Últimamente se escribe mucho de mindfulness, concepto que está lejos de ser una novedad. Todo lo contrario, es una técnica y estilo de vida práctico basado en más de 2.500 años de tradición de las artes de meditación orientales, que en la actualidad toma fuerza. Tiempos vertiginosos, egoístas, de tener más que vivir, sin espacio para uno mismo ni los nuestros, y ni hablar de la locura que puede significar el encierro, la falta de contacto social y los temores laborales y mundanos.
En la actualidad es fácil abrir un libro y anotar algunas características de este método, pero qué mejor que dirigirse a alguien que realizó un diplomado de mindfulness, lo aplica en su vida diaria y también procura enseñarlo a quien tome la recomendación. Sharif Laibe, director de Origo Lab, quiso explicarnos y aclararnos unas cuantas dudas.
“Busca, con distintos tipos de dinámicas, encontrar la calma y la atención plena en las personas, para lograr ecuanimidad en las emociones y mayor control de la vida diaria. En Oriente estas prácticas son parte de la educación de muchos países, por eso no es raro que, en esta era donde podemos viajar a cualquier lugar, muchos hayamos conocido sus beneficios y se masifique. Esta calma obtenida nos permite ser más conscientes de quiénes somos, conectarnos con la flora y la fauna y determinar nuestro propósito en la vida”, comentó con entusiasmo.
Aclara que no es una cura ni una vacuna, precisando que “en el diplomado aprendí un método para aplicar mindfulness en personas como terapeuta. Sin embargo, existen restricciones. No somos psicólogos ni psiquiatras, tenemos protocolos y tests para identificar trastornos mentales que no puedan ser atendidos en este tipo de terapias, y en esos casos los derivamos con el profesional indicado. El mindfulness debe ser ejercitado con determinación, constancia y disposición al cambio, y los cuadros depresivos no se alinean con estos requerimientos”.
Cuenta que se realizan terapias a nivel grupal y las personas que asisten cumplen con compromisos de confidencialidad y respeto. Se conversan temas que son personales y el método se aplica en 12 sesiones de una hora (una por semana) y comprende la práctica de técnicas de meditación relacionadas con la historia de vida de cada participante.
Sobre los beneficios de esta práctica, asegura que “obtener calma, dirigir el autoconocimiento, practicar la atención plena, liberar el sufrimiento, acceder al control de tus emociones, desarrollar un sentido de vida, instaurar los distintos tipos de meditaciones que sostienen el mindfulness como hábitos de salud, y tener la posibilidad de ser consciente. Una persona consciente sabe que sus actos pueden causar daño y, por eso, esos hábitos se suprimen”.
Sharif, desde su experiencia, advierte que “me enfoqué en Innovación Social y noté que las sociedades están enfermas de varios virus, pero sobre todo por el egoísmo, y concentré mis esfuerzos en la educación. Formé Origo Lab y me dedico a cambiar el mundo desde sus raíces, desde la educación, trabajando con niños y profesores. Todos nacemos abiertos al conocimiento, sin embargo, nos contaminamos por el contexto en el que vivimos, donde competir y obtener dinero es lo esencial. Y ese fenómeno, obviamente, estresa a las personas”.
Conexión con lo sagrado
El padre Félix Levín, director del Teologado Internacional Salesiano de Lo Cañas, explica que la meditación, desde el punto de vista cristiano, es “para nosotros un camino a la oración, ese momento en que te encuentras contigo mismo para capturar lo que Dios te quiere decir. Nos conectamos mediante un ejercicio que no es intelectual, sino generando un vínculo. Ghandi hablaba de que es un contacto con la flaqueza humana. Claro, orando conoces tus limitaciones para encontrarte con lo ilimitado. Es una conexión humana con lo sagrado”.
Y cree que en estos momentos es fundamental. “Son tiempos donde es difícil encontrar el silencio, pero la pandemia nos regaló una intimidad forzada, pero necesaria. No hay silencio, pero sí mucha pausa reflexiva. Aquí es donde te preguntas realmente qué tan reconfortante es mi trabajo y si lo que hago saca lo mejor de mí. Te preguntas las cosas realmente importantes, decides caminos y vuelves a los vínculos fundamentales. Este es un tiempo para meditar, más allá de lo ajetreado que pueda ser el teletrabajo y nuestro ritmo de vida”, expresó.
Por Paulo Inostroza, periodista
Muy de acuerdo con don Sharif Laibe y el Padre Félix Levín. Siento la inquietud de conocer y practicar Mindfulness.