La misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida, y está viva porque su dinamismo es constante. Francisco además invitó a estar alertas para que la mirada de los cristianos no se debilite frente a las pobrezas que produce la cultura del bienestar.
Con la lectura de un pasaje tomado del Evangelio de San Mateo (Cfr. Mt 25, 31-46), el Papa Francisco introdujo su Catequesis Jubilar del último jueves de junio dedicada a las Obras de Misericordia. Hablando en italiano el Santo Padre recordó cuántas veces, durante los primeros meses del Jubileo, hemos oído hablar de estas Obras, mientras ahora el Señor – dijo – nos invita a hacer un serio examen de conciencia.
Tras destacar que jamás debemos olvidar que la misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida y que está viva porque su dinamismo constante – con sus ojos que le permiten ver, sus oídos con los que escuchar y sus manos para levantar – la impulsa a salir al encuentro de los necesitados; el Obispo de Roma afirmó que la vida cotidiana nos pone en contacto con tantas situaciones en las que se encuentran las personas más pobres y necesitadas. De ahí su advertencia a no caer en una forma de letargo espiritual que nos vuelva insensibles y estériles.
Además, el Papa invitó a pensar en cuántos son los aspectos de la misericordia de Dios hacia nosotros mismos, y añadió que a causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunos tipos de pobreza, materiales y espirituales, se han multiplicado. Por esta razón exhortó a dar espacio a la fantasía de la caridad para individuar nuevas modalidades operativas.
Porque como explicó el Santo Padre al concluir esta catequesis, de este modo la vía de la misericordia será cada vez más concreta, por lo que a nosotros se nos pide que estemos alertas como centinelas, para que no suceda que ante las pobrezas que produce la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite hasta volverse incapaz de ver lo esencial.
Por último, el Pontífice recordó su viaje apostólico a Armenia, la primera nación que abrazó el cristianismo y que realizó del 24 al 26 de junio. Al dar gracias a Dios por este viaje, el Santo Padre renovó su abrazo a todo el pueblo armenio, junto al clero y demás personas consagras con su deseo de que la Virgen María, los ayude a permanecer firmes en la fe, abiertos al encuentro y generosos en las Obras de Misericordia.
Fuente: News.va- CECH