Conocer y Comprender

prevencion

En esta edición especial y última del año de nuestro Boletín Salesiano, cerramos la sección ambientes sanos y seguros volviendo sobre dos conceptos relevantes que ayudan a comprender aquellas condiciones favorecedoras de situaciones abusivas.

En la medida en que podamos entender las dinámicas propias del sistema relacional abusivo, las interacciones abusivas y la imposición del silencio, podremos desarrollar mejor el rol de terceros activos en la detección y prevención.

Sistema relacional

En toda historia de abuso sexual existen al menos tres personajes que conforman lo que se ha llamado sistema abusivo (Barudy, 1998; Arón, 2001). Si lo imagináramos como una figura triangular, en el vértice superior aparece graficado el abusador pues, por lo general, ocupa una posición jerárquicamente superior al resto de los protagonistas de las dinámicas abusivas. El abusador suele ser un adulto que, en lugar de utilizar su poder para cuidar y proteger a los niños, distorsiona sus funciones y se aprovecha de su condición para utilizar a los otros en su propio beneficio (Barudy, 1998).

Otro personaje es el niño (víctima), el cual se encuentra en una posición de dependencia respecto del abusador. De acuerdo a Barudy (1998), el niño pasa a ser “cosificado” por el adulto que comete el abuso, pues lejos de ser respetado en su condición de persona y de niño, el abusador lo considera un objeto destinado a proveerle satisfacción.

La propia dependencia física y afectiva deja atrapado al niño en una relación sin escapatoria, no quedándole más remedio que adaptarse a la situación.

El sistema abusivo se completa con los terceros, que son los otros familiares y los miembros del entorno social del niño. Son terceros todos aquellos que están en posición de enterarse de la situación de abuso y, por ende, de detenerla. Sin embargo, por lo general no intervienen ya sea porque no se dan cuenta de lo que está ocurriendo, porque no quieren saber, porque están atemorizados o porque tienen complicidad ideológica con el abusador (Barudy, 1998; Arón, 2001).

Interacción abusiva y el silencio

El abuso sexual cometido por una persona cercana al niño corresponde a un proceso relacional complejo, que se desarrolla paulatinamente a través del tiempo.

De acuerdo a Barudy (1998, 1999), el proceso abusivo puede ser entendido como una sucesión de diversas fases o etapas. Aquí nos referiremos a las dos primeras (fase de seducción y fase de interacción abusiva).

Durante la fase de seducción, primera etapa del proceso, el abusador busca ganarse la confianza del niño a través de juegos, regalos y privilegios. Se aprovecha de su cariño y dependencia emocional para incitarlo a participar en actividades sexuales que presenta como juegos o como comportamientos que ocurren normalmente entre adultos y niños, ya sea como manifestaciones de cariño o como acciones dirigidas a la enseñanza (Barudy, 1998, 1999).

En la fase de interacción abusiva comienza el acercamiento sexual propiamente tal, el cual se caracteriza por ser frecuente y progresivamente intrusivo. En efecto, tiende a darse una secuencia donde las primeras aproximaciones corresponden a gestos de exhibicionismo y voyerismo, para pasar a caricias con intención erótica y a la masturbación. Cuando hay penetración en cualquiera de sus formas (oral, vaginal, anal), nos encontramos en un momento avanzado del proceso (op. cit.).

Para garantizar que el niño mantenga el abuso en secreto, el abusador impone a su víctima lo que se ha llamado ley del silencio. Para lograr esto se vale de diversas fórmulas, entre las cuales destacan las amenazas (ej. “si cuentas nadie te va a creer”, “si cuentas te voy a hacer daño o le voy a hacer daño a tu mamá”), el chantaje (ej. “yo iría a la cárcel y se destruiría la familia”, “le vas a causar un gran dolor a tu mamá”), la culpabilización (ej. “tú me provocaste”, “a tí te gusta que te haga esto”) y la inducción de complicidad a través del lenguaje (“Esto que estamos haciendo no se lo vamos a contar a nadie”, “lo que pasa entre nosotros es nuestro secreto”) (Barudy, 1998, 1999).

El niño queda preso del silencio, sin poder contarle a nadie lo que está ocurriendo. Junto con ello, quienes lo rodean parecen no percatarse de los hechos. Así las cosas, no tiene más alternativa que adaptarse a las circunstancias, de modo que esta situación se mantiene en equilibrio perpetuándose, la mayoría de las veces, durante años. Este proceso puede quedarse estancado acá o, en el mejor de los casos, avanzar hacia la revelación de los hechos (Barudy, 1998, 1999).

Fuente: Proceso Abusivo. Ma. Josefina Martínez Bernal, psicóloga. El cuidado de nuestras niñas, niños y adolescentes, prevención del abuso sexual en el ambiente escolar. Vicaría de la Educación, Arzobispado de Santiago, agosto 2012.

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