“Siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos, para ganar a todos”, fue el lema escogido por Vladimir García Toledo, salesiano oriundo de Ecuador que realizó su profesión perpetua este 24 de agosto en la Capilla Jesús de Nazaret de La Florida. Versículo extraído desde la primera epístola de San Pablo a los Corintios, que selló la consagración de sus votos definitivos de obediencia, pobreza y castidad.
Celebración a la que Vladimir comenzó cantando, reflejando en su semblante la felicidad que sentía ante la promesa que iba a realizar. Fiesta a la que fue acompañado por sus padres y hermanas que viajaron desde su natal Ecuador; la comunidad de la parroquia donde realiza su apostolado en Chile; y sus hermanos salesianos. Todos ellos fueron testigos de esta nueva etapa en su vida.
“En la consagración de hoy, Vladimir renueva de forma perpetua el signo visible de que queremos vivir como Jesús: Pobres, no porque no tengamos bienes, sino porque los ponemos al servicio de los demás. Obedientes, no porque no tengamos voluntad propia, sino porque estamos disponibles para el proyecto de Dios. Y castos, no para no tener una familia, sino porque queremos seguir a Jesús y amar en universal”, expresó el P. Carlo Lira, Provincial de los Salesianos en Chile que presidió la ceremonia.
Esta fiesta del sí, también fue co-celebrada por el Provincial de los Salesianos de Ecuador, P. Francisco Sánchez , y el Provincial de los salesianos del Perú, P. Manuel Cayo; a la cual también asistió el Cardenal Ricardo Ezzati; el director del Teologado Internacional del cual Wladimir es estudiante, P. Félix Levín ; y el Vicario de los Salesianos en Chile, P. David Albornoz.
Uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia fue cuando el Provincial colgó en el cuello de Vladimir la Cruz Salesiana. Colgante que usan solo aquellos que piden “a Dios vivir toda la vida en la Sociedad Salesiana para llevar a plenitud y consagración bautismal”, como indicó en la ceremonia el nuevo consagrado perpetuo. En su anverso se puede observar la imagen del Buen Pastor y en su reverso la frase que guía a cada persona que la porta: “Procura hacerte amar más que temer”.
“Fue una experiencia maravillosa, mucho más de lo que me imaginé. Consagrar mi vida a Dios es algo que no puedo explicar. Le pido a él que me dé las gracias de la fidelidad y la perseverancia para poder servir a toda esta comunidad. Este camino que empieza hoy lo quiero vivir junto con él, los niños y los jóvenes de todos los lugares donde él me envíe“, expresó el joven.
Misionero al servicio del pueblo indígena
De acuerdo a Vladimir, su fe surgió tempranamente gracias a la devoción de sus padres, la cual fue fortalecida por su participación en los oratorios de su ciudad natal, Cuenca (Ecuador). Sin embargo, no fue hasta ver el trabajo de los salesianos en la Comunidad Misionera de Yaupi, a sus 18 años, que surge su vocación
“Tuve la oportunidad de tener una experiencia de voluntariado en medio de la selva, en el pueblo shuar. Tenía la curiosidad de saber dónde estaba Don Bosco ahora, y pude encontrarlo en algunos salesianos que compartían conmigo allá. Ahí sentí ese llamado de Dios”, recuerda.
Luego de esto, termina su carrera de Ingeniería Mecánica en la Universidad Politécnica Salesiana en Cuenca. Mas su vocación seguía presente y con 24 años comienza su formación religiosa, realizando sus votos religiosos el 2013. Hoy cursa el tercer año de estudios teológicos en la Comunidad San Juan Don Bosco Teologado Internacional.
Consciente de sus votos, mantiene su inquietud por evangelizar a los pueblos indígenas, experiencia que revivió en su tirocinio práctico con el pueblo shuar. Un deseo que tiene desde pequeño, “Dios quiera que pueda seguir ese sueño y algún día ser misionero ad gente para toda la vida”.