Teólogo aclara dudas en torno a la celebración de Halloween

En estos días el comercio ya presenta calabazas, dulces y disfraces con motivo de la celebración de Halloween, que se mezcla con la concurrencia de cientos de personas a los cementerios de todo el país. Es así como surge la interrogante frente a esta celebración que para el Director del Instituto de Teología de la UCSC, Pablo Uribe, tiene un sentido más profundo.

Según explica el académico, el origen del término Halloween, deriva de la expresión “All Hallow’s Eve”, que significa “vigilia de todos los santos”, haciendo alusión a la fiesta cristiana católica de “todos los santos” que celebramos el 1 de noviembre. “Sin embargo, el origen más remoto de lo que hoy conocemos como Halloween (noche de brujas) hay que buscarlo en los antiguos pueblos celtas, con su festival de Samhain. Se trataba de una fiesta agraria que marcaba el inicio del invierno pero también tenía un sentido religioso relacionado con los muertos. Se encendían fogatas y se pensaba que en esa noche se podía realizar un transito entre el mundo de los muertos con el mundo de los vivos, fiesta que se dio hace más de dos mil años” señala.

En este contexto es que se explica el vínculo con la Iglesia Católica, relación más bien indirecta. Uribe indica que “la Iglesia no celebra una “noche de brujas”. La tergiversación del nombre inglés hace que Halloween, noche anterior a la de “todos los santos”, se mezcle con la festividad cristiana que ya desde el s. V se va desarrollando en forma progresiva en la Iglesia, y que el papa Gregorio IV la instauró el día 1 de noviembre, luego que el Papa Bonifacio IV transformara en iglesia el Panteón romano y lo dedicara a María y a los mártires el 13 de marzo de 610, e hizo de ese día la fiesta de todos los santos.

El docente del Instituto de Teología UCSC, explica que además el Halloween actual no ayuda a comprender el misterio de la muerte, no es una instancia que se pregunte siquiera por lo que se celebra, hoy es una fiesta extranjera más que se ha ido asentando en nuestra cultura con los parámetros propios del consumismo norteamericano. No es el “festival celta de Samhain”. Por su cercanía de fechas y su histórico pasado sí está cerca de “El día de todos los Santos” y “El día de los fieles difuntos”. Dos fiestas religiosas que siguen el principio teológico de la “Comunión de los Santos”, donde la Iglesia se une en una comunión entre los que ya partieron (los muertos, los santos) y los que aún están peregrinando aquí en la tierra (los vivos), dándose una instancia de oración profunda y reflexión sobre el sentido de la muerte como lo penúltimo no lo último en el camino cristiano. El cristiano está llamado a la resurrección.

Respecto a si es conveniente que los niños participen de esta fiesta ya instalada en nuestro país, Uribe comenta que hay quienes ven detrás de la fiesta actual de Halloween, un submundo de ocultismo, satanismo. En Estados Unidos y en Chile también, es más bien una fiesta alegre, donde los niños se disfrazan de diversos personajes (brujas, vampiros, personajes de películas, pero también de cualquier otros, no necesariamente relacionados con la muerte) y van pidiendo dulces, generalmente sin hacer daños. Sin embargo, también hay que tener en cuenta su origen celta que como hemos visto es relacionado con los muertos y espíritus. “Hay opiniones divididas a este respecto. Algunos psicólogos plantean que no es recomendable incentivar a los niños de 4 años ya que a esta edad no logran diferenciar lo real de lo irreal. Por otra parte, el hecho de ocultarse en una máscara, podría provocar un incentivo a realizar acciones moralmente malas ya que el efecto de la máscara da psicológicamente anonimato. Es también una opinión bastante extendida que esta fiesta es una celebración ajena a nuestra idiosincrasia chilena y que debería eliminarse ya que está basada sólo en el consumismo” comentó.

Pero agrega que cada año son más las familias completas que se suman a esta fiesta y se preparan para participar de su celebración, adornando sus casas y no sólo llevando a los niños a pedir dulces sino que son los mismos padres que se disfrazan y participan activamente. Una idea que hace ya más de diez años se ha venido desarrollando en la Iglesia, es transformar los aspectos “tenebrosos” de la fiesta en una fiesta de alegría y agrado, transformar la fiesta de la oscuridad en fiesta de la luz, cambiar los disfraces de muerte, por disfraces de vida (santos, ángeles, etc.), concluye el experto?

Fuente: Comunicaciones Concepción

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