Dos jóvenes salesianos misioneros llegaron desde muy lejos para integrarse a la Familia Salesiana de nuestro país. Movidos por el Espíritu y el deseo de evangelización, han dejado sus hogares en Asia y África para servir en medio de la juventud de nuestra patria.
Es enero y aunque estamos en pleno verano, está nublado en Santiago, pero en la casa de la comunidad salesiana de La Cisterna el ambiente es cálido y de hermandad. En el living todavía están el pesebre y el árbol de Navidad; hace solo tres días se ha celebrado la festividad de la Epifanía del Señor.
Peter tiene 28 años. Proviene de Vietnam, país con más de 300 salesianos, entre ellos unos 60 coadjutores. Su nombre de nacimiento es Vu Duc Duy y su ciudad de origen es Ho Chi Minh. Es el cuarto de cinco hermanos.
De contextura delgada, tez morena y lentes ópticos, toma asiento en uno de los sillones de la casa y comienza a contarnos que conoció el carisma de Don Bosco estando en la universidad, tiempo en que estudiaba Historia Universal y practicaba fútbol todos los domingos con sus amigos en una comunidad salesiana. Le encanta este deporte; su equipo favorito es el Manchester United y su jugador preferido es Cristiano Ronaldo.
Si bien siempre sintió inquietud por la misión salesiana, su decisión se reafirmó mientras hacía el Prenoviciado, cuando un misionero vietnamita le compartió su experiencia.
Con incertidumbre escribió la carta para solicitar ser enviado al algún lugar del mundo. Recibió respuesta en julio de 2018 de parte del P. Guillermo Basañes, Consejero General para las misiones.
Llegó a Chile a fines de octubre, luego de dos meses de preparación en Italia, sabiendo poco de español y nada de nuestro país. En este corto tiempo ya conoció Valparaíso, ciudad que le encantó por sus cerros, ascensores y coloridos murales.
Al momento de esta entrevista se encontraba apoyando a los monitores del Liceo Camilo Ortúzar Montt en la animación de las colonias Villa Feliz. Se siente muy a gusto en la comunidad de La Cisterna, pues ha recibido la acogida y el apoyo de sus hermanos salesianos; lo han ayudado también a perfeccionar su español. Dice si bien el factor idiomático es ciertamente lo más complejo, sobre todo la gramática, no se le ha producido la misma dificultad con los chilenismos, como el cachái o el poh.
Bienvenido a casa
Razafimahefasoa Anjaramalala Jean José, o solo Juan, es el otro joven que ha llegado para incorporarse a la misión salesiana en Chile. Al igual que Peter, su compañero en este viaje transatlántico, es el cuarto de cinco hermanos.
Tiene 29 años, es de Madagascar, isla ubicada frente a Mozambique, la más grande de África y la cuarta más grande del mundo. Nos cuenta que diferentes crisis políticas y económicas durante la última década tienen a su país sumido en la pobreza. Los dos idiomas oficiales son el malgache y el francés, aunque existen 18 dialectos por la gran diversidad de tribus.
Viste de camisa, pantalón, zapatos negros impecablemente lustrados; es de tez morena y baja estatura. Nos recibe en el hall de entrada del Colegio Salesiano de Valparaíso y nos conduce a la sala de profesores, donde hay un pequeño living con buena luz.
Un libro sobre Domingo Savio y la espiritualidad con Don Bosco en el oratorio de Valdocco le bastó para confirmar su vocación como salesiano misionero. Siempre tuvo el deseo de ser sacerdote por su cercanía con el carisma. Vivió al lado de una parroquia salesiana junto a su familia; conoció el testimonio del P. Heriberto Cabrera, sacerdote chileno, quien ha estado en misión en África desde hace más de 25 años.
A finales de 2017 envió su carta al Rector Mayor para solicitar ser enviado en misión, la que tuvo una respuesta a mediados de 2018. No sabía nada de nuestro país. Comenzó a recabar información digitando Chile en Google.
Llegó a una comunidad de seis hermanos, un misionero italiano y cinco chilenos, donde se siente muy bien. Confiesa que quedó sorprendido por su recibimiento. El P. Néstor Muñoz, director de la obra salesiana de Valparaíso, fue a buscarlo al aeropuerto. Cuando llegó a su dormitorio vio en la puerta una hoja con una imagen de Chile y Madagascar con la frase “bienvenido a casa”, escrita en malgache y francés.
Participó del Campamento Nacional Comunidades Apostólicas Salesianas en Las Peñas, de diciembre pasado, y en las Colonias Villa Feliz del colegio Salesiano de Valparaíso y las misiones de Colliguay, localidad de Quilpué.
Cuando llegó a Chile no sabía español. Una profesora de lenguaje que habla francés lo ha ayudado durante los primeros meses. Dice que los chilenos son muy amables, pero que hablan muy rápido.
La base de la dieta malgache es el arroz, así que le ha resultado fuerte el cambio en lo alimenticio. Ya probó la cazuela, que le encantó... Todavía está pendiente probar el pastel de choclo.
Confiesa que ser misionero no es fácil, pero no pierde la fuerza ni la esperanza. Su motivación es dar gratuitamente a los jóvenes, en cualquier parte del mundo, aquello que recibió gratis.
Por Karina Velarde, periodista