No permitiremos que desaparezcan sus sueños

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Queridos amigos y lectores del Boletín, con el Sínodo que se celebra en Roma, la Iglesia quiere escuchar los sueños de los jóvenes y responder con toda su “maternidad”. En perfecta armonía con la Iglesia, los salesianos nos preparamos para hacer lo mismo con la celebración del Capítulo General que estamos preparando.

Queremos escuchar los corazones de todos los jóvenes: desde aquellos más cercanos a aquellos más lejanos, o aquellos de quienes somos más distantes. Les preguntamos qué esperan de nosotros, cómo podemos ayudarlos y cómo pueden ayudarnos a ser más fieles al Señor, como Don Bosco. Su participación en la asamblea del Capítulo será más que “simbólica”; incluso, si no pueden participar físicamente en todos los momentos del CG28, estarán presentes con su palabra joven, fuerte, valiente e incluso “atrevida”, que acogeremos con un corazón dispuesto.

El tema del Capítulo será “¿Qué salesianos para los jóvenes de hoy?”. La pregunta más bella y coherente que se puede hacer. El filósofo Umberto Galimberti explica: «Los jóvenes piden profesores motivados y carismáticos, porque se aprende por fascinación». Y los adultos dicen: “No les odiamos, de hecho, estamos agradecidos si pueden ayudarnos a lograr lo que queremos llegar a ser, porque tenemos un sueño y no queremos verlo desaparecer como las estrellas fugaces”.

Me gustaría compartir con ustedes dos escritos que me han llegado recientemente. El primero es un mensaje personal en Facebook, y el otro, un testimonio de un joven que conocí en una de mis últimas visitas.

Comparto ambos mensajes tal como fueron escritos por gente joven. El primero, hace dos semanas, proviene de un joven animador:

«Querido don Ángel,

Acabo de ver su mensaje sobre el Capítulo General 28 y decidí escribirle solo para decirle algo; el tema del Capítulo me pareció maravilloso. Ya había tomado un poco de tiempo para reflexionar sobre la figura salesiana que necesita nuestra realidad y que necesitamos los jóvenes. Inspirado por la experiencia personal que he vivido con los salesianos que me han acompañado a lo largo de mi crecimiento, me parece que el Capítulo nos involucra directamente a nosotros, a los jóvenes en formación y acompañamiento o animadores juveniles, ya que somos muy sensibles a los gestos que tienen con nosotros.

Honestamente, algunas veces me sentí un poco triste, porque, aparentemente, para algunos salesianos parecen ser más importantes otras cosas, como las cuentas, los objetos de la casa, la economía, los edificios, la administración, etc.

La invitación a poner las cosas del corazón en primer lugar me llena de alegría; me llena realmente de gran esperanza el reto de salir de la zona de confort, porque necesitamos salesianos con convicción, sueño, pasión, que puedan ser testimonios vivos del amor de Cristo y puedan ser para nosotros un ejemplo de todo lo que profesaba Don Bosco.

Creo que de esta manera podremos enamorarnos nuevamente de este estilo de vida y así hacer que nuestra querida Familia Salesiana crezca cada vez más, por supuesto, haciendo cada uno su parte.

Te llevo en el corazón. Con mucho afecto».

En mi última visita a México, un joven del Movimiento Juvenil Salesiano me dio esta carta, después de leerla en público.

«Hola, don Ángel. Antes que nada, deseo saludarle y agradecerle por todo lo que hace. Es un verdadero placer poder compartir un poco de la experiencia de mi comunidad como joven en el movimiento salesiano. Mi nombre es A.K. y tengo 23 años. Soy originario de la frontera, Nuevo Laredo, Tamaulipas. Es realmente un desafío escribir estas palabras y saber que seré leído por el sucesor de Don Bosco, nuestro querido Don Bosco, la persona que ha inspirado a miles de jóvenes a convertirse al amor de Dios, a vivir experiencias inolvidables y conocerse más íntimamente.

Le digo que conozco a los salesianos desde hace 10 años. Considero una gran bendición haber visto el nacimiento de un oratorio en un verdadero basurero; la alegría de ver cómo se formó gradualmente una comunidad que quería trabajar, marcar la diferencia, cultivar un área de alegría, convivencia y paz para nuestros niños y jóvenes, un lugar para amar a Cristo libremente, dedicando tiempo y esfuerzo.

Durante este tiempo fue difícil mantener vivo el oratorio debido al difícil ambiente lleno de drogas, alcohol, tráfico, migración ilegal, donde los más expuestos son los niños y niñas. Es difícil la lucha que uno experimenta todos los días, una lucha de todos contra todos.

Se debe reconocer el apoyo de la comunidad salesiana y de los voluntarios que nos acompañan y que buscan liberar a los jóvenes de estas situaciones. De la misma manera hay jóvenes enamorados de Jesús y Don Bosco, jóvenes que han encontrado un segundo hogar, nuevos amigos, un lugar donde podemos expresarnos y disfrutar de nosotros mismos de una manera saludable.

Por esta razón, los jóvenes de Nuevo Laredo queremos decirle a Don Bosco que queremos ser valientes como él, soportar tantas situaciones sin desesperarnos y sin rendirnos, siempre luchando por nuestros sueños, aunque no sabemos hasta dónde podemos llegar. Muchos de nosotros seguimos preguntándonos qué hemos hecho para ser elegidos para conocer y vivir en un Oratorio, y para aprender a compartir el ejemplo de Don Bosco.

Nos apasiona saber cómo ha dedicado tiempo y vida a los más necesitados, dándoles un lugar para vivir, enviando personas que nos acompañan, transmitiéndonos la misma energía para creer en Jesús y vivir de acuerdo con su ejemplo.

Muchos de nosotros no imaginamos una vida sin Don Bosco, sin salesianos, y podemos afirmar que no estaríamos enamorados de Dios de una manera “loca”, llena de risas y grandes experiencias, sin él. Don Bosco, has guiado a los perdidos que, sin conocer la dirección de su vida, han encontrado la respuesta dentro de esta casa, escuela, iglesia y patio.

Para esto, querido don Bosco, quiero decir gracias, porque siguen empujando y motivando siempre a los jóvenes, y quiero darle las gracias porque se mantiene viva mi “Gran Familia Salesiana”, donde he vivido los mejores momentos de mi vida, donde me encontré con gente maravillosa, de lo cual todavía estoy aprendiendo, sobre todo la alegría de amar a Dios de una manera que nunca hubiera pensado; la felicidad de ser yo mismo, haciendo lo que me gusta, sin miedo ni vergüenza ante los demás, simplemente viviendo el carisma salesiano en toda su extensión y, por lo tanto, poder decir que mi elección es Cristo, al estilo de Don Bosco».

Aquí hay dos testimonios que nos dicen lo importante que es para estos jóvenes el camino de la vida en el entorno salesiano en el que se encuentran, y cómo este entorno los ha traído y los lleva a un encuentro con Jesús. Al mismo tiempo, nos piden estar cercanos a ellos, caminar junto a ellos, especialmente en las decisiones importantes, las más profundas, aquellas que verdaderamente tocan sus vidas y sus corazones.

Somos hijos de un soñador y no permitiremos que los sueños de los jóvenes desaparezcan como estrellas fugaces.

Por, P. Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos

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