Tras casi dos años de trámites legislativos y con la decisión favorable del Tribunal Constitucional, el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet ha logrado sacar adelante una iniciativa para despenalizar el aborto con un proyecto de ley que plantea tres causales: peligro de vida para la mujer, inviabilidad fetal de carácter letal y embarazo por violación. Hasta el cierre de esta edición (principio de septiembre) la ley aún no ha sido promulgada.
Si bien no es posible desconocer la drámatica situación de muchas mujeres en nuestro país que sufren sus embarazos por diferentes circunstancias -además de las señaladas en el proyecto-, resulta legítimo preguntarse si, aún la iniciativa gubernamental, es el aborto -o interrupción del embarazo, como han optado llamarle- la mejor opción para madre e hijo en situaciones de dificultad.
Al interior de la Familia Salesiana en Chile hay un grupo que desde hace 17 años desarrolla una propuesta de acompañamiento para adolescentes embarazadas de comunas vulnerables de Santiago. Actualmente están en La Granja, La Pintana y La Florida. Trabajan con niñasadolescentes- mujeres que con 12, 13, 14 y hasta los 19 años, enfrentan un embarazo no deseado, obligándose a dejar de lado sus estudios, no teniendo, en muchas ocasiones, el apoyo de sus padres, de sus parejas y tampoco el conocimiento, las herramientas y las redes para ejercer la maternidad adecuadamente.
Edda Pugin es Directora Ejecutiva de Emprende Mamá, programa que desarrolla la propuesta y que forma parte de los ejes programáticos de la Asociación de Damas Salesianas (ADS), grupo que se inspira según el carisma de Don Bosco, fundado en Venezuela, en 1968. En Chile están presente desde 1991, desarrollando proyectos de apoyo, prevención y promoción en diferentes áreas.
Edda explica que el programa tiene por objetivo entregar habilidades parentales a las adolescentes para que se hagan cargo de sus hijos. “Queremos evitar, por ejemplo, que estos niños lleguen al Sename”. Es una apuesta de protección de riesgo psicosocial del niño que habilita a la madre para que desarrolle un proyecto de vida, pudiendo salir adelante con su hijo a través de una adecuada integración de la maternidad.
El proyecto cuenta con alianzas y convenios con otras fundaciones, de manera que las adolescentes, además, puedan capacitarse en oficios, continuar sus estudios en un colegio, en el caso que no los hayan terminado.Pueden optar también a la Beca Emprende Mamá, que brinda un aporte económico mensual para estudios. “También tenemos una alianza con otra fundación para quienes quieren hacer estudios técnicos superiores o en la universidad, de manera que no se vean obligadas a desertar; finalmente, tenemos una alianza con colegios de educación de calidad para que las adolescentes puedan postular a sus hijos cuando entran a los ciclos preescolares. La idea es abarcar todo el circuito”.
A veces los tratos son mejor acá
Tabita, Belén y Yanara son muchachas del programa que participan en el grupo que funciona en La Pintana. Dicen que han aprendido mucho en temas de lactancia, cuidados del bebé, trabajo de parto, manualidades, cómo respirar, etc. “Ha sido súper bueno porque en los consultorios no nos dicen nada, solo cuántas semanas tenemos, que nos tomemos examenes y nada más, en cambio acá nos enseñan… las tías son un amor, nos regalonean harto, nos retan cuando tienen que hacerlo, pero con cariño y dedicación. A veces los tratos son mejor acá que en la casa”.
Javiera Henríquez tiene 17 años y también participa en el grupo de La Pintana. Quedó embarazada a los 16 años, cuando estaba 3° medio. Su bebé hoy tiene tres meses. Se llama Grettel. “Me puse triste porque no era lo que yo esperaba… mi ex pareja le juró a mi papá que me iba a cuidar… él tenía 19. Estudié un mes pero después me salí porque no era lo que quería. Este año empecé de nuevo… No podía estar sentada mucho rato y los profesores no me dejaban pararme, entonces me salí de nuevo. Ahora no estoy estudiando… Me gusta el programa; quiero que sea martes para venir porque me aburro todo el día en mi casa encerrada”.
Javiera valora también la oportunidad de relacionarse con otras muchachas que viven también la maternidad. “Las otras amigas van a fiestas y fuman, nada que ver… Quiero trabajar, juntar plata y entrar a Gendarmería para terminar adentro 3° y 4°. Estoy esperando cumplir los 18 para postular”.
Pamela Valdivia tiene 19 años y participa del grupo de La Granja. Hoy su bebé tiene 1 año y 7 meses. Llegó al Emprende luego que la asistente social del programa fuera a invitarla a su casa. “Las tías siempre tenían desayunos ricos… venía todos los jueves; aquí conocí a las chiquillas, me hice amiga de la Escarleth... fue bueno para mí estar aquí, a diferencia de estar en mi casa… aprendí varias cosas, los masajes a los niños, las matronas nos venían a ver, las psicólogas, hicimos varias manualidades”.
Pamela se embarazó a los 17 años, cuando cursaba 1° y 2° en modalidad nocturna. “Fue fuerte porque ese año tuve que dejar los estudios. Cuando mi hija nació iba a estudiar con ella en la noche, pero cayó hospitalizada. Postergué otro año pero ahora estoy estudiando todo el día, en la noche 1° y 2° y en las mañana hago un curso de Gastronomía en la fundación Soy+. Es super bueno, nos dan transporte y sala cuna”.
Eje de la propuesta: el vínculo
El programa procura ser estratégico y funcionar en red, para lo cual se coordinan con los centros de salud obteniendo la información de los ingresos de control de embarazo. Abordan los casos desde un enfoque multidisciplinario en el que intervienen matrona, asistente social y psicóloga, junto a un equipo de voluntarias de la Asociación de Damas Salesianas. La asistente social hace la selección de las adolescentes con límite de edad de 19 años, criterio que adaptan en función de las circunstancias y los contextos, como ha sido el caso de una inmigrante haitiana de 22 años.
“El componente más importante de este programa es el psicoafectivo. Desde ahí desarrollamos todo lo demás, a través del vínculo que establecen las voluntarias con las adolescentes, también entre ellas mismas y con las profesionales que dan algunos talleres. En ese contexto incorporamos los componentes educativos y formativos, la importancia de estudiar, de salir adelante y la motivación que en ello puede entregar el mismo hijo”, señala Edda.
Algo muy importante es aprender a través del modelaje -explica Edda-, es decir, la voluntaria tiene un trato cariñoso y contenedor con las chiquillas. De esta manera, les enseñan a tener ese mismo trato con sus hijos, sobre todo aquellas que vienen de hogares en los que las relaciones son violentas o bruscas. “No se trata de decirle ‘no trates mal o no le pegues a tu hijo`, sino del trato que ellas recibieron durante el año”.
La mayoría decide quedarse con su hijo
Edda explica que para las adolescentes que presentan un mayor grado de complicación por el embarazo a causa de la edad (12, 13 o 14 años) o por cualquier otro motivo, se les ofrece la posibilidad de dar el hijo en adopción, sin embargo, en la historia del programa, ninguna lo ha hecho. “Hay otras chiquillas que embarazarse fue su proyecto de vida, es decir, lo planificaron. Estoy hablando de adolescentes de 14 o 15 años. Cuando una niña planifica un embarazo a esa edad es porque, realmente, no tiene proyecto de vida. Una chiquilla a esa edad debería estar en búsqueda de otras cosas, sin embargo, muchas veces no tiene esa posibilidad, o algo pasa. Eso habla de pobreza… En el programa se da una variedad de situaciones. Nosotros las acompañamos en ese proceso y uno ve que la mayoría decide quedarse con su hijo, que terminó siendo la razón para proyectarse al futuro”.
Acompañamiento como concepto de vida
En los diferentes instrumentos de medición que aplican a las adolescentes durante y terminado el proceso -señala Edda-, siempre queda de manifiesto la satisfacción al final del programa. “Te dicen al principio que estaban muy complicadas y que gracias al programa pudieron salir adelante. Eso demuestra lo vital y efectivo del acompañamiento y su importancia a modo general, como concepto de vida. Es algo muy importante pero que, lamentablemente, se ha ido perdiendo; estar con el otro, estar para tí incondicionalmente. Aquí las voluntarias son incondicionales para las chiquillas”.
Contribución a las políticas públicas
Actualmente Emprende Mamá no cuenta con el apoyo del gobierno en temas de financiamiento. Sí lo tuvo en períodos anteriores, por ejemplo, desde la Presidencia, también del Sename, FOSIS, Chile Crece Contigo y el Sernam. En este largo itinerario Emprende Mamá sirvió de base técnica para construir un programa gubernamental que atendió la realidad de la embarazada adolescente. En 2016, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet -explica Edda- se produjo un distanciamiento del programa con los los lineamientos del Sernam, por lo tanto, este año no han tenido financiamiento y han debido funcionar a una mínima expresión con fondos privados.
“Nuestra idea es funcionar siempre con el gobierno. De hecho, muchas de nuestras acciones se han convertido en políticas públicas porque lo que hacemos en un programa que, aunque pequeño, es de investigación y acción. Hemos contribuido bastante a la política pública en el Chile Crece Contigo dado que trabajamos con niños desde el 0 a 1 año, antes que nazcan. Hasta entonces habían pocas experiencias de ese tipo, por lo tanto, fuimos un aporte y esperamos que lo que hacemos se pueda replicar en otras comunas y ciudades”, concluye la Directora Ejecutiva.
Más información en www.emprendemama.cl
Por Área de Comunicaciones Salesianos Chile