En plena era digital podría parecer iluso e irrisorio preguntarse por ellos, más aun cuando los usamos y compartimos por las redes sociales, pero lo cierto es que muchas personas no conocen el significado de los memes.
Es bueno saber de dónde viene el término. La palabra meme hace referencia a ideas, comportamientos o estilos que se extienden culturalmente entre personas. Fue acuñada por Richard Dawkins en su libro “El gen egoísta”. Es un derivado del griego “mimema”, que hace referencia a lo que es imitado.
Sus inicios se remontan a la década de los 90 con las imágenes animadas llamadas giff, sumamente viralizadas a través de correos electrónicos. Esto originó que los mensajes comenzaran a perder formalidad y se transformaran en un elemento de entretención.
Con la misma lógica evolutiva de un organismo que se expande en otros ambientes, estos mensajes se trasladaron a las plataformas conectadas a internet para describir ideas que se “viralizan” o son replicadas de forma masiva a través de las redes sociales, blogs, emails, pasando de persona a persona de manera explosiva.
El formato de un meme puede ser una frase, una imagen, un vídeo, un giff o un concepto más abstracto. En general, su temática combina lo humorístico y absurdo; también los hay ofensivos, aunque en ocasiones se han convertido en píldoras filosóficas. Es errado, entonces, pensar que un meme es solo una broma, es, más bien, una forma de adaptación al contexto noticioso de los países y las culturas.
Lo que caracteriza a los memes es que logran un alcance internacional a través de imágenes que se propagan por todas partes del mundo. Surgen de forma espontánea; no se planifican; en la mayoría de los casos son creados de forma voluntaria por autores anónimos.
En cuanto a los diseños, no se debe esperar obras de arte. Editores de imágenes básicos como Paint es lo habitual en esta práctica; así también montajes simples con herramientas más poderosas, como Photoshop. No prima la estética, sino aquello que se pretende transmitir.
Es fácil encontrar páginas web que permiten crearlos de forma rápida y sencilla. También existen aplicaciones para móviles con las que se puede lograr lo mismo.
Lo importante es saber recibirlos con la misma sencillez con que se crean, porque cualquiera de nosotros puede ser objeto de uno. Tenemos que utilizarlos como herramienta de comunicación que nos ayuden en la educación de nuestros jóvenes, sabiendo utilizar el código que los caracteriza. La invitación es a no ponernos graves y compartirlos como lo que son, los queridos y odiados memes.
Por Felipe "Lana" Valdés, Comunicador social