¿Sabías que Don Bosco ya hacía contratos laborales para sus jóvenes antes de que estos fueran legalizados?
Don Bosco fue un hombre visionario, siempre atento a las necesidades de los niños y jóvenes más pobres, alerta a prevenir cualquier abuso contra ellos. No olvidemos que desarrolló su obra educativa y evangelizadora en el contexto de la revolución industrial en Turín, tiempo en el que las máquinas a vapor acabaron con buena parte de los empleos manufacturados, dejando en la miseria a muchos ciudadanos.
En ese escenario de cambio social, los empleadores preferían contratar jóvenes sin experiencia y llenos de vitalidad que hombres adiestrados en el oficio, con el fin de delegarles jornadas largas de trabajo a cambio de un salario miserable, aprovechándose de la escasez de plazas labores.
Don Bosco, atento y diligente, vio la oportunidad de enseñarles un oficio a los jóvenes del oratorio para que supieran cómo ganarse la vida. El santo se había percatado de que las calles de Turín estaban atestadas de personas sin empleo y que muchos empleadores abusaban de sus artesanos poniéndolos a trabajar más horas laborales en oficios varios.
Si bien las memorias del oratorio no indican que Don Bosco fue el primer hombre en dejar por sentado un contrato laboral, sí podemos asegurar que fue pionero en generar acuerdos laborales. Antes de enviar a sus jóvenes al trabajo, se presentaba personalmente ante el empleador y llegaba a un acuerdo con él, estableciendo condiciones. Los acuerdos consideraban horas de trabajo, aptitudes del postulante y días libres, dándole prioridad al domingo, ya que el joven debía asistir al oratorio, ir a misa y hacer sus deberes.
En sus gestiones, Don Bosco establecía que el empleador debía pagar diariamente al aprendiz durante los años de su aprendizaje: una lira durante el primero, una y media el segundo, dos el tercero. Por costumbre, mas NO por ley, el empleado tenía derecho a 15 días de vacaciones por año.
El empleador mensualmente debía hacer un informe sobre la conducta de su empleado, y si no sabía escribir, Don Bosco pasaba a visitar el lugar y hacía un coloquio con el dueño.
Las memorias del oratorio recuerdan la primera firma de Don Bosco como representante de uno de los jóvenes del oratorio que iniciaba su vida laboral.
Los primeros contratos se quedaron plasmados sobre papel corriente, pero los del año siguiente (1852) en papel sellado: así está el contrato entre José Bertolino, carpintero, y el joven José Odasso, bajo la representación del reverendo padre Juan Bosco y la asistencia y garantía de un familiar del joven.
Estos contratos variaban en cuanto a su duración y su jornal, de acuerdo con la edad y la habilidad del muchacho y también según la importancia y la dificultad del oficio que debía aprender. Muchas veces los encargados de las empresas no estaban de acuerdo con lo que planteaba Don Bosco; muchos no sabían leer, sin embargo, la caridad del santo lo podía todo.
Si bien nuestro Padre Fundador dio una respuesta al problema político y económico en que se sumergía Turín, no estaba en sus manos la posibilidad de ayudarlos a todos. Muchos jóvenes sufrieron maltratos por parte de sus patrones.
En 1878 se firma una ley cuya finalidad era castigar los abusos sobre los menores, tanto los provenientes de la patria potestad como los que surgen de la explotación patronal. La ley pretendía erradicar las situaciones de explotación laboral a la que venían siendo sometidos los menores que ejercían la mendicidad como si se tratara de un oficio.
Esta explotación laboral era directa por parte del responsable del menor (padre, tutor, maestro o encargado), o indirecta (con contraprestación económica o sin ella), por la entrega de los niños a un habitual de la vagancia o mendicidad. A partir de esta ley los patrones debían contratar formalmente sus jornaleros por medio de un papel y revisado ante un notario.
Para hacer concreto su trabajo a favor de los niños y jóvenes, Don Bosco rompió esquemas también en la regulación laboral. Esto nos sigue inspirando a no claudicar en el desafío de buscar todas las maneras para garantizar a nuestros jóvenes una propuesta educativa y evangelizadora integral que logre insertarse efectivamente en el escenario social.
Don Bosco impulsó cambios en tiempos de crisis. Ayer lo hizo él; hoy, ¿lo haces tú?
Por Gustavo Cano, periodista