lectura de un tuit de 140 caracteres, para decidir si compartir o no una noticia. La velocidad hoy es más valorada que la veracidad.
“El ejercicio del fact checking, que es el chequeo de la veracidad de contenidos, es a contrapelo. No busca publicar primero, sino publicar bien”, destaca el académico. Sitios web que ofrecen este servicio, los que han surgido por la necesidad de ofrecer luz a los lectores ante la desinformación, que ante noticias dudosas investigan y publican los resultados, señalando cuáles efectivamente son los hechos esenciales para detectar una noticia falsa.
Cómo no ser objeto de manipulación
Tal vez en este punto ya se siente cómo la paranoia nos invade y cada información será vista con recelo. No obstante, hay que señalar que no todo lo que leemos es información pura, sino que todo está permeado por la opinión de sus autores.
“Hay diferentes puntos de vista para mirar un determinado objeto. Siempre va a haber distintas miradas, pero efectivamente hay cosas que no se pueden dejar pasar y en esas cosas siempre va a haber evidencias para demostrar dichos hechos”, señala Camila.
¿Cómo diferenciar una opinión de un hecho? Carlos nos da un ejemplo. “Cuando en un trimestre el desempleo es del 7% y en el siguiente es de un 7%, un medio ‘neutral’ puede decir ‘se mantiene el desempleo’, uno de oposición ‘no baja el desempleo’ y el oficialista ‘no sube el desempleo’. Todas son reales, pero son diferentes. Cuando se manipula el número es un fake news. Decir 8% o 6% en vez de 7%. Debemos poder identificar los hechos de todo lo demás”.
Acompañando la comprensión del mundo
Un fenómeno que parece reciente, pero que es un riesgo inminente desde que el ser humano intentó comprender el mundo y decidir en quién confiar. Una tarea más de la formación de las nuevas generaciones, que según la socióloga Camila Ponce pasa por “la comunicación que tengan padres e hijos. Es importante acompañarlos, ser parte de ese proceso y de lo que ellos están entendiendo, más que simplemente juzgarlos o ser críticos frente a lo que ellos piensan”.
Algo que comparte el comunicador Carlos Franco. “No podemos restarle credibilidad a priori, tenemos que interactuar con ellos, saber de dónde vienen esas ideas, por qué piensan lo que piensan, compartir y ofrecer otras fuentes, otros puntos de vista. Pero eso se cultiva; no es que yo me siente a la mesa una vez al año y pretenda que todo eso salga ahí, no, tengo que ir acompañando el proceso”, expresa.
Cuando la información surge en medios no tradicionales, como las redes sociales, y parece recién publicada, puede ser más complejo contrastar. Para eso, Carlos Franco da los siguientes consejos:
1ero: Si llegó por WhatsApp, ojo, hay que dudar. Donde más proliferan las noticias falsas es por medios encriptados como este, o sea, difícil de detectar.
2do: Si no tiene autor o identidad del medio desde donde se generó, dude, porque generalmente las noticias falsas son anónimas.
3ro: Si la noticia dice “la ONU informó…”, busque en la página web de la institución esos datos. Si no aparecen, es porque es falsa.
4to: Si es un pantallazo, es una ilusión, pues con programas de edición se puede cambiar todo. Corrobore digitando el nombre del medio y titular en Google, que le deberá arrojar el enlace exacto.
Por Lorena Jiménez, periodista