Según un estudio realizado por la Universidad de los Andes en 2018, los niños chilenos, independiente de su estrato social, reciben su primer celular en promedio a los 10 años. Resultados que dan cuenta de decisiones tomadas por adultos, quienes en muchos casos dejan que sus hijos y pupilos se desenvuelvan en internet sin supervisión, subestimando las consecuencias que esto puede suponer. Este el caso del ciberbullying.
Este fenómeno del acoso escolar por internet ha logrado tomar fuerza en el último tiempo entre los más jóvenes. Algo que se puede observar ante la popularización de aplicaciones como F3 o sitios web como Nido, donde un grupo importante de “nativos digitales” buscan, en anonimato, humillar a otros, especialmente a sus compañeros de colegio.
Desde 2011 ya es considerado como un caso de violencia escolar por ley. Sin embargo, tal ha sido la complejidad que adquiere con la evolución propia de la tecnología, que hoy se discute nuevamente en el Parlamento para ampliar el concepto y sus sanciones. Ante esta situación, cabe preguntarse ¿cómo podemos prevenirlo?
Sentando las definiciones
Para decir que un caso de violencia escolar se trata de ciberbullying es necesario que cumplan cinco condiciones:
• hostigamiento o agresión reiterada;
• relación asimétrica entre víctima y victimario;
• intencionalidad de parte del último;
• ambos deben ser estudiantes;
• la agresión debe ser provocada a través de medios de comunicación a distancia, usando principalmente internet.
Debido a esta última, el hostigamiento puede surgir fuera del establecimiento y a cualquier hora, quitando a la víctima la sensación de espacios seguros, como el hogar.
La viralización de rumores y fotos humillantes en internet; amenazas a través de los servicios de mensajería como WhatsApp o los “direct” de Instagram; el robo de las claves de cuentas de redes sociales o los chantajes con fotos o videos íntimos son algunos de los casos que más se denuncian.
Cuando se observan las principales causas de agresión, el elemento común es la diferencia, sea por el país de origen, opción religiosa, postura política, condición física u opción sexual. Es el caso de José Matías de la Fuente Guevara, joven de 16 años que se suicidó en mayo lanzándose del 11º piso. Ahora es justamente su celular el que revela las huellas del ciberbullying del cual fue víctima, como el audio de WhatsApp enviado por la compañera que lideraba el acoso: “Tírate, anda al edificio, sube y te tirái’.
Por qué
Según Claudio Moya, experto del Departamento de Apoyo y Acción Comunitaria de la Policía de Investigaciones, el aumento de este tipo de delitos se debe a que los estudiantes tienen la percepción de que a través de la web quedan en el anonimato. De esta forma, quien agrede y quien refuerza la agresión, comentando o compartiéndola, no sienten que causan un daño directo e inmediato, ya que adoptan roles imaginarios.
Para la psicóloga y académica de la Universidad Católica Silva Henríquez, Tatiana Soto, muchos de los problemas asociados al ciberbullying se deben a la falsa división de las generaciones. Esta concepción de la existencia del mundo adulto y el infantil invalida al adulto frente al niño y viceversa. De esta forma, las redes sociales, nuevas plazas públicas de la era digital, se vuelven imperios de nadie, según relata, dejando el espacio virtual llano para las agresiones e incitaciones entre pares.
Una de las conclusiones con la cual concuerdan la mayoría de los expertos es que la mejor forma para evitar que los estudiantes se transformen en víctimas o victimarios es acompañándolos en el desarrollo de sus habilidades en el mundo digital. Un punto medio entre prohibición y libertad, donde, en el caso de los padres más alejados del ciberespacio, lo conozcan, entiendan cómo se desenvuelven y puedan apoyar a sus hijos en su tránsito por el mismo.
Estilo preventivo
Los cambios en las políticas educacionales no solo han obligado a los colegios a generar protocolos de acción frente a la violencia escolar, sino también a establecer un nuevo actor a su interior: el Encargado de Convivencia. Estos profesionales son los llamados a abordar las diferentes aristas de este problema, entre las que se incluye la violencia digital. Un desafío que hoy emprende la Red de Escuelas Salesianas.
“En nuestro principio educativo está el Sistema Preventivo Salesiano, creado por Don Bosco, que está muy alineado con lo que se solicita hoy. Por eso, esta figura del Encargado de Convivencia Escolar para nosotros tiene que tener ese sentido de prevención antes que de reacción, al que sumaremos un Encargado Nacional de Convivencia Escolar y Orientación, quien desarrollará un plan a nivel nacional que se articulará con los planes formativos”, expresa Juan Pablo Vásquez, director de la Red de Escuelas Salesianas.
Una articulación que es propia de la tríada de este sistema, donde la “Razón”, habitante natural de las escuelas, se enlaza con la “Amabilidad”, asociada al clima de relaciones que se da en los establecimientos. Ambas buscan la “Trascendencia”, el proyecto de vida de cada estudiante. Así explicó este conjunto Tatiana Soto en un Seminario de Prevención del Ciberbullying organizado por la UCSH, destacándolo como un buen ejemplo para afrontar el desafío que implica reconectarse con las nuevas generaciones.
Aspecto que también destacó el Asesor Pedagógico del Departamento Escuelas de la Congregación, Alejandro Rossel, quien señala que “esta exigencia de la política pública se ajusta como anillo al dedo a nuestros principios. Nosotros siempre hemos estado por el acompañamiento al estudiante, al más necesitado, a través del Coordinador de Apoyo, quien le presta soporte por necesidades educativas, sociales y familiares”.
Esto implica un cambio en la perspectiva con la que se ha observado el problema, donde las sanciones se han puesto en primera línea sin buscar evitar que la situación se geste. Para esto, según lo señalado por Rossel, la premisa es considerar que las actitudes disruptivas expresadas por los estudiantes manifiestan que algo hay detrás.
“Un chico agresor para nosotros esconde una necesidad y nosotros tenemos que prestarle servicio. Porque además de aplicar sanciones, también debemos hacernos cargo que estamos formando a esta persona”, expresa.
Por Lorena Jiménez Ubeda, periodista