Ya en su tiempo de formación como sacerdote en el seminario mayor de Turín, Don Bosco reunía, todos los domingos, a un grupo de chicos abandonados de la ciudad en una especie de escuela y lugar de recreo al que llamó Oratorio Festivo, el cual nace como una experiencia evangelizadora de educación libre y espontánea.
En su caminar por la vida religiosa se topó con la figura de Francisco de Sales, de quien resaltó cualidades como el humanismo, bondad, amabilidad y la misericordia. Dichos valores lo impresionaron tanto, que quiso que sus colaboradores imitaran estos atributos en cada acción pastoral. Es por esto que el primer oratorio que fundó lo llamó San Francisco de Sales.
“Este oratorio será puesto bajo la protección de San Francisco de Sales para indicar que la base sobre la que esta congregación se apoya debe ser la caridad y la dulzura, virtudes características de este santo”.
La idea de una sociedad religiosa
A mediados de 1850, Don Bosco contaba con un grupo de personas que trabajaban con él y coincidían en su estilo de vida y misión. Algunos de ellos eran el teólogo Juan Borel y el P. Alasonatti; también jóvenes comprometidos como Miguel Rúa, Juan Cagliero y Juan Bautista Francesia. Juntos se dieron a la tarea de vivir en comunidad bajo un reglamento escrito por el mismo Don Bosco. Asimismo, se comprometieron a hacer un ejercicio práctico de caridad con el prójimo, acción que constituyó su primer “voto” o promesa.
Con el afán de mantener la obra de los oratorios viva aun después de su muerte, Don Bosco se dio a la tarea de convocar a ciertos jóvenes líderes invitándolos a unírsele en su misión. Dichas invitaciones estaban relacionadas siempre con 'ayudarlo en el momento necesario’. “¿Amas a Don Bosco? ¿Te gustaría ayudar a Don Bosco cuando llegue el momento?”, decía él.
Ya con tres oratorios fundados en Valdocco, decide escribir un reglamento que sirviera de norma y guía para los numerosos sacerdotes y laicos que dedicaban su vida a este servicio con amor y preocupación.
Ocurrió en esa misma época que muchos sacerdotes y laicos tomaron parte de la revolución liberal, optando por posturas extremistas; muchas congregaciones religiosas comenzaron a desaparecer y miembros y catequistas colaboradores de Don Bosco abandonaron la misión.
Estos tiempos complejos lo llevaron a considerar la idea de fusionar su obra con el instituto religioso Rosminiano de la Caridad, siempre y cuando le permitieran continuar su obra tal y como la había llevado hasta ese momento.
En su afán de hacer que el oratorio fuese permanente, se entrevista con el ministro de Interior Ratazzi, líder del movimiento liberal, quien en la época estaba dando cierre a las congregaciones religiosas. Don Bosco apela a que las personas que trabajan en el oratorio estaban unidas a él por medio de una promesa y que están trabajando en pro de los más pobres.
Ratazzi, quizá sin querer, ilumina a Don Bosco diciéndole que una asociación de ciudadanos libres ejerciendo sus derechos individuales no incurriría en sanciones del gobierno. Por tanto, pensó que la sociedad (congregación) debía tener un carácter civil, dado que los socios son ciudadanos libres unidos por un mismo propósito legítimo para el gobierno y, al mismo tiempo, una naturaleza religiosa ante la Iglesia en la que sus socios profesaran votos de obediencia, pobreza y castidad.
San Francisco de Sales - Sales"ianos"
Más adelante, el Papa Pío IX le dice a Don Bosco que para mantener a los miembros de la sociedad juntos es necesario que profesen votos. Y el 18 de diciembre de 1859 se fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, aquello por lo que tanto luchó, una asociación de clérigos con votos ante Dios para toda la vida que deciden dar su vida al servicio de los jóvenes, sobre todo los más pobres.
El apelativo salesiano hace, por tanto, referencia a Francisco de Sales, pero no solo a su persona, sino también a su espíritu y a su mensaje, cuya puesta en práctica supone la bondad, dulzura y mansedumbre de los que, junto al amor, surge la espiritualidad salesiana, que es la espiritualidad de Don Bosco. De esta manera inició un programa de vida sustentado en el Da Mihi animas, caetera tolle, que significa, “dáme almas y llévate lo demás”.
Para los salesianos, San Francisco de Sales fue y continúa siendo un maestro de vida espiritual, rico de sabiduría, hecho todo para todos en la caridad pastoral, empeñado en restaurar la unidad de los creyentes en el vínculo de la caridad y de la paz.
Por Gustavo Cano, Periodista