Dentro de los grupos activos en Chile de la Familia Salesiana, las Voluntarias de Don Bosco debe ser uno de los más desconocidos y con menor cantidad de participantes.
Este 2017 cumplen 100 años desde que fueran fundadas por el beato Felipe Rinaldi (tercer sucesor de San Juan Bosco) y su camino, en palabras de sus representantes, seguirá con la opción preferente por lo que conciben como intensidad vocacional, antes que los números, alejadas del protagonismo en los roles, más enfocadas en el protagonismo de inserción.
Agencia de viajes
Juany Monsalves comenzó su proceso de discernimiento en las VDB casi a la par con la llegada del grupo a Chile, a finales de la década del 70. Hoy es profesa perpetua, es decir, con votos de castidad, pobreza y obediencia de por vida.
Lleva adelante su vocación según el principio de reserva del instituto, es decir, sin hacerlo público a su familia y en los ambientes donde vive y trabaja. Como las otras voluntarias de Chile y el mundo, lleva adelante su consagración en la cotidianidad, dedicando momentos diarios a la oración y al encuentro con Cristo en la Eucaristía.
En calle Ahumada, pleno centro de Santiago, tiene una pequeña oficina de la agencia de viajes que dirige. La pared principal del lugar luce un gran mapa del mundo que usa para explicar a sus clientes las distancias entre países y continentes. En perspectiva de su consagración, el mapa actúa como elemento simbólico de la realidad de los institutos seculares, cada vez más extendidos en los cinco continentes, y del servicio como presidenta que ejerce de los mismos en Chile, América Latina y el Caribe.
“La función nuestra es ser consagradas en el mundo, vivir experiencias de consagración en la vida cotidiana, en nuestros trabajos y los lugares en que estamos insertas. En mi caso, trabajando aquí en la agencia, con las personas que vienen, prestando un buen servicio a la gente. También ser un aporte para mi propia familia, porque ahí es donde comienza el primer lugar de inserción”, explica.
Para quienes no conocen con detalle el estilo de consagración de las VDB, existe una gran tentación de entender la reserva como un secreto. Al respecto, Juany comenta: “Es una concepción errónea. Lo que se busca es mantener reserva de la condición de consagrada en los lugares donde esté… Normalmente la gente no entiende qué significa ser una consagrada en un instituto secular. Para evitar eso, uno se inserta como cualquier otro… En mi casa no saben que soy consagrada. Mi mamá, por ejemplo, siempre quiso tener nietos y de mí nunca pudo; mis amigos aún me buscan alguien con quien casarme. No entienden”.
En su agencia -explica Juany- la forma de hacerse concreta su consagración cruza la vida entera, llegando a puntos sensibles. “No tengo una concepción de ganancia, sino de servicio. Eso implica un cambio… no voy a ganar lo que una empresa común y corriente, sino lo suficiente para vivir”. ¿Cómo se viven votos de pobreza, obediencia y castidad fuera del contexto de una comunidad religiosa? Juany explica que, lejos de lo que se pueda pensar, es una opción totalmente posible, diferente, por cierto, pero que implica mayor compromiso y también más libertad. “Por ejemplo, el voto de pobreza lo vivo acorde a mi trabajo y de acuerdo a mi realidad. Vivo en una casa común y corriente, sin lujos; no tengo auto, me muevo en micro, en metro, en colectivos, etc.”.
Educación diferencial
Cecilia Yévenes es educadora diferencial de la Escuela Especial Santa María de Renca, lugar hasta donde llegamos para conocer su experiencia de inserción como VDB. La encontramos con sus alumnos en el patio -varios de ellos con síndrome de down- recogiendo hojas secas de los árboles para luego llevarlas a la sala.
De regreso al aula los niños tuvieron posibilidad de cantar delante de sus compañeros. Simulando un micrófono, cada uno se la jugó por canciones de sus artistas favoritos. “El trabajo con estos niños es maravilloso. Tienen muchas ganas de hacer cosas. Les gusta imaginar y crear, todo mediado por la labor pedagógica que ejercemos”.
En la escuela Cecilia mantiene la reserva; nadie sabe cuál es su realidad de consagrada. Es una docente más que cumple con su labor pedagógica y que también colabora con gestiones pastorales.
Inició su aspirantado en 2005 y profesó perpetua hace dos años. “Conocí a las voluntarias y me gustó su alegría y su pertenencia a la familia salesiana. Descubrí que te permiten tener independencia y autonomía… te animan a ser comunidad dentro de todos… Podemos ser nosotras mismas, tener nuestra propia identidad y traspasarla a los lugares”.
Su proceso de discernimiento fue paulatino. En cada etapa buscó verificar si las VDB eran su opción y si acaso no estaba llamada a vivir otro tipo de vida. “El instituto fue fundamental para pensarlo y decidirme. Caminar con Cristo es mi propósito en la vida como consagrada”.
El proceso para sondear un llamado de Dios a esta vocación -nos explica- se da en un contexto de confianza, a través de la vinculación con alguno de los grupos del instituto.
“Uno puede ir orientando a ver que esto puede ser posible, encontrarse con Cristo sin dejar de realizar las actividades cotidianas, siendo profesional, dueña de casa, etc., entregándole la vida al Señor desde la realidad que tenemos”.
Por Vicente Fritz, Periodista