En enero pasado celebramos las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, con personas de 28 naciones. Es un encuentro de formación que se viene realizando desde hace 37 años y que cada vez resulta más significativo.
Al igual que el año pasado, Valdocco (Turín) ha sido nuestra sede. Se trata de los santos lugares salesianos, llenos de espiritualidad y donde todo nos habla y remite a Don Bosco y al carisma por él recibido del Espíritu Santo para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del mundo.
El tema que nos ha ocupado, en sintonía con la llamada que el Papa Francisco ha hecho a toda la Iglesia en la Exhortación Apostólica “Gaudete et Exultate”, es la invitación a la santidad, una santidad sencilla, del cotidiano, esa que viven de modo anónimo millones y millones de personas que nunca llegarán a ningún altar, pero que hacen un camino hermoso de vida cristiana. ¿Quizá tú, amigo lector o amiga lectora...?
Fruto de la reflexión compartida en aquellos días se han elaborado estas bienaventuranzas de la Familia Salesiana que quiero darles a conocer, amigos lectores, porque, en mi opinión, no es algo teórico, no son frases recogidas de algún libro, sino una síntesis de vida salesiana a la que hemos llegado consagradas, consagrados, laicos de la Familia Salesiana de todo el mundo y jóvenes.
Estas siete bienaventuranzas dicen así:
1. Bienaventurada es la Familia Salesiana que encuentra la alegría en la pobreza. Lleno de la gracia de Dios obrarán milagros entre los jóvenes más pobres y marginados ... ¡Esto es santidad!
Y puedo asegurarles, por todo lo que he vivido y visto en estos cinco años de animación por todo el mundo salesiano, hasta hoy, en 85 naciones, que ciertamente cada día Dios sigue haciendo verdaderos ‘milagros de vida’ en la existencia de tantísimos muchachos, muchachas y jóvenes, especialmente los más pobres y marginados.
Son milagros que nada tienen que ver con los medios económicos y sí con el trato personal lleno de autenticidad, de afecto, de acogida y escucha verdadera ante la situación de cada joven, situaciones que no pocas veces encierran verdaderos dramas.
2. Bendita la Familia Salesiana que, con la mansedumbre y la caridad del Buen Pastor, acoge y acompaña con amor a los jóvenes, los educa en el diálogo y los acoge. ¡Esto es santidad!
Qué importante me parece educar a los jóvenes en el diálogo y la acogida de quien es diverso, diferente. En una de mis últimas visitas a Europa, una adolescente rezaba en público para que fueran capaces de “perder el miedo a los extranjeros”. Y me preguntaba... ¿qué estamos sembrando los adultos o, al menos, las autoridades de estas sociedades para que una niña de 15 años llegue a sentir miedo por quien sencillamente es diferente?
3. Bienaventurada es la Familia Salesiana que, al lado de otros, cura las heridas de quienes sufren y da esperanza a quienes la han perdido, trayendo el gozo de Cristo resucitado. ¡Esto es santidad!
La esperanza, una de las virtudes cristianas y palabra talismán que tanta falta nos hace hoy en día. A veces no se pueden resolver los problemas de las personas, pero se puede estar al lado, se puede transmitir acogida y respeto, se puede ayudar a curar heridas, porque ¿quién no lleva alguna herida en el alma y en el corazón?, y ¿quién no agradece el más pequeño gesto que ayude a aliviar el dolor de las heridas de la vida?
4. Bienaventurada la Familia Salesiana que, hambrienta y sedienta de justicia, acompaña a los jóvenes a llevar a cabo su proyecto de vida plena en la familia, en el trabajo, en el compromiso político y social ... ¡Esto es santidad!
En todas las partes del mundo adonde he ido y con los jóvenes con los que me he encontrado les he preguntado si tienen ideales de vida, sueños, proyectos, porque una vida sin sueños, sin proyectos, sin ideales, corre el riesgo de habituarse solamente a ‘sobrevivir’, habituarse a la supervivencia, pero no a vivir en plenitud. Por eso, una de las cosas más hermosas que tiene la misión salesiana es la de acompañar a los jóvenes, a todo joven, sea cual sea su situación, a hacer camino en su pequeño o grande, sencillo o sólido proyecto de vida. Acompañarlos a anclar su vida en pilares que los hagan resistir los fuertes vientos y las mareas agitadas.
5. Bienaventurada es la Familia Salesiana que vive una experiencia de misericordia, abre los ojos y el corazón para escuchar, para perdonar, para convertirse en un hogar que acoge. ¡Esto es santidad!
Si hay una palabra que no es del uso común en nuestras sociedades es ‘misericordia’. Por eso, cuando el Papa Francisco habla tanto de misericordia, no tardan en llegar ‘profetas de calamidades’ que dicen que esto son tonterías y debilidades. Que así no se hacen caminos válidos de vida cristiana. Pero no, amigos, nuestro modo de entender la vida y la educación pasa ante todo y principalmente por una mirada de comprensión y de compasión, de misericordia, y pasa ante todo por la acogida y la escucha. Cuánta falta nos hace en la vida, ¿no creen?
6. Bendita la Familia Salesiana que busca ser auténtica, integral y transparente, cultivando una mirada que va más allá de las apariencias y reconociendo en cada persona la gracia y la obra de Dios. ¡Esto es santidad!
Casi todo lo contrario de lo que se vende en nuestras sociedades: es más fácil vender creer en el éxito fácil, en los engaños, en los negocios oscuros con tal de que produzcan beneficio. Es más fácil aparentar, ponerse del lado de quien tiene la fuerza o el poder o el éxito, más que del lado de la verdad y de lo que es justo. Por eso nos sumamos a la buena gente, que también existe y que cree en la autenticidad, en la transparencia, en la honestidad. O un camino, o el otro, pero los dos al mismo tiempo no son posibles, y a los jóvenes queremos ofrecerles lo que más les dignifique, aunque no siempre sea lo más fácil.
Y finalmente...
7. Bienaventurada es la Familia Salesiana que, a partir de la verdad del Evangelio, fiel al carisma de Don Bosco, se convierte en levadura para una nueva humanidad, aceptando con alegría también la cruz por el Reino de Dios. ¡Esto es santidad!
Seguimos creyendo que el carisma de Don Bosco, este don de Dios para la Iglesia y el mundo, es tan actual y necesario como ha podido serlo antes. Creemos, con humildad, que al mundo de hoy le faltaría algo si no existiera el carisma salesiano y las miles de presencias extendidas a lo largo de todo el mundo en 134 naciones y entre millones de jóvenes y sus familias.
Y seguimos creyendo que aunque es muy cierto que hace más ruido el árbol que cae que el bosque que crece en silencio, queremos ser bosque que crece en silencio, pero que albergará a tantos bajo su sombra para alivio de todos.
Seamos felices. Seamos bienaventurados.
Por, P. Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos