El Papa Francisco ha concedido una larga entrevista publicada por la revista “La Civiltá Cattolica” y, contemporáneamente, por otras 16 revistas de la Compañía de Jesús en todo el mundo. La entrevista es fruto de tres amplios coloquios y mas de seis horas de charla con el director de “La Civilta Cattolica”, Antonio Spadaro durante el mes de agosto en la Casa de Santa Marta. A lo largo de más de treinta páginas, el Papa habla con absoluta franqueza de sí mismo, de sus gustos literarios y artísticos (Dostoyevski y Holderlin, Borges y Cervantes, Caravaggio y Chagall, pero también el Fellini de “La Strada”, Rossellini, “El festín de Babette”, Mozart y el Wagner de “La tetralogía”) de su experiencia en la Compañía de Jesús y como arzobispo de Buenos Aires y para ,definirse dice.” No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”. “Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones – dice refiriéndose a su época como Provincial en la Compañía de Jesús – me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador”. Pero, como arzobispo esa experiencia le hizo comprender la importancia de escuchar otros pareceres “Creo que consultar es muy importante -sostiene- Los consistorios y los sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos rígida”. También aclara que su formación como jesuita y en particular el discernimiento le han hecho vivir mejor su ministerio. “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz (…) La sabiduría del discernimiento nos libra de la necesaria ambigüedad de la vida, y hace que encontremos los medios oportunos, que no siempre se identificarán con lo que parece grande o fuerte”. Para el Papa la necesidad primaria de la Iglesia actual es tener la “capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental (…). La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!”. Y para ello “el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’ (…). En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente”. Refiriéndose a cuestiones complejas como la homosexualidad o los casos de divorciados católicos que se han vuelto a casar, insiste en la necesidad de “tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí -afirma- entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”. El Papa añade que “las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes” y que “una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente …Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio (…). La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales”. Reflexionando sobre el papel de la mujer en la Iglesia reitera: “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino….Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. Otro tema tocado en la entrevista es el del Concilio Vaticano II que “supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea. Produjo -dice el Papa- un movimiento de renovación que viene sencillamente del mismo Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia. El trabajo de reforma litúrgica hizo un servicio al pueblo releyendo el Evangelio a partir de una situación histórica completa. Sí, hay líneas de continuidad y de discontinuidad, pero una cosa es clara: la dinámica de lectura del Evangelio actualizada para hoy, propia del Concilio, es absolutamente irreversible” En los últimos pasajes de la entrevista Francisco habla de la tentación de “buscar a Dios en el pasado o en lo que creemos que puede darse en el futuro” y afirma: “Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios concreto por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios. Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo bárbaro acaban generando en la Iglesia deseos de orden entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy”. Para leer el texto de la entrevista en castellano, publicado por la revista “Razón y fe“ ir al sito www.razonyfe.org Fuente: Servicio Informativo Vaticano |
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