El Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) nació en Chile hace más de 40 años. Es considerado uno de los regalos más importantes de la Congregación a los jóvenes, tanto del país como del mundo. Desde 2004 forma parte del repertorio de las asociaciones internacionales de fieles del Pontificio Consejo para los Laicos.
El MJS es una propuesta de carácter educativo-pastoral que ofrece a los jóvenes hacerlos sujetos y protagonistas de su propio crecimiento humano y cristiano. Es una experiencia privilegiada para que descubran su camino de vida, entendiendo que el discernimiento vocacional es el fruto de un recorrido basado en el acompañamiento y crecimiento tanto humano como cristiano.
Es una realidad abierta a todos los grupos, desde aquellos de amplia acogida: deportivos, artísticos, culturales, sociales, hasta los más comprometidos en un camino de fe y de formación más sistemática. En sus definiciones asegura transversalidad dentro de los grupos de la Familia Salesiana.
Formación en el liderazgo
Don Bosco soñó con jóvenes evangelizadores de jóvenes, sello que le da identidad al MJS. Quienes participan están llamados a hacer un camino de crecimiento humano y de fe. Son invitados a hacer un proceso por etapas de interiorización y discernimiento que les brindará la capacidad de proyectar su vida en valores cristianos, servir a su familia y ser hombres y mujeres de bien para la sociedad.
Todo grupo del Movimiento Juvenil Salesiano debe ser dinámico, un lugar de acogida donde los líderes sean testimonios juveniles ante aquellos que recién se suman, viviendo la ‘espiritualidad de lo cotidiano’, sustentada en la tripleta: Crecimiento-Confrontación-Acompañamiento. Se busca que el participante llegue a ser capaz de escuchar y discernir en su vida cotidiana el llamado de Dios.
Un joven que llega al MJS inicia un camino de crecimiento integral, buscando fortalecer las cuatro dimensiones del ser humano: humana, espiritual, afectiva y pastoral- ocial. “Esta formación es cíclica e integral. A simple vista parece una fórmula, pero es importante que se lleve a cabo, ya que el joven, luego de vivir el proceso, se convertirá en líder de un grupo juvenil y con su testimonio debe atraer y enamorar a otros jóvenes para que se unan al movimiento”, explica Freddy Araya, secretario para la Pastoral Juvenil Salesiana de Chile.
Para Don Bosco, la santidad se alcanza estando alegre, y la alegría de un joven se evidencia cuando está en el patio, a gusto, con sus compañeros y amigos, jugando y aprendiendo. Más que un lugar físico, es zona de encuentro con los muchachos, espacio para conocerlos, educarlos en la fe y valores. El Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana (CRPJ) afirma que “la animación salesiana no es solo una acción técnica y funcional: es espiritual, apostólica, pedagógica y tiene su fuente en la caridad pastoral, implicándose a favor de los jóvenes”.
Los animadores y/o líderes juveniles no van a jugar, recrear o distraer a los chicos y chicas, sino a acompañarlos, implicándose en sus procesos, lo cual supone motivación, presencia continua, comunicación en un proyecto compartido, reflexión y, sobre todo, evangelización, tal y como está escrito en la carta de identidad del MJS.
Ser para hacer
Don Bosco quería evangelizar a los jóvenes, educarlos y enseñarles el camino de la santidad por medio de lo cotidiano. Los salesianos se encargarían de llevar este sueño a todos los rincones del mundo. Hoy en día, junto con las Hijas de María Auxiliadora y demás miembros de la familia salesiana, trabajan para mantener vivo este legado.
Quien acepta este legado se compromete a ser un faro para la juventud, asegurando, con su testimonio, la vivencia de la espiritualidad juvenil salesiana, acompañando grupos y comunidades, logrando que los destinatarios se encuentren con el rostro de Jesús.
El Movimiento Juvenil Salesiano en Chile no escatima esfuerzos a la hora de evangelizar o encontrar “lugares” de evangelización. Freddy Araya asegura que los jóvenes se abren a nuevos patios, viviendo una espiritualidad que no se estanca. Asimismo, asevera también que tienen una gran sensibilidad por lo social. “El MJS se escribe en sociedad. Hay que acompañar a los jóvenes y buscarlos donde estén”.
Freddy subraya que hay que ser cuidadosos a la hora de acompañar a un grupo juvenil. Algunas veces los asesores adultos tienden a quitar espacio a los jóvenes en su proceso formativo con afán de evitar que se “equivoquen”. El secretario indica que los destinatarios deben vivir el proceso de formación completo y el asesor adulto o líder está a su lado acompañándolo, no viviendo por él, evitando que se equivoque.
Juan Pablo Orchard, secretario ejecutivo de pastoral de las Hijas de María Auxiliadora, asegura que los líderes o asesores de grupos juveniles deben estar preparados para enfrentar la realidad de los destinatarios como la situación en el hogar, escuela, ámbito social, misma que va cambiando constantemente. “Los jóvenes nos desestructuran constantemente, por eso debemos tener una mentalidad abierta. Esto nos cuesta a todos. Un asesor o líder debe estar presente, no bajo una presencia pasiva, sino una presencia presente”.
Por Gustavo Cano, periodista